El Jueves Santo, día del amor fraterno, hacemos memoria de lo que hizo Jesús en la ultima Cena. Nos donó su cuerpo y su sangre, de esta manera instituyó la Sagrada Eucaristía como sacramento de la Pascua cristiana, el sacerdocio ministerial, y el gran mandamiento del amor. Un amor que expresa el servicio humilde y gratuito, amor en plenitud, en que Jesús dona su vida para la salvación de la humanidad entera. El mismo Señor, se nos hace presente, se sienta con nosotros a la mesa y nos dice también:“Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros.” Jesús se nos quiere dar como alimento de vida eterna, quiere estar entre nosotros, unirse tan dentro de nosotros, que podamos experimentar en nosotros su amor y su misericordia. Es una celebración para permanecer unidos a Cristo y actualizar aquello que él realizó; el gesto de partir el pan es el mismo que el de lavar los pies. Lo que hoy realizamos nos prepara para celebrar su muerte y Resurrección, y nos renueva por dentro para asumir nosotros también la misión de cristianos que nos compromete a entregar nuestra vida por los hermanos.
San Pablo, en la segunda lectura, asegura que el rito de la Eucaristía es verdaderamente conmemoración de la última Cena del Señor y Maestro Jesús antes de morir en la cruz. El cuerpo y la sangre de Jesús constituyen el sello de la Nueva Alianza, una alianza que permanecerá hasta la segunda venida del Señor. "Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas". La Eucaristía es la garantía de nuestro éxodo de cada día. La institución de la Eucaristía es el gesto de amor más grande del Señor hacia su pueblo: no deja sólo un recuerdo, sino que él mismo se nos da como alimento para que superemos nuestras debilidades y no nos desanimemos en nuestro caminar diario.
Jesús en el pasaje del Evangelio,se despide de sus discípulos en forma solemne, con un gesto y ejemplo de servicio que será la principal característica de la misión apostólica. Expresa su amor a los discípulos, haciéndose siervo, les lava los pies. Con este gesto, nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrar nuestra fe en Él. Debemos vivir como servidores unos de otros.
En nuestros días, el sacerdote conmemora, el gesto que Jesús tuvo hacía sus discípulos lavando los pies a doce personas,como signo de amor, humildad y servicio a los demás. El rito del lavatorio de los pies nos invita a practicar el mandamiento de la caridad fraterna "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". Lavar los pies al otro es hacerse servidor de todos con amor.
...Pues si yo, el señor y el maestro, os he lavado los pies, también vosotros os los debéis lavar unos a otros. Yo os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros lo mismo que he hecho yo. (Jn 13 1-15)
Tras la Eucaristía se trasladó el santísimo al sagrario, donde hubo un tiempo de oración.
La reflexión con la que nos debemos quedar para concluir este día el siguiente:
-Amor y Servicio, o lo que es lo mismo,amor y solidaridad de Dios con las personas. Hoy hacemos memoria del amor de Jesús, manifestado en una entrega total. Por eso,recordamos los gestos y las palabras de Jesús en un día crucial de su vida, y, por eso mismo, somos llamados a vivir la fraternidad y la solidaridad, haciendo realidad el mandato del mismo Jesús: “Amaos unos a otros como yo os he amado”.
-Amor y Servicio, o lo que es lo mismo,amor y solidaridad de Dios con las personas. Hoy hacemos memoria del amor de Jesús, manifestado en una entrega total. Por eso,recordamos los gestos y las palabras de Jesús en un día crucial de su vida, y, por eso mismo, somos llamados a vivir la fraternidad y la solidaridad, haciendo realidad el mandato del mismo Jesús: “Amaos unos a otros como yo os he amado”.
- Eucaristía,todo lo vivido, Jesús lo deja recogido en este gran signo eucarístico. Es la forma de expresar y hacer visible lo que el mismo Jesús realizó y nos pidió. De ahí que sólo en un contexto de amor y fraternidad sea posible celebrar este día del Amor Fraterno.
Jesús Maestro, te doy gracias y bendigo
la inmensidad de tu amor por el gran
regalo de la Eucaristía.
Por amor actualizas y renuevas en
ella el misterio pascual,te das como alimento
en la comunión y permaneces con nosotros en el sagrario.
Que te sienta presente en la Eucaristía;
que yo saque aguas con gozo de las
fuentes de la salvación.
Que comprenda y viva cada vez mejor la Eucaristía,
que te reciba siempre con fe y amor,
y que pueda visitarte diariamente en este sacramento.
Amén
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