Señor Jesucristo, que nos envías al mundo así como el Padre te ha enviado,concédenos el gozo de redescubrir en tu Palabra las raíces profundas de nuestra vocación misionera.
Lávanos de nuestras infidelidades, cobardías y omisiones, aleja nuestros temores y egoísmos.
Pon palabras de paz en nuestros labios,
amor en nuestras manos,
ternura en nuestros gestos,
ardor y verdad en nuestro testimonio.
Úngenos con el crisma de tu Santo Espíritu para seguir tus pasos al encuentro de toda persona,
y transformados así en discípulos misioneros, envíanos, Señor, una vez más,
hasta los últimos confines de la tierra
para anunciar con alegría
la buena nueva de tu Evangelio.
Amén
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