jueves, 28 de mayo de 2015

FIESTA DE JESUCRISTO SUMO Y ETERNO SACERDOTE

El jueves posterior a la solemnidad de Pentecostés, celebramos la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. 

Esta festividad de origen española, obtuvo aprobación de la Santa Sede en 1971. Fue incluida en el calendario litúrgico en 1974, y desde 1996, se incorporaron textos propios en la liturgia de las horas, enviados desde Madrid por Juan Pablo II, en conmemoración de sus bodas de oro sacerdotales.

Como sabemos, el Nuevo Testamento no utiliza el término sacerdote para referirse a los ministros de la comunidad. Lo reserva para denominar a Cristo (cf. Hb 6-10) y al pueblo de Dios, todo él sacerdotal (cf. 1Pe 2,9).

En relación con Cristo, la carta a los Hebreos interpreta su sacrificio, en oposición a los sacrificios de los sacerdotes de la antigua alianza, como el nuevo, único y definitivo sacerdocio: «Así también Cristo no se apropió la gloria de ser sumo sacerdote, sino que Dios mismo le había dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. O como dice también en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre igual que Melquisedec» (Hb 5,5-6). La misma carta añade: «Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos» (Hb 9,11).

Mediante el bautismo, todos hemos sido configurados con Cristo Profeta, Sacerdote y Rey. Nuestra vida es sacerdotal en la medida en que, unida a la suya, se convierte en una completa oblación al Padre.

Hoy fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, por la intercesión de Santísima Virgen María, Reina y Madre de todos y cada uno de nosotros y de la Iglesia entera, oremos pues por los sacerdotes, para que sean dignos ministros de Nuestro Señor: hombres de oración, amantes del sacrificio, encendidos de celo por la salvación de las almas. Y en especial oremos hermanos por el Santo Padre el Papa Francisco, para que el Señor le haga muy santo y llene de eficacia su labor en servicio de la Iglesia y de la humanidad.

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