miércoles, 5 de marzo de 2014

MIÉRCOLES DE CENIZA: COMIENZO DE LA CUARESMA, TIEMPO DE CONVERSIÓN

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. 
La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno.Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.

Tradición
En la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente comenzaba seis semanas antes de la Pascua. Esto sólo daba por resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto. Era práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en desuso (aprox. del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la Cuaresma fué simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la congregación.

Hoy en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos previo.


Simbolismo de la imposición de la ceniza
La ceniza del latín "cinis",no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación, pero es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente como respuesta a la Palabra de Dios que nos exhorta a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha de preparación a la Pascua. 

Este tiempo fuerte del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir "Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo.

Debe ser un tiempo de reflexión sobre nuestra vida, de entender adónde vamos, de analizar como es nuestro proceder con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean. En estos momentos, al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento fiel a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo indica, simboliza reconciliarnos con Dios, nuestro Padre. Sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle.

Esta Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión. El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido, no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer. La confesión de nuestros pecados, el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión. La penitencia que debemos cumplir empieza, desde luego, por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno,y con la caridad hacia el prójimo.
Debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, transmitiéndolo a todos los que nos rodean con nuestras acciones y nuestras palabras.

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