domingo, 14 de febrero de 2016

I DOMINGO DE CUARESMA. CICLO C

El miércoles, con la imposición de la ceniza, comenzábamos la Cuaresma, cuarenta días que nos llevarán a la celebración de la Pasión, la muerte y sobre todo a la resurrección de Jesús. Todas las grandes aventuras, exigen riesgos o, incluso, vencer dificultades. Pero el Señor, con su Palabra nos da la fuerza necesaria para salir victoriosos y no dejar el camino de la fe. Ojalá que este tiempo de cuaresma nos ayude: primero, a hacer un poco más de oración; segundo, a escuchar con más atención y leer la Palabra de Dios; tercero, a ser más austeros y, si podemos ayudar en las necesidades de los demás. No olvidemos que estamos en el Año de la Misericordia. Que abramos el corazón para ir siempre al encuentro de los demás.

Las lecturas que vamos a escuchar son una llamada a ver y sentir a Dios como alguien que nos elige, nos conduce y nos saca de la esclavitud. Para ello es necesario que confesemos, frente a toda tentación, que Jesús es el Señor y que la Iglesia es un altavoz por el que lo escuchamos y lo vamos conociendo.

La Primera Lectura (Dt 26, 4-10) nos muestra cómo el hombre, en los momentos cruciales de su historia, siempre busca a Dios. Y es un testimonio claro para decirnos que Dios siempre estuvo a su lado, en medio de las dificultades, para liberarlos y protegerlos, al igual que está cono nosotros hoy.

El Salmo (90) "Está conmigo, el Señor en la tribulación" 
es, precisamente, el que cita el demonio, en la tentación a Jesús en el desierto. A nosotros nos puede servir también de oración personal invocando la confianza del Señor para que nos libre de las tentaciones.

La Segunda Lectura (Rm 10, 8-13) nos dice que la fe es esencial en nuestra vida, para recordarnos que el Señor es el único Señor, y Él nunca nos defraudará.

El Evangelio (Lc 
4, 1-13) nos narra las tentaciones de Cristo en el desierto. Confirma este evangelio que las pruebas y tentaciones formarán siempre parte de nuestra vida; pero, si vivimos junto a Cristo, seremos capaces de vencerlas y saldremos liberados de ellas. Cristo supo vencer al Tentador. Y nosotros, junto con Jesús, también sacaremos el pecado de nuestra vida.


No me dejes caer en la tentación.
Que no abandone ni olvide a Dios, y sea mi fuerza.
Que no olvide la oración, y sienta 
escuchada mi plegaria.
No me dejes caer en la tentación.
Que no sea más importante lo material que lo espiritual
Que no dé importancia a las cosas más que a Dios.
No me dejes caer en la tentación.
Que el ruido no sea más fuerte que el silencio.
Que las dificultades no sean mayores que mi fe.
No me dejes caer en la tentación.
Que la caridad salga siempre por mis manos.
Que mis labios alaben y bendigan al Señor .
AMEN

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