domingo, 15 de septiembre de 2013

XXIVº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Celebramos hoy el XXIVº Domingo del Tiempo Ordinario. Una de las características fundamentales de nuestro Dios, es su amor que lo expresa en su misericordia y su perdón. Así, el Señor se ha ido revelando como el Dios cercano, comprensivo, bondadoso y misericordioso, que tiende la mano al hombre, para que vuelva, para reconciliarlo, para llenarlo de su amor y de su bondad, para darle su perdón, que en sí es vida nuevaEn toda circunstancia y momento el Señor tiene sus brazos abiertos: para recibir, abrazar y levantar a todos los hijos pródigos del mundo, a todos nosotros. Dejémonos abrazar por Él. No tengamos miedo de entrar en la Casa y en el Corazón de Dios. No tengamos miedo de abrir las puertas de nuestra alma a la misericordia, al perdón, a la reconciliación

Hoy, la liturgia nos habla del amor y la misericordia de Dios que está siempre dispuesto a perdonarnos. Al arrepentirnos sinceramente, el perdón sana nuestro pecado y nos coloca en el camino de la salvación.

En la Primera Lectura( Ex 32, 7-11 . 13-14) se nos relata el culto a una imagen, lo que hace a Dios sentirse airado, por la infidelidad del pueblo a la alianza, pero al ruego de Moisés, descubrimos a un Dios abierto a la intersección, dispuesto a la misericordia y el perdón.

El Salmo 50, "Me pondré en camino adonde está mi padre",nos ayuda a comprender la grandeza de nuestro Dios que nos perdona al acercarnos humildes y verdaderamente arrepentidos.

La Segunda Lectura (Tim 1, 12-17)es una carta pastoral, de enseñanza, pero en ella se nos revela que el apóstol ha sido un buen ejemplo de la misericordia divina al pasar de perseguidor de la Iglesia a uno de sus más importantes pilares. Pablo, alaba la gran misericordia que Dios ha tenido por él, mostrándonos claramente que Dios esta siempre dispuesto a perdonarnos.

En el Evangelio de hoy (Lc 15,1-32), Jesús muestra el auténtico rostro de Dios que se ha revelado como fuerza de un amor que salva y crea. El Señor se alegra por cada uno de los pecadores arrepentidos, nos muestra su amor misericordioso para con nosotros, actuando como un Padre.

Dios, nuestro Padre, como hemos visto en la liturgia de hoy, está siempre dispuesto a derramar su amor y su misericordia en nosotros, para darnos su perdón, y ayudarnos a volvernos a Él,viviendo así como Él quiere y espera de nosotros. 


Volveré, Señor, pero empújame 
de mis miedos 
y temores, hacia la seguridad en tus brazos,
de mis angustias y ansiedades, 
al descanso de tu Palabra,
de mis tristezas, 
a la alegría de saber que estás conmigo.

Volveré, Señor, pero empújame p
ara que no vacile 
y supere mis propios errores, p
ara que no 
malgaste 
los muchos talentos que me regalaste,
para que no exija más de lo que pueda ofrecer,
para que regrese y sea feliz de poder de nuevo verte.
Y si por lo que sea dudo, dame fortaleza para triunfar.
Y si por lo que sea caigo, levántame con tu Espíritu.
Y si por lo que sea digo “imposible”, 
toca con tu mano mi mente pesimista

VOLVERÉ, SEÑOR...

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