domingo, 24 de enero de 2016

IIIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

Celebramos hoy en este IIIº Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada de la Infancia Misionera que este año tiene como lema ¡GRACIAS! Nuestra fe y nuestra vida no han sido engendradas por palabras huecas, sino por palabras cargadas de amor, de sabiduría, de bondad, de entrega, con la coherencia de la vida de aquellos testigos, como fueron nuestros padres, catequistas, educadores, maestros, amigos, en cuya fe encendimos la nuestra. Hermanos en este domingo, la Palabra de Dios nos interpela con urgencia a una respuesta generosa, en nuestras vidas y en nuestros compromisos cristianos. 

Las tres lecturas que vamos a escuchar nos ayudan a comprender el cómo, la Palabra de Dios, da mucho fruto si se escucha, se cuida y se acoge con atención. Además, con la preocupación de ser todos una misma Iglesia, San Pablo nos recuerda que somos un solo cuerpo cuya cabeza es Cristo.

En la Primera Lectura (Neh 8, 2-6. 8-10) Nehemías nos va a decir que estemos alegres, que no estemos tristes. Y no hay mejor recomendación previa para escuchar la Palabra de Dios. El pueblo de Israel, después de la cautividad, es convocado para escuchar la Escritura y participar en la comida festiva y caritativa. Dios convocó a su pueblo para que escuchara su Palabra y renovara su Alianza. También nosotros somos invitados para que escuchemos y meditemos su palabra, que es espíritu y vida.

El Salmo (18) "Tus palabras, Señor, son espíritu y vida" nos marca un contenido histórico y doctrinal que interesa reseñar. Los versículos que se van a proclamar narran precisamente las excelencias de la Ley de Moisés y su uso litúrgico en el Templo. Y hay un trasfondo de entrega de oración humilde por parte del pueblo que reconoce la majestad de Dios. Esto, sin duda, también es muy indicado para cada uno de nosotros.

En la Segunda Lectura (1 Co 12, 12-30) como el cuerpo humano da unidad a las diversas funciones de sus miembros, así, Cristo unifica por el bautismo, a todos los cristianos en su cuerpo, que es la Iglesia. La unidad en la diversidad es una realidad. Todos los miembros son necesarios y distintos, y todos están al servicio de los demás, solidarios en el dolor y en la esperanza.

El Evangelio (Lc 1, 1-4; 4, 14-21) recoge la confirmación de Jesús con palabras de Isaías de que él es nuestro libertador.Actualiza la palabra del profeta y se la aplica a sí mismo. La profecía se ha cumplido ya. Es ungido por el Espíritu para evangelizar a los pobres y anunciar la libertad a los oprimidos.


Señor; antes de marchar de nuevo a la vida
queremos darte gracias por tu Palabra.
¿Nos enseñarás a cumplirla?
¿Seremos capaces de no olvidarla?
Queremos decirte que, tu Palabra, nunca engaña.
Que tu Palabra es de aquellas que siempre hacen bien.
Que tu Palabra, por ser del cielo, nos ayuda a conocer 
a Dios.Gracias por ser nuestro amigo y Señor.
Gracias por cumplir tantas cosas 
prometidas desde antiguo.
Gracias, amigo y Señor.

Amén.

No hay comentarios:

Publicar un comentario