sábado, 2 de noviembre de 2013

DÍA DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS, 2 DE NOVIEMBRE


Hoy, celebramos la Conmemoración de todos los fieles difuntos. 
La Santa Madre Iglesia , después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.

Esta fiesta responde a una larga tradición de fe en la Iglesia: orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrena y que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.
El Catecismo de la Iglesia Católica, nos recuerda que los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, pasan después de su muerte por un proceso de purificación, para obtener la completa hermosura de su alma. 

Honramos, en este día de difuntos, la memoria de aquellos y aquellas que escucharon y meditaron la Palabra de Dios. Aquellos que no se dejaron influir por los vientos contrarios a la fe y permanecieron unidos a Dios porque sabían que Jesús cumple lo que promete. Dios, en su infinita memoria, guarda los nombres de los que –en vida- creyeron y siguieron su voluntad por Jesucristo. El gozo de Dios es el que, después de la muerte, nos podamos abrazar con Él. 


Hoy te bendice nuestro corazón, Padre, Dios 
de la vida, 
porque en Cristo Jesús, vencedor 
del pecado 
y de la muerte, v
emos que el fin 
de nuestro 
camino es la vida contigo. 
En Jesús radica nuestra esperanza de vida 
sin término, 
porque es resurrección 
y vida para todo el que cree en Él. 
Así la vida de los que creemos en ti, Señor, 
no termina, s
e transforma y al deshacerse 
nuestra morada terrenal,adquirimos 
otra mansión 
eterna 
para vivir siempre a tu lado. 
¡Bendito seas, Señor! 
Haz que nuestro contacto con Cristo 
por su palabra, por la fe y por los sacramentos, despierte 
tu gesto creador que da vida al hombre para siempre. 
Amén.

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