En este día de Todos los Santos, unidos a toda la Iglesia Católica, celebramos no sólo la grandeza de nuestro Dios, sino también la grandeza de tantos hombres y mujeres que han vivido entregados a los demás, siguiendo a Jesucristo, y que son para nosotros, modelo de entrega y de servicio. A todos ellos, conocidos o no, que gozan ya del amor pleno del Padre, honramos y celebramos en esta festividad. Esta fiesta nos recuerda que todos, desde nuestro Bautismo, estamos llamados a la santidad en esta vida. Dios Padre, el único santo y origen de santidad, nos da su Espíritu para que lo consigamos. Jesús, nos ofrece un “programa de vida” en las bienaventuranzas, un camino a seguir.
El Papa Gregorio III la fijó para el 1 de noviembre en el siglo VIII, como respuesta a la celebración pagana del “Samhain” o año nuevo celta que se celebra la noche del 31 de octubre. Más adelante Gregorio IV extendería esta festividad a toda la Iglesia.
En el Evangelio de hoy (Mt 5,1-12a) Jesús, nos dice que las Bienaventuranzas son su propuesta para liberarnos de la felicidad artificial e incompleta que nos ofrece el mundo. Ellas nos recuerdan que somos ciudadanos del cielo; y la recompensa de vivirla es única: ver a Dios. Todos los cristianos tenemos un compromiso, trabajar para que el Don de Dios transforme nuestro corazón,nos haga instrumentos de su paz para poder así construir, con nuestros hermanos, un mundo cada vez más humano. Además, Jesús, nos enseña un camino: las bienaventuranzas. En ellas, encontraremos la luz necesaria para cargar con nuestra cruz, siguiendo fielmente a nuestro Señor Jesucristo.
Quiero ser Santo, Señor.
Con mi palabra, comprensiva y dulce,
con mis obras, para todos y sin compensación,
con mi fe, fuerte y valiente.
Quiero ser Santo, Señor.
Si Tú me ayudas, lo intentaré,
si Tú me aconsejas, te seguiré,
si Tú me guías, no me apartaré de Ti.
Quiero ser Santo, Señor.
Iluminando, con tu luz,
siendo alegre, con tu Evangelio,
portando esperanza, con tu Palabra,
llevando ánimo, con tu Espíritu.
Quiero ser Santo, Señor.
Siendo feliz, y llevando felicidad,
amando, y dejándome amar,
perdonando, y admitiendo el perdón,
rezando, y no olvidándome de Ti.
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