El Lector
Para que se pueda proclamar bien la Palabra de Dios, no basta con leer bien, sino que hace falta:
- El lector, debe tener clara conciencia de que en ese momento, se convierte en portavoz del mensaje que Dios dirige a la Comunidad Cristiana.
- Debe prepararse la lectura previamente.El que ejerce este ministerio debe saber que lectura debe leerse ese día, saber en que semana del año litúrgico se encuentra, y en el caso de no saberlo, preguntar al sacerdote celebrante.
- Es necesario que el sacerdote sepa quién va a leer, de forma que no sea un ministerio ejercido por "espontáneos" y no surja ninguna competencia para conseguir lo que es "un servicio" y no un "lucimiento personal."
- Es importante para hacer una buena lectura, que el lector vocalice de forma que nos puedan entender a la perfección, leer despacio, con ritmo, alto y claro.
- Debe existir una coherencia entre la Palabra que se proclama y la vida de quien realiza este ministerio. Además de creyente, el lector debe estar en plena comunión con la Iglesia.
- Debe entender la Palabra que proclama. Tiene que saber bien que significa cada una de las palabras que aparecen en la lectura para darles el sentido que tienen.
- Hay que tener especial cuidado con las palabras difíciles, nombres inusuales, etc.
- El lector tiene que tener convencimiento de lo que lee, y cuidar el tono, el volumen y las inflexiones que debe hacer a lo largo de la lectura. No se trata de hacer un teatro, sino de comunicar adecuadamente el mensaje que se proclama.
- También es importante saber cuál es la frase principal de una lectura, de modo que la misma lectura resalte su importancia.
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