viernes, 13 de diciembre de 2013

EL SICÓMORO Y LA HIGUERA


Siempre al leer la palabra de Dios no debemos pasar por alto que las palabras empleadas en ella no son cosa del azar. La Palabra de Dios es inspirada por el Espíritu Santo a los autores sagrados. Toda palabra de la Escritura posee un trasfondo riquísimo. Vamos a ver esta idea plasmada en dos palabras, dos nombres de dos árboles, similares pero no iguales: sicómoro e higuera. Se trata de un esbozo, una cosa a grandes líneas.

En el Antiguo Testamento,descubrimos que el profeta Amós dice: 

"Yo no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y picador de sicomoros”(Am. 7,14). 

El sicómoro es como una higuera silvestre pero su fruto posee unapeculiaridad, posee un sabor desagradable e indigesto. En tiempo de penurias, muchos israelitas se acercaban a estos arbustos para poder sobrevivir al hambre. Pero el higo del Sicómoro guarda una sorpresa extraordinaria. Si se realiza una incisión de una determinada forma y en un preciso momento, el fruto madura con sabor agradable y es mucho más digerible. ¿Por qué? Porque la incisión hace que desaparezca una sustancia tóxica que se genera durante la maduración. El picador de sicómoros se convierte en un personaje, que con su habilidad, es capaz de transformar el fruto para beneficio de los más necesitados.
Del mismo modo la vida de todo hombre es similar al fruto del sicómoro, por sí sola es amarga, desagradable, incomible muchas veces, pero gracias a la incisión que realiza en nosotros la Palabra de Dios que “es como espada de doble filo” (Hbr. 4,12), así nuestra vida va tomando sabor, y se vuelve dulce al experimentar el amor de Dios hacia nosotros,los hombres. El árbol del sicómoro hace referencia a la Iglesia, que vive de la Gracia, Cristo trae la salvación para todos los hombres de todos los tiempos; es en ella donde escuchamos la Palabra de Dios y se nos predica la Buena Noticia.

En el Nuevo Testamento, aparece de nuevo este árbol en el pasaje de Zaqueo: “adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle pues iba a pasar por allí” (Lc 19,4).
Zaqueo usa, digámoslo así, a la Iglesia para poder conocer a Cristo. Solo en la Iglesia conocemos realmente quien es Dios y en ella el hombre puede tener un encuentro personal con Cristo. Conociendo a Cristo que le llama y entra en su casa, Zaqueo cambia de vida, se convierte; de llevar una vida amargada solo pensando en sí mismo, robando, aprovechándose de los demás, pasa a vivir para el otro.
Por otro lado, aparece en la Sagrada Escritura la palabra higuera, en el Antiguo Testamento “cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores”. (Gn. 3,7).
La higuera hace referencia a la ley del pueblo de Israel, “todo aquel que escucha la palabra de Dios y la cumple tiene en el vida eterna” (Lc. 8,21). Antes de que apareciera Jesucristo, el Mesías, el pueblo de Israel, el pueblo elegido había recibido la ley de Dios por medio de Moisés y alcanzaban la salvación a través de su cumplimiento.

 El fruto de la higuera es dulce como el amor que siente aquel que cumple la voluntad Dios. Es lógico, por la ley natural, que una higuera dé higos y que éstos sean dulces, no necesitan ser manipulados por el hombre como hemos visto en el fruto del sicómoro.

En el Nuevo Testamento, Jesucristo dice a Natanael “¿Porque te dije: Te ví debajo de la higuera, crees? Verás cosas aún mayores”.
(Jn. 1,50). “Y le dijo Natanael: ¿De Nazaret puede haber algo bueno? Le dice Felipe: Ven y ve. Jesús vió venir hacía sí a Natanael, y dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño”. (Jn1, 45s). Vemos como Natanael conocía a Dios y esperaba como todos los judíos,la venida del Mesías. Está debajo de una higuera, bajo la Ley mosaico,cumpliéndola.

Os invito de corazón como dice el mismo Cristo en el Evangelio “escudriñar las Escrituras que ellas hablan de mí” (Jn. 5,39) para poder conocer cada día más al Señor e ir creciendo en la fe. El lugar propicio para escuchar la palabra de Dios es en la Iglesia durante la celebración de la Santa Misa donde Dios nos invita al banquete de su Palabra, ya que “no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4,4). 

Reflexión catequética realizada por el Padre Carlos Giménez Albiach

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