sábado, 7 de septiembre de 2013

CARTA DEL SACERDOTE A SUS CATEQUISTAS


Queridos catequistas:

Tras estos meses de vacaciones, vamos a comenzar un nuevo año en el que espero que volváis con muchas ganas y fuerzas renovadas para seguir vuestra labor de catequistas, sembradores del Evangelio.
Al comenzar un nuevo curso de catequesis, emociona pensar en la absoluta gratuidad con la que hacéis vuestro trabajo. Importa saber que, además del tiempo requerido para cada sesión de catequesis, son bastantes las horas de reuniones y de preparación personal que hay que emplear, para que la catequesis funcione bien y produzca los mejores frutos. Y todo lo hacéis por amor a Dios, a la Iglesia y a cada chico o chica de vuestro grupo. Ellos forman parte importante en vuestra oración, porque ponéis ante Dios sus nombres y personas.
Alguien puede preguntar: ¿de dónde sacáis fuerza los catequistas para entregar de este modo vuestras vidas? La respuesta, sin duda, es la siguiente: porque sois unos llamados por el Señor, porque tenéis la vocación de catequistas. El mismo que os ha llamado, Cristo el Señor, os da la gracia, la fuerza y la paciencia para anunciar el Evangelio entre los pequeños de su familia, la Iglesia. Toda vocación es un don gratuito que Dios concede a quien Él considera conveniente, dándole la ayuda que necesita para cumplir con la misión que le encomienda. Y nuestro Padre Dios ha sido el que se ha fijado en vosotros, concediéndoos el don gratuito de la vocación de catequista, no es casualidad, él os elige a cada uno de vosotros.
Esa ternura que Dios ha tenido con vosotros debe ser correspondida por vuestra parte, lo cual exige dos cosas: agradecimiento y fidelidad. Agradecimiento, en primer lugar, porque es propio de los corazones nobles saber dar gracias por los dones recibidos y, cuando se trata de Dios, hay que hacerlo con mayor razón. Y fidelidad, porque toda vocación–la de catequista también- tiene que estar sellada con la fidelidad. Sólo la fidelidad hace fecunda la vocación y hace feliz al que así la vive.
Vuestro párroco D. Carlos Giménez Albiach.

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