domingo, 7 de febrero de 2016

Vº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C


Hoy celebramos el Vº Domingo del Tiempo Ordinario, y ya nos empezamos a preparar para el tiempo de la Cuaresma. La Palabra que hoy escuchamos nos habla de la llamada del Padre para que todos seamos sus testigos en el mundo.Dios llama a todos para que vivamos nuestra vocación cristiana, la vocación de hijos. La vocación es esa llamada que Dios, por pura iniciativa y gratuidad, dirige a todos; y es un proceso en el que la persona se va dejando transformar por el Amor, por aquel que nos ama.

Qué bueno sería, que con las lecturas de este día, pidiésemos a Dios, que tengamos un encuentro personal con Él. Isaías, San Pablo o los mismos discípulos, pudieron ser fieles al Señor porque tuvieron una experiencia muy fuerte del Señor.

La Primera Lectura (Is 6, 1-2a. 3-8) nos narra la vocación del profeta Isaías. Sorprende la confianza y la cercanía,
Isaías experimenta la necesidad de ser purificado, para ser profeta, mensajero de Dios en medio del pueblo. A todos nosotros hoy, nos dice que el conocimiento y presencia de Dios en nuestra alma nos responsabiliza inmediatamente con la misión que el Señor encomienda a cada uno. Y debemos acometer nuestra tarea sin miedo a nuestra fragilidad o limitaciones propias.

El Salmo (137) "Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor" es un himno de Acción de Gracias ya convertido en texto litúrgico en tiempos de Jesús. Viene a agradecer la fuerza y los dones de Dios. Para nosotros su efecto y contenido es igual. Hemos de dar gracias a Dios continuamente por todo lo que hace día a día por nosotros.

En la Segunda Lectura (1 Co 15, 1-11) el apóstol Pablo escribe a los cristianos de Corinto, recordándoles que la fe se funda en los tres grandes acontecimientos: muerte, sepultura y resurrección de Jesús, pero que no sólo son historia sino misterio y germen de vida nueva, para ser testigos del mismo Jesús. Su testimonio es muy válido para nosotros hoy mismo, nos ayuda a entender mejor a Cristo y a nuestro cristianismo.

En el Evangelio (Lc 5, 1-11) podemos ver cómo los apóstoles dejan todo por seguir a Jesús. Y aun reconociendo como Pedro que eran pecadores, no erraron en la dirección de su camino. Nuestros pecados tampoco pueden ser excusa para estar lejos de la misión que Jesús nos propone a todos y cada uno de nosotros, aquí y ahora. Nuestra vocación ha de llevarse por delante de nuestros pecados emprendiendo el camino que nos lleva a la paz y al amor. Jesús nos lo pide y nos acompaña en nuestro camino.
Que Dios nos ayude a vivir hoy la vocación a la que hemos sido llamados.


Ayúdame Señor, a deslizarme 
del “yo” hacia el “nosotros”.
A caminar de lo “mío” hacia lo “nuestro”.
A pescar, no tanto en aguas tranquilas, sino en 
aquellas otras que pueden dar, por Ti, 
un feliz, soñado y sacrificado fruto.
Amén. 

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