Hermanos/as celebramos hoy la fiesta del Bautismo del Señor y con ella, terminan los días de la Navidad; es el fin de una vida silenciosa en Nazaret y el inicio de su vida pública. Jesús acudió al río Jordán donde Juan bautizaba. Es allí donde vemos como Dios manifiesta que, Jesús, es su predilecto,su amado, y así comienza Jesús su misión con inmensa humildad. También nosotros hemos sido bautizados como Jesús. Hemos sido ungidos por el Espíritu para servir y hacer el bien, para continuar la obra liberadora de Jesús. Estamos necesitados de actualizar nuestro propio Bautismo, la gracia que hemos recibido en él, la exigencia que debemos de dar a nuestro compromiso cristiano.Que esta celebración nos ayude a renovar nuestro Bautismo y a sentirnos queridos por Dios; a descubrir que somos llamados a vivir como hijos, y a salir de nuestro mundo cerrado para ir al encuentro de los hermanos.
En la Primera Lectura ( Is. 42, 1-4. 6-7) el Profeta Isaías,nos enseña como será el Mesías, todo suavidad. “El pábilo vacilante no lo apagará”. El pábilo es esa llama que pugna por seguir ardiendo y que cualquier golpe de aire puede apagarla. El Mesías no lo hará. En este fragmento se hace una hermosa descripción de Jesucristo y, además, añade que será nuestro liberador y quien dará luz a nuestros ojos.
refleja la admiración del pueblo de Dios ante el Supremo Hacedor que reina con su fuerza sobre la tormenta. El título del salmo es, precisamente, “Dios en la tempestad”. Y es en esa fuerza de la naturaleza donde se demuestra visiblemente su fuerza, la cual pone a la disposición de su pueblo para que sea feliz. A nosotros hoy nos acerca a esa seguridad que necesitamos en estos tiempos tan difíciles.
En la Segunda Lectura (Hch 10, 34-38) se nos dice que la manifestación suprema de la bondad y del amor de Dios a los hombres es Cristo. Este amor, actuado por el Espíritu, nos hace nuevas criaturas y nos destina a la vida eterna. El apóstol Pedro presenta a Jesús haciendo el bien y curando a los oprimidos y hace referencia al bautismo de Juan. Para añadir que Dios acepta a todos y no hace distinciones aceptándonos a todos.
En el Evangelio (Lc 3, 15-16. 21-22) el evangelista, con su relato del bautismo, pretende explicar quién era en realidad Jesús de Nazaret. Aquel que después bautizará con Espíritu, se presenta a ser bautizado con agua. Jesús se introduce en las aguas del Jordán, recogiendo así todo el pecado del mundo, toda la miseria de la condición humana. En esta experiencia, Dios le revela que es el Hijo amado, y ahí nace la misión por la que Jesús deja la esfera de su vida privada para dedicarse con humildad al anuncio del Reino.
Queremos tu luz Señor, queremos tu verdad, Señor.
Queremos tu amor, Señor, para seguir tus caminos.
Queremos tu vida, Señor para
guiarnos por tus palabras.
Queremos sentirnos tuyos, Señor,
y
ser colaboradores de tu Reino.
Queremos sentirnos más iglesia, Señor.
Queremos saber más de Ti, Señor.
Queremos confiar más en Ti, Señor.
AMEN
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