PEREGRINACIÓN A FÁTIMA,PORTUGAL

El pasado viernes día 7 de junio, a las 23:00h. comenzó nuestro peregrinaje a la ciudad de Fátima, Portugal. Unos 55 peregrinos pertenecientes a nuestra Parroquia de Sta. Mª Micaela, en compañía de nuestro párroco,  nos pusimos en camino para realizar la tercera peregrinación a esta ciudad.

Tras ocho horas aproximadamente de camino, llegamos a la ciudad y nos dirigimos hacia los Valinhos para realizar todos juntos el camino del Vía-Crucis, rezando intensamente cada una de las estaciones. En este momento en el que acompañamos a Jesús y contemplamos su Cruz, el Señor tocó profundamente el interior de cada peregrino. 

Además, pudimos ver el lugar donde el Ángel de la paz se  apareció a los tres pastorcitos, allí les dió la comunión y les enseñó la siguiente oración:“Mi Dios yo creo, adoro, espero y te amo; te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman”.

En el tiempo, que fue bastante lluvioso, se reflejó la lluvia de gracia que el Señor, por intercesión de nuestra Madre, la Virgen María, derramó en el interior de cada uno de nuestros corazones.

Seguidamente, llegamos a Aljustrel y pudimos visitar las casas de Jacinta, Francisco y Lucía, los pastorcitos a los que se le apareció la Virgen.

Tras el almuerzo, hubo unas horas de tiempo libre en las que cada uno las aprovechó, para visitar diversos lugares; entre ellos, el interior de la Basílica,lugar donde están enterrados los tres pastorcitos. 

A las 19:15 hora portuguesa, nos congregamos en la Capelhina para escuchar misa. El obispo de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy, presidió la Eucaristía y los sacerdotes españoles que asistieron, entre ellos nuestro párroco,concelebraron junto a él.
En la Homilía, el Obispo, D. Rafael Zornoza Boy, recordó que siempre teníamos que hacer presente el amor de Dios, sin tener miedo del que dirán, confiando plenamente en nuestro Señor Jesucristo. Aunque a veces el camino fuese duro,siempre nos encontraríamos con alguna persona que supiera ver lo bueno que albergamos en nuestro interior, sin dejarse llevar por las apariencias y los malos juicios. Nuestra madre,la Virgen María debe ser para todos nosotros un ejemplo en nuestras vidas, para que al igual que ella, confiemos plenamente en Dios.

Después de celebrar la Misa, el día culminaba con el rezo del Rosario de antorchas.Todos, mayores y pequeños nos reunimos en torno a nuestra madre María,en un ambiente de fe y oración, y sobre todo, de recogimiento,sosteniendo en nuestras manos unas pequeñas velas, símbolo de nuestro deseo de ser luz para los demás,y mostrándonos confiados en el amor de María que nos guiará hacia su hijo Jesús, acrecentando día a día nuestra fe.
Impresionaba mucho girar la cabeza y apreciar en la oscuridad de la noche,una auténtica marea de luces.
Era asombroso escuchar a las miles de personas de todas las culturas que se dieron cita en la explanada rezando en su propia lengua,como si de un nuevo Pentecostés se tratase.

El domingo, tras despedirnos de la Virgen, nos pusimos en marcha dirección a Algeciras, agradecidos un año más por estos inolvidables momentos de fe y fraternidad que compartimos todos juntos.

Bendita sea tu pureza

y eternamente lo sea,

pues todo un Dios se recrea

en tan graciosa belleza. 

A Ti, celestial Princesa, 

Virgen Sagrada María, 

yo te ofrezco en este día 

alma, vida y corazón. 

Mírame con compasión, 

no me dejes, Madre mía.

¡Gracias Madre Nuestra, por habernos
permitido colmarnos de tu amor y presencia un

año más en esta peregrinación!