domingo, 25 de enero de 2015

JORNADA MUNDIAL DEL EMIGRANTE Y DEL REFUGIADO. "NO SE PUEDE SER CRISTIANO SIN SER DISCÍPULO DEL SEÑOR."


Esta mañana, parte de los niños/as del grupo de poscomunión-confirmación (a su vez, miembros del coro) de la Parroquia, junto a sus familiares y catequistas, se pusieron rumbo a Cádiz, para celebrar en la S.A.I Catedral de Cádiz la Eucaristía con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, presidida por el obispo de la diócesis de Cádiz y Ceuta, Mons. Rafael Zornoza Boy. 

 

Fue una excelente ocasión para hacerles entender que todos somos iguales y debemos acoger a nuestros hermanos sin mirar del país que sean, pues somos hijos de un mismo Padre, Dios, que por amor nos ha creado, y nos ama a cada uno por igual sin distinciones.


El obispo diocesano manifestó como parte de la homilía que con esta Eucaristía “celebramos la acogida de todos estos inmigrantes, por los que la Iglesia tiene tanta preocupación”. Mons. Zornoza expresó que si tuviera que resumir el mensaje de Jesús hoy, “habría que hacerlo con las palabras de Shakespeare ‘ser o no ser’. Jesús ha venido al mundo a invitarnos a una vida nueva mediante la conversión y la fe. Jesús predica y dice ‘ha llegado el momento de convertíos y de creer en el Evangelio’, el Reino de Dios está en medio de nosotros”. Por otro lado, el obispo de Cádiz y Ceuta afirmó que “el hombre que no tiene a Dios cae en el materialismo, mientras que el que sabe el valor de Dios puede desprenderse de las cosas sin estar sometido a la intrascendencia. En nuestra sociedad, cuando se cae en la inmundanidad, las personas dejan de tener el valor que Dios les da”. En cuanto al grave problema de la inmigración, Mons. Rafael Zornoza aseguró que “es un problema global difícil de resolver, pero tenemos que ser capaces de acoger a todos como dice el lema de la campaña de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de este año, Iglesia sin fronteras, Madre de todos, porque ante todo somos hijos de Dios. En manos del Señor seremos instrumentos de salvación para los demás”.

La celebración, que estuvo amenizada con cantos y bailes típicos africanos, contó con la participación de numerosos inmigrantes que residen en la diócesis, muchos de ellos ataviados con la vestimenta regional de su país.



(Accediendo a este enlace(https://www.facebook.com/ParroquiaSantaMaMicaela podéis acceder a nuestra página de facebook para poder ver los vídeos de dos momentos caracteristícos de esta celebración.)

Fue una Eucaristía muy especial, en la que todos fuimos llamados a ver que la Iglesia no tiene fronteras, todos somos hermanos y convivimos como una gran familia guiadas por el amor de Dios, nuestro Padre, que nos elige y nos llama a cada uno por nuestro nombre.

Al finalizar la celebración eucarística, el grupo, fue a saludar al Sr. Obispo de Cádiz y Ceuta,y tras esta visita, participamos junto a todos los congregados allí, en la convivencia organizada por el secretariado diocesano de Migraciones, en el Centro Tartessos de Cádiz, en la que se compartió una paella.



Llámame, Señor, y seré feliz por colaborar contigo
Llámame, Señor, y contigo iré.
¡Gracias, Señor!

IIIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B


Celebramos hoy el IIIº Domingo del Tiempo Ordinario, día de la Infancia  Misionera, y seguimos caminando tras los pasos de Jesús. En la liturgia, escucharemos cómo Jesús nos llama y urge a la conversión. Sin duda alguna, su llamada nos exigirá un cambio radical en nuestras vidas: aprender a vivir confiando en la gracia y misericordia de nuestro Dios, que nos ama profundamente y, por eso, nos podemos fiar de Él. Con la conciencia viva de que toda celebración es una llamada de Dios a un cambio de vida, nos ponemos en actitud de acogida y nos disponemos a celebrar lo mejor de nuestra fe. Estamos en camino.

Dios es Salvación y vida, su presencia siempre es un cambio para el que cree y espera en Él. Por ello mismo, si creemos en Él, todos somos iguales, somos hermanos. Que el Evangelio de este día, además, nos ayude a escuchar al Señor y a seguirle con todo nuestro corazón. Su Reino merece la pena ser anunciado, querido y proclamado en el mundo.

En la Primera Lectura (Jon. 3, 1-5. 10) el profeta, enviado por Dios a una misión concreta y nada fácil, nos cuenta cómo la Palabra de Dios llamó a los ninivitas a la conversión y cómo éstos respondieron abandonando su mala vida pasada. A nosotros hoy, esta lectura nos invita a cambiar, a cambiar nuestras malas acciones por buenas obras, confiando en el amor misericordioso que Dios tiene por cada uno de nosotros.

El Salmo (24) "Señor, enséñame tus caminos" no es otra cosa que una oración pidiendo a Dios su mano de Padre para que nos lleve por los caminos de verdad y de justicia. Toda vida humana, por muy quebrantada que se encuentre es recuperable por el amor de Dios. 

En la Segunda Lectura (1 Co. 7, 29-31) el apóstol Pablo, respondiendo a una pregunta de la comunidad de Corinto, nos dice que la respuesta a la llamada del Señor no se puede hacer esperar. Es necesario cambiar de vida y, además, hacerlo ya; no hay tiempo que perder. No podemos dormirnos ni dejarlo para mañana; a Dios le urge nuestra fidelidad. 

En el Evangelio (Mc 1, 14-20) Marcos expone el programa de Jesús. El Reino de Dios está cerca y Jesús propone dos actitudes para pertenecer a este Reino: la conversión y la fe. Los primeros discípulos, fascinados por Jesús, dejan su vida de pescadores para ser pescadores en otros mares. Creen firmemente en su palabra y le siguen. Para pertenecer al Reino de Dios es preciso cambiar de mirada y de actitudes, y creer en la Buena Noticia que trae Jesús.

La Palabra de Dios nos insiste en la necesidad de convertirnos, de cambiar nuestras vidas. Pongámonos en camino; vivamos desde la gracia y la misericordia de nuestro Dios.


Llámame, Señor, y seré feliz 
por colaborar contigo.
Llámame, Señor, y sabré 
que Tú me necesitas,
que Tú me esperas, 
que Tú eres mi amigo
Llámame, Señor, y libérame de la tristeza
de las prisas y de la comodidad 
de aquello 
que me produce insatisfacción, 
de aquellas cosas 
que me agobian y me hacen llorar.
Llámame, Señor, y contigo iré.

¡Gracias, Señor!

jueves, 22 de enero de 2015

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY SAN VICENTE MÁRTIR.


San Vicente es uno de los tres grandes diáconos que dieron su vida por Cristo. Este mártir celebrado por toda la Cristiandad, encontró su panegirista en San Agustín, San León Magno y San Ambrosio.
Vicente descendía de una familia consular de Huesca, y su madre, según algunos, era hermana del mártir San Lorenzo. Estudió la carrera eclesiástica en Zaragoza, al lado del obispo Valero, quien por su falta de facilidad de expresión, lo nombró primer díacono para suplirle en la sagrada cátedra.

Paralelamente, el emperador Dioclesiano había decratado una de las más crueles persecusiones contra la Iglesia, y que fue aplicado por Daciano en España. Las cárceles, que estaban reservadas antes para los delincuentes comunes, pronto se llenaron de obispos, presbíteros y diáconos. Al pasar Daciano por Barcelona, sacrifica a San Cucufate y a la niña Santa Eulalia. Cuando llega a Zaragoza, manda detener al obispo y a su diácono, Valero y Vicente, y trasladarlos a Valencia. Allí se celebró el primer interrogatorio. Vicente responde por los dos, intrépido y con palabra ardiente. Daciano se irrita, manda al destierro a Valero, y Vicente es sometido a la tortura del potro. Su cuerpo es desgarrado con uñas metálicas. Mientras lo torturaban, el juez intimaba al mártir a la abjuración. Vicente rechazaba indignado tales ofrecimientos. Daciano, desconcertado y humillado ante aquella actitud, le ofrece el perdón si le entrega los libros sagrados. Pero la valentía del mártir es inexpugnable. Exasperado de nuevo el Prefecto, mandó aplicarle el supremo tormento, colocarlo sobre un lecho de hierro incandescente. Nada puede quebrantar la fortaleza del mártir que, recordando a su paisano San Lorenzo, sufre el tormento sin quejarse y bromeando entre las llamas. Lo arrojan entonces a un calabozo siniestro, oscuro y fétido "un lugar más negro que las mismas tinieblas", dice Prudencio. Luego presenta el poeta un coro de ángeles que vienen a consolar al mártir. Iluminan el antro horrible, cubren el suelo de flores, y alegran las tinieblas con sus armonías. Hasta el carcelero, conmovido, se convierte y confiesa a Cristo. Daciano manda curar al mártir para someterlo de nuevo a los tormentos. Los cristianos se prestan a curarlo. Pero apenas colocado en mullido lecho, queda defraudado el tirano pues el espíritu vencedor de Vicente vuela al paraíso. Era el mes de enero del 304.

Ordena Daciano mutilar el cuerpo y arrojarlo al mar. Pero más piadosas las olas, lo devuelven a tierra para proclamar ante el mundo el triunfo de Vicente el Invicto. Su culto se extendió mucho por toda la cristiandad.

domingo, 18 de enero de 2015

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

Celebramos hoy en este IIº Domingo del Tiempo Ordinario, la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, bajo el lema "Una Iglesia sin fronteras, madre de todos"En este segundo domingo, 
se nos presenta el inicio del ministerio público de Jesús. Jesús va llamando para “estar”, “aprender” y “compartir” con Él, un estilo de vida diferente, a los que luego serán su grupo, sus SEGUIDORES. 
Pero… ¿cuál es la noticia? Dios sale también a nuestro encuentro, nos llama por nuestro nombre, se sirve de mediaciones, de otras personas, de acontecimientos de la vida, y nos invita a ser de “su grupo”; nos deja libertad para acogerle y, libremente, para seguirle. Él nos irá modelando, cambiando el corazón, nos dará la fortaleza, el coraje para dejarlo todo y responder con generosidad a su llamada de anunciar el mensaje del Reino.

Las lecturas de hoy nos invitan a escuchar la Palabra de Dios y, sobre todo, a confiar en Él, ya que como un padre cuida de cada uno de nosotros.

La Primera Lectura (1 Sam 3b, 3-10.19) nos presenta la vocación del joven Samuel. Dios llamó a Samuel mientras dormía pero no reconoció su voz. Samuel finalmente,aconsejado por Elí, oye la llamada de Dios y responde así: “Aquí estoy”. Como profeta que es Samuel aprende a escuchar y a atesorar la palabra de Dios. Nosotros también tenemos el privilegio de oír la Palabra de Dios. Ahora nos toca decir a nosotros: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Abramos nuestros corazones a esa Palabra.

Cada vez que recitamos el Salmo (39) "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad", mostramos nuestra plena confianza en el Señor, confianza en la cual descubrimos el amor misericordioso que Dios nos tiene, su fidelidad eterna que nos sostiene en los momentos difíciles, la roca firme donde podemos descansar, no cumpliendo nuestra propia voluntad, sino la del Señor, que quiere lo mejor para cada uno de nosotros.

En la Segunda lectura (1 Cor 6, 23-15.17-20)  San Pablo escribiéndole a los corintios viene a recordarnos que nosotros somos miembros del Cuerpo de Cristo y templos del Espíritu Santo. Debemos respetar nuestro cuerpo porque éste, al igual que el de Cristo, resucitará y será glorificado.

En el Evangelio de hoy (Jn 1, 35-42) se nos presenta a dos discípulos de Juan, el Bautista,Andrés y Juan, que escuchan su testimonio y siguen a Jesús. Ahí se produce el ENCUENTRO, encuentro que culminará en una opción clara y rotunda por el nuevo Maestro. Y es que han quedado fascinados por Jesús y, desde ahí, se produce el seguimiento que abarca toda su vida.  

Como el apóstol Andrés fue a comunicar a su hermano Pedro y a llevarle junto a Jesús, procuremos también nosotros comunicar a cuantos nos rodean el amor de Dios y la fuerza del Evangelio. Digamos con nuestras palabras y, sobre todo, con nuestra vida, que hemos encontrado a Jesús y que Él es el único Señor de nuestra existencia, nuestro Salvador


Déjame buscarte, Señor.
Dejando todo aquello que obstaculice 
el que yo te encuentre,
alejándome de los ruidos 
que me impiden escuchar tu voz.
Ayúdame a estar siempre inquieto: 
en permanente búsqueda.
Enséñame a estar contigo: 
y conocerte para nunca olvidarte.
Envíame para servir amando: 
y, contigo, siempre salvando.
AMEN

sábado, 17 de enero de 2015

ASAMBLEA GENERAL DE LA ASOCIACIÓN PARROQUIAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE FÁTIMA Y DEL BEATO FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE

La Asociación Parroquial de nuestra Señora del Rosario de Fátima y del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire, convoca la Asamblea General Ordinaria para el martes, 3 de febrero a las 19:30 horas, en la Parroquia de Santa Mª Micaela.

Puntos a tratar:
1º.- Lectura y aprobación si procede del acta anterior.

2º.- Examen y aprobación si procede de las cuentas del ejercicio anterior.

3º.- Examen y aprobación de la memoria de actividades y gestión de la J.D.

4º.- Examen y aprobación de actos para el 2015

5º.- Examen y aprobación proyectos y presupuestos para 2015.

6º.- Acordar las distinciones y sanciones y bajas a que se hagan acreedores los socios.

7º.- Propuestas,ruegos y preguntas.

Tras finalizar la Asamblea ordinaria, se celebrará la Asamblea General Extraordinaria, teniendo como único punto a tratar el siguiente:

1º.- Fijar fecha para elección de nueva junta directiva.

viernes, 16 de enero de 2015

LA BELLEZA DE LA ORACIÓN.


«La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría» 
(Santa Teresita del Niño Jesús)

Decía un gran autor por ahí -refiriéndose a un monje que rezaba arrodillado- “hay una presencia densa. Ese hombre jamás es más hombre que cuando se muestra prosternado e inmóvil…”

Jamás el hombre es más hombre que cuando reza.
Porque la oración es sin duda la actividad que realiza, concreta y actualiza en modo más sublime la relación de amor entre Dios y el hombre. Y el amor es todo. Dios es Amor. El hombre es amor. Y en este amor, radica su más alta dignidad, su vocación más profunda y trágicamente olvidada, y también por supuesto su futuro tan aguardado…porque, cueste creerlo o no, el hombre no existe sino porque «creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador» (GS 19,1).


Dios es Amor, el hombre es amor, la oración es amor. Porque es relación, comunión, diálogo de amor, que permite al hombre entrar en contacto con Dios para dejarlo habitar en su corazón. A Dios se le conoce por contacto, amándolo, conformándose con Él. Por eso, hay una presencia densa en quien rezando ama y amando reza. En esa persona se percibe a Dios.

Jamás el hombre es más hombre que cuando reza.
Y uno aquí podría con nostálgica mirada culparse por los pocos espacios de oración que tiene, o que busca, o que desea. De hecho «esta “unión íntima y vital con Dios” (GS 19,1) puede ser olvidada, desconocida e incluso rechazada explícitamente por el hombre» (CIC 29).

Pero nuestra gran consolación es que por un lado Dios no cesa de buscarnos y llamarnos, para entablar de nuevo esta relación. Con Él, nunca es tarde para empezar de nuevo. La otra gran consolación es que todo lo que hacemos, lo podemos convertir en oración.

Pues como decía Santa Teresita del Niño Jesús: 
«La oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría»

Por lo cual, si logramos tener un espacio fuerte de encuentro con Dios; donde la calidad prima sobre la cantidad (buen ejemplo de ello es la misa, que durando aproximadamente media hora, nos permite lograr el contacto más íntimo con Dios), podremos mantenernos en presencia de Dios durante toda la jornada, transformando todas nuestras actividades del día en oración ¡Una vida hecha oración! Esto es lo que nos pide el apóstol Pablo cuando dice: «Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable» (Rom12,1)

Sí, jamás el hombre es más hombre que cuando reza, y rezando ama, y amando se vuelve el mismo oración.

DIFERENCIA ENTRE SANTIGUARSE Y PERSIGNARSE, Y SU SIGNIFICADO.


¿Qué diferencia hay entre santiguarse y persignarse? ¿Qué significa la signación antes de la proclamación del Evangelio?
“Pues Dios tuvo a bien hace residir en él (en Cristo) toda la plenitud, y reconciliar por él y para él todas las cosas, las de la tierra y las de los cielos haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col 1, 19-20).

La insignia del cristiano es la cruz ya que Jesucristo crucificado en ella nos redimió y pagó por nuestros pecados. Llevar la cruz y llevar una cruz en el pecho con dignidad debe ser lo más natural del cristiano. Hacer la señal de la cruz es un acto de la virtud de religión, que debemos hacer con toda devoción y decoro y no de cualquier manera. De la manera como hagamos nuestra señal de la fe decimos qué tan grande es nuestra fe y qué tanto hemos entendido del misterio de la cruz. Muchas veces parece que algunas personas hacen una mueca en lugar de evocar el signo sagrado de nuestra salvación; es como si se avergonzaran de que los vieran y trataran de disimular.

La señal de la cruz se hace de dos maneras: Santiguándonos y persignándonos.

¿Qué es santiguarse?

Es una oración haciendo la señal de la cruz en la frente, en el pecho, en el hombro izquierdo y luego en el hombro derecho. Diciendo: En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cuando se hace la señal de la cruz después de tocar el agua bendita se puede decir primero, al sumergir los dedos en ella: "Que esta agua bendita nos sea salvación y vida".
Hay quienes acostumbran al final besar el dedo pulgar extendido sobre el índice formando una cruz, como reverencia y devoción al signo de nuestra redención. Sin embargo, por piadosa que sea, esta práctica no forma parte del acto de santiguarse.

¿Qué es persignarse?

Es una oración haciendo una pequeña cruz con el dedo pulgar en la frente, luego otra en la boca y luego otra en el pecho. Diciendo: Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. Cuando nos signamos y luego inmediatamente nos santiguamos, entonces nos estamos persignando.Hay oraciones y momentos en que nos santiguamos (por ejemplo al inicio de la misa, al iniciar el día, al pasar al frente de una iglesia, etc..); hay oraciones y momentos en que nos signamos (antes de proclamar el evangelio); y hay oraciones y momentos para persignarnos (por ejemplo al inicio del Santo rosario, el viacrucis, las novenas, etc..).

Uno de los momentos en que nos signamos, como se decía antes, es antes de la proclamación del evangelio en la misa.
El sacerdote con las manos juntas dice: El Señor esté con vosotros; y el pueblo responde: Y con tu espíritu; y en seguida dice: Lectura del Santo Evangelio según San…., signando con el pulgar el libro y a sí mismo en la frente, en la boca y en el pecho, lo cual hacen también todos los demás. El pueblo aclama diciendo: Gloria a Ti, Señor. En seguida proclama el Evangelio y al final dice la aclamación Palabra del Señor, y todos responden: Gloria a Ti, Señor Jesús.

¿Qué significa signarse?

Signarnos la frente es pedirle a Dios que bendiga nuestra mente y nos libre de pensamientos y deseos indebidos, signarnos la boca es pedirle a Dios que bendiga nuestros labios y nos ayude a evitar palabras ociosas y signarnos en el pecho es para pedirle a Dios que bendiga nuestro corazón y evitar las malas acciones.

Cuando nos signamos antes del evangelio es para predisponer nuestra mente a la escucha atenta del mismo, en la boca para que sepamos anunciar el evangelio y en el pecho para ser custodiado con amor y fe.
Todo de cara a permitir que el evangelio que se proclama se haga vida en nosotros y dé los debidos frutos.

domingo, 11 de enero de 2015

EL BAUTISMO DEL SEÑOR. CICLO B


Celebramos hoy, el Bautismo del Señor, con esta fiesta terminan los días de la Navidad; es el fin de una vida silenciosa en Nazaret y el inicio de su vida pública. Jesús acudió al río Jordán donde Juan
bautizaba. También nosotros hemos sido bautizados como Jesús. Hemos sido ungidos por el Espíritu para servir y hacer el bien, para continuar la obra liberadora de Jesús. Estamos necesitados de actualizar nuestro propio Bautismo, la gracia que hemos recibido en él, la exigencia que debemos de dar a nuestro compromiso cristiano. En definitiva, tenemos que tomar conciencia de que la tarea de todo bautizado es: vivir siendo signo, siendo luz; desterrar toda injusticia, buscar la unidad entre los hermanos y ayudar a construir un mundo nuevo donde reine la paz y el amor.

La Liturgia de este domingo, nos prepara a la misión de Jesús: Isaías indica cómo sería el Mesías. La segunda lectura, por otro lado, nos presenta un conjunto de enseñanzas sobre el papel que va a desempeñar el Salvador. Finalmente, el Evangelio nos narra la complacencia, la alegría, la satisfacción que tiene Dios en un Hijo que va a ser su voz, sus pies, sus manos y su corazón en la tierra.

En la Primera Lectura (Is 42, 1-4. 6-7) el profeta Isaías, nos enseña como será el Mesías. “El pábilo vacilante no lo apagará”, el pábilo es esa llama que pugna por seguir ardiendo y que cualquier golpe de aire puede apagar. En este fragmento el profeta Isaías hace una hermosa descripción de Jesucristo y, además, añade que será nuestro liberador y quien dará luz a nuestros ojos.

El Salmo (28) "El Señor bendice a su pueblo con la paz" refleja la admiración del pueblo ante Dios que reina con su fuerza sobre la tormenta. El título del salmo es, precisamente, “Dios en la tempestad”. Y es en esa fuerza de la naturaleza donde se demuestra visiblemente su fuerza, la cual pone a la disposición de su pueblo para que sea feliz. A nosotros hoy nos acerca a esa seguridad que necesitamos en estos tiempos tan difíciles.

En la Segunda Lectura (Hch 10, 34-38) se nos dice que la manifestación suprema de la bondad y del amor de Dios a los hombres es Cristo. Este amor, actuado por el Espíritu, nos hace nuevas criaturas y nos destina a la vida eterna. El apóstol Pedro, presenta a Jesús haciendo el bien y curando a los oprimidos. 

En el Evangelio (Mc. 1, 6b-11) el evangelista Marcos, con su relato del bautismo, pretende explicar quién era en realidad Jesús de Nazaret. Aquel que después bautizará con Espíritu, se presenta a ser bautizado con agua. Jesús se introduce en las aguas del Jordán, recogiendo así todo el pecado del mundo, toda la miseria de la condición humana. En esta experiencia, Dios le revela que es el Hijo amado, y ahí nace la misión por la que Jesús deja la esfera de su vida privada para dedicarse al anuncio del Reino, a cumplir su misión.

Que esta celebración nos ayude a renovar nuestro Bautismo y a sentirnos amados por Dios; a descubrir que somos llamados a vivir como hijos suyos, y a salir de nuestro mundo cerrado para ir al encuentro de los hermanos. 


¡Yo soy de los tuyos, Señor!
Desde el día de mi Bautismo en el que, 
Dios, me hizo hijo suyo.
Cuando hago algo por los demás,
y no sólo miro por mí mismo.
Cuando escucho tu Palabra,
y siento que Dios me habla con palabras de amor.
Cuando, sabiendo que soy débil,
miro al cielo para que Dios me ayude.

¡Yo soy de los tuyos, Señor!
Si no dejo que, nada ni nadie, me aleje de Ti.
Si hago el bien a los que me rodean,
aunque algunos les parezca poco o nada.
Si, como Tú, Señor, 
me dejo llevar de la mano del Padre.
Si, allá donde hablo y camino,
soy semilla de verdad, de justicia y de perdón

¡Yo soy de los tuyos, Señor!
Dame tu Espíritu para que, así, no se apague en mí
lo que Dios en el día de mi bautismo 
me regaló con tanta fuerza y amor: su presencia.

Amén.

martes, 6 de enero de 2015

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, 6 ENERO 2015.


Con gran gozo, celebramos hoy la Epifanía del Señor, la manifestación de Dios, el deseo profundo de nuestro Padre de hacerse visible, cercano y palpable. En Belén, junto a los Magos, descubrimos el rostro de un Dios que es niño, que no es Mesías guerrero, sino pacificador. Dios se manifiesta en Jesús para acercarse a nosotros, abrirnos su corazón y meternos dentro de él, para que participemos de su vida y misión. Éste es el regalo que hoy el Señor quiere hacernos a cada uno de nosotros: celebrar y ser conscientes de nuestra fe, participar de su cuerpo y descubrir su rostro y amor de Padre. 

Las fiestas de Navidad y Epifanía son inseparables. La una lleva a la otra y le da la razón de ser. De nada serviría al hombre que hubiera nacido para él un Salvador, si ese Salvador permaneciera oculto y desconocido. La Navidad celebra el nacimiento del Salvador y la Epifanía es su presentación al mundo. Ambos misterios son obra del Padre Dios. 
La Liturgia nos presenta la manifestación de Jesús, recién nacido, a todos los pueblos. Este hecho se realiza representado por unos Magos venidos de Oriente. El significado de este episodio, sigue siendo importante también hoy, para toda la humanidad: la salvación que Dios ofrece por Jesucristo, es para todos los hombres sin excepción. Él quiere darse a conocer como luz de todos y para todos, esto es lo significativo de este día, su sentido universal, la presencia amorosa de Dios, a toda la humanidad.


En la Primera Lectura (Is 60, 1-6) el profeta Isaías, con gran riqueza de imágenes, anuncia el despertar de la luz en medio de la oscuridad. Resplandor al que se acercan todos los hombres de la tierra en busca de la salvación. Nosotros, también queremos acercarnos a esa luz para afianzar nuestras vidas en la certeza del Padre que nos ama. 

El Salmo (71) "Se postrarán ante ti, Señor, todos los Reyes de la Tierra",fue compuesto en su origen para festejar a un gran rey de Israel, pero con el tiempo se le fue dando un sentido de profecía mesiánica que es como lo interpretamos nosotros hoy en este día de la Epifanía del Señor.
En la Segunda Lectura (Ef 3, 2-3; 5-6) el apóstol Pablo nos recuerda que la salvación es para todos; nadie ha quedado excluido de ella. Dios no tiene preferencias por una raza o pueblo; para Dios no hay extranjeros. Todos cabemos en su casa, todos somos sus hijos, todos somos uno en Jesús. 

En el Evangelio (Mt 2, 1-12) el evangelista nos narra la aventura de los reyes que, desde sus lejanos países, se dejan guiar por la luz de una estrella que les seduce y les conduce al encuentro con el Niño-Dios. Nosotros, sea cual sea nuestra situación y condición, pertenecemos al mundo de los privilegiados. Dios se quiere manifestar personalmente a cada uno de nosotros. 



El camino de ida de los reyes, era incierto y penoso, el de vuelta seguro y alegre... La estrella sigue brillando, "se han abierto los caminos divinos de la tierra", así nosotros debemos recorrerlos y encontrar a Cristo para seguir caminando con seguridad, con esperanza, con alegría y paz.

¡Dejémonos conducir por la estrella luminosa 
de la fe y reconozcamos en Cristo 
la única Luz que puede guiar nuestros pasos!

LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, SIGNIFICADO


Epifanía es algo más que una noche de sueños y regalos. Es la fiesta de la luz que ha brillado en medio de las tinieblas del mundo para que todos los hombres de toda condición y raza puedan encontrar al Salvador, nacido de María. Los Magos son testigos de esa muchedumbre que busca la luz en medio de las tinieblas y la alegría en medio de tanto pesares. El creyente o el que busca a Dios debe encarnar las tres actitudes fundamentales de los peregrinos de Oriente:

1. Contemplar a Dios

Los Magos descubrieron el querer de Dios en contacto con el universo y con la palabra del Señor.

2.La unión de ambas realidades.
Ésto, ayudó a los Magos a descubrir los signos de Dios y sus promesas.
3. Hacer de la fe un camino. 
Creyeron en el signo y emprendieron un camino de búsqueda del Señor. Entre luces y sombras llegaron a Belén.

El camino de la fe conduce al misterio aceptado y venerado.Aceptar y conocer a Jesús como Salvador. Los Magos le ofrecieron sus dones como Mesías, nosotros hacemos la ofrenda del don de todo nuestro ser, reconocer a Jesús como el Salvador.


lunes, 5 de enero de 2015

CÓMO MANTENER LA ILUSIÓN QUE TIENEN LOS PEQUEÑOS EL DÍA DE REYES.

A medida que los niños van creciendo, comienzan a hacer múltiples preguntas y en estas fiestas,una de ellas es: ¿Quiénes son Los Reyes Magos? Esta historia que a continuación compartimos, ayudará a los padres a decirles la verdad manteniendo siempre la ilusión de los más pequeños de la casa.
 
-Mamá, mamá mis amigos y amigas del cole dicen que los Reyes Magos son los padres, ¿es verdad?
La madre de Leo sonríe, le da un beso y dice:
- Mira Leo. Tengo que enseñarte algo que guardo en este cajón desde hace 7 años.
Su madre saca del cajón un sobre blanco. 
Lo abre y le dice a Leo:
- Esta carta la recibimos en casa el día que naciste. Es una carta escrita por los Reyes Magos y ellos nos piden que les hagamos tres favores. ¿Quieres que te la lea?
- ¡Sí mamá, por favor!

Apreciado papá y apreciada mamá de Leo.

Somos los Reyes Magos. Sabemos que acaba de nacer Leo. Es un niño precioso que os va a hacer muy felices a los dos. Ya sabéis que cada 6 de enero nosotros vamos en silencio a casa de todos los niños del mundo y les dejamos unos regalitos para celebrar el nacimiento del niño Jesús y para decirles lo orgullosos que estamos de ellos por lo bien que se han portado durante el año.
Pero a partir de ahora, no podremos hacerlo porque estamos muy viejecitos y cada vez hay más y más niños en este mundo. No podemos ir a casa de todos. Además, ayer me caí del camello y me rompí el brazo (soy Melchor, estoy ya un poquito torpe); Gaspar es muy lento porque camina con la ayuda de un viejo bastón y Baltasar, ¡nuestro viejecito Baltasar!, se olvida siempre de dónde tiene la lista de los regalos. 
Como ves, ya estamos muy mayores y necesitamos pediros tres favores muy importantes:

*El primero de ellos, es que necesitamos que nos ayudéis a poner los regalos a los niños. Cada padre y madre harán nuestro trabajo el día de Reyes: leerán las cartas de sus hijos y, con la misma ilusión que la nuestra, les pondrán los regalos como si fuéramos nosotros. Así todos los niños del mundo tendrán sus regalos y nosotros podremos descansar y ver, desde lo lejos, sus caritas de alegría y sorpresa.

*El segundo es que como esto es un gran secreto, no se lo podréis decir a Leo hasta que cumpla los 7 años. Cuando tenga esta edad, ya será mayor y sabrá guardar este secreto. Los niños pequeños no deben saber que nosotros ya no podemos poner los regalos y que son los padres los que nos ayudan porque sino… ¿qué pensarán de nosotros? ¿dónde estará la ilusión? El secreto se ha de decir solo a los niños responsables, a los que ya pueden entender que nosotros les queremos mucho y que por eso pedimos ayuda a sus padres, las personas más importante,las que más los quieren a ellos.

*El tercero y último favor es que algunos padres que nos ayudan están enfermos o no tienen dinero para comprar regalos a sus hijos. Y también hay niños que no tienen la suerte de tener dos papás. Por eso, necesitamos que vuestros hijos se conviertan “un poquito” en Reyes Magos y compartan algunos regalos con los niños que no tienen tanta suerte como ellos.
Nada más. ¿No es demasiado, verdad? Cuando Leo te pregunte por primera vez quiénes son los Reyes Magos léele esta carta. Entenderá por qué nosotros hemos confiado en vosotros para hacer nuestro trabajo: porque sois las personas que más lo queréis en el mundo y que mejor pueden ver su enorme y bondadoso corazón de perla.


Melchor, Gaspar y Baltasar

domingo, 4 de enero de 2015

IIº DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD.

Este domingo es un eco de la fiesta de la Navidad. Y lo es porque nuestro ánimo, en la proximidad de la Epifanía, debe estar dispuesto a sumergirse en el sublime misterio de un Dios hecho hombre, de un Dios que se hace niño en Belén, para salvar al mundo. Nuestra celebración de hoy quiere ser reposada, tranquila y que propicie la interiorización del Evangelio, que nos dice: en Dios estaba la Palabra, que es comunicación y revelación. En esa Palabra había Vida y Luz. Nosotros mismos somos fruto de esa Palabra, que se ha “hecho carne” y ha “acampado entre nosotros”. Un Dios hecho carne, identificado con nuestra debilidad, respirando nuestro aire, comunicando y sufriendo con nuestros problemas.

Hoy las lecturas tienen un mismo hilo conductor: todo nos lleva a Jesús. En la primera, veremos como la sabiduría, está junto a Dios. En la segunda San Pablo nos presenta un bonito himno en el que nos recuerda que, Dios, nos salva a todos por medio de Jesucristo. Finalmente, en el Evangelio, una vez más nos quedaremos emocionados cuando contemplemos que Dios se revela definitivamente en Jesucristo.

En la Primera Lectura (Eclo 24, 1-4. 8-12) muestra la reflexión del autor sagrado que constituye uno de los elogios más hermosos de la Sabiduría divina. Esa sabiduría da testimonio y es la revelación de Dios como creador y salvador nuestro; da a conocer su espíritu, su palabra y su providencia. El pueblo de Dios es el que la recibe y obra a imagen de ella. Es, pues, un don que anima, desde siempre, el corazón humano. 

El Salmo (147) "La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros" que cantamos hoy procede del prólogo del Evangelio de San Juan de este domingo. Este Salmo era para los judíos de tiempos de Jesús una exaltación de Dios como salvador de los pobres y de los humildes.Todo se hizo por medio de la Palabra para salvarnos del pecado y encaminarnos a un camino nuevo guiado por Jesucristo.

En la Segunda Lectura (Ef 1, 3-6. 15-18) el apóstol Pablo nos ofrece una profunda reflexión sobre la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, y lo presenta como un proyecto concebido por Dios desde los orígenes de la historia. Y es que Dios, por la fuerza de su amor, nos ha predestinado en Cristo a ser sus hijos. 

En el Evangelio (Jn 1, 1-18) se nos ofrece la reflexión de Juan, el “discípulo amado”. El evangelista nos presenta a Jesús como la Palabra definitiva de Dios. Y él siente que es una palabra cercana, que ha acampado entre nosotros, iluminando de este modo nuestra vida. Abrirnos a esta presencia es la gran propuesta y la invitación que se nos hace en el día de hoy.


Viniste al mundo, Señor, y p
or venir hasta nosotros,
nos sentimos afortunados y dichosos:
¡Nunca nos había ocurrido algo parecido!
¡No te vayas, Señor!
¡Quédate junto a nosotros, Señor!
¡Deja que sigamos adorando tu divinidad!
¡Permite que te dejemos los dones
de nuestra fe, esperanza y caridad!
¡
Viniste al mundo, Señor
!
Y, desde que has llegado, 
este mundo 
ha encontrado una ventana 
que nos abre
 de nuevo a la esperanza y a la paz.
Gracias, Señor
¡HAS VENIDO…Y NOS BASTA!

sábado, 3 de enero de 2015

CELEBRACIÓN DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS,3 DE ENERO

Cada 3 de enero la Iglesia celebra el Día del Santísimo Nombre de Jesús.Éste es aquel santísimo nombre anhelado por los patriarcas, esperado con ansiedad, demandado con gemidos, invocado con suspiros, requerido con lágrimas, donado al llegar la plenitud de la gracia”, decía San Bernardino de Siena.

“Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción”
(Lc. 2, 21).

La palabra Jesús es la forma latina del griego “Iesous”, que a su vez es la transliteración del hebreo “Jeshua” o “Joshua” o también “Jehoshua”, que significa “Yahveh es salvación”.

El Santísimo Nombre de Jesús comenzó a ser venerado en las celebraciones litúrgicas del siglo XIV. San Bernardino de Siena y sus discípulos propagaron el culto al Nombre de Jesús. En 1530 el Papa Clemente VII concedió por primera vez a la Orden Franciscana la celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús. San Bernardino solía llevar una tablilla que mostraba la Eucaristía con rayos saliendo de ella y, en el medio, se veía el monograma “IHS”, abreviación del Nombre de Jesús en griego (ιησουσ).
Más adelante, la tradición devocional le añade un significado a las siglas: "I", Iesus (Jesús), "H", Hominum (de los hombres), "S", Salvator" (Salvador). Juntos quieren decir “Jesús, Salvador de los hombres”.

San Ignacio de Loyola y los jesuitas hicieron de este monograma el emblema de la Compañía de Jesús.

El Nombre de Jesús, invocado con confianza:

-Nos brinda ayuda en las necesidades corporales, según la promesa de Cristo: "En mi nombre agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien" (Mc. 16,17-18). En el Nombre de Jesús los Apóstoles dieron fuerza a los lisiados (Hch. 3,6; 9,34) y vida a los muertos (Hch. 9,40).

-Nos alienta en las pruebas espirituales. El Nombre de Jesús le recuerda al pecador, el padre del hijo pródigo y del buen samaritano; al justo le recuerda el sufrimiento y la muerte del inocente Cordero de Dios.

-Nos protege de Satanás y sus artimañas, ya que el diablo le teme al Nombre de Jesús, quien lo ha vencido en la Cruz.

-En el nombre de Jesús obtenemos toda bendición y gracia en el tiempo y la eternidad, pues Cristo dijo: "lo que pidan al Padre se los dará en mi nombre." (Jn.16,23). Por lo tanto, la Iglesia concluye todas sus oraciones con las palabras: "Por Jesucristo Nuestro Señor", entre otras.

Así se cumple la palabra de San Pablo: "Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos." (Flp. 2,10).

jueves, 1 de enero de 2015

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, 1 DE ENERO.

Iniciamos el año nuevo con la celebración de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. La Iglesia fija su mirada en la celestial Madre de Dios que estrecha entre sus brazos al Niño Jesús: fuente de toda bendición. Además, hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz , una paz que todos anhelamos y necesitamos. Paz en el mundo, paz en nuestras relaciones interpersonales y paz dentro de nosotros mismos.

El Señor nos muestra a María Santísima, la elegida de Dios Padre, para que sea Madre de su Hijo, que nace hombre para darnos la filiación divina. La Madre del Redentor, camina con nosotros y nos guía, con ternura materna, hacia el futuro. Así, ayuda a la humanidad a cruzar todos los umbrales de los años, de los siglos y de los milenios, sosteniendo su esperanza en aquel que es el Señor de la historia. Como ella, sepamos estar atentos a lo que el Señor quiere decirnos, para poder descubrir en nuestra vida de cada día, la salvación de Dios.


Hoy, en la Liturgia, se nos recuerda que la paz es fruto de la vida espiritual. Además, veremos como Jesús es el gran regalo que estamos contemplando en estas Navidades. Claro está que, para ello, hemos de cultivar la pequeñez que, por ejemplo, tuvieron los pastores. O, por ejemplo, la pequeñez que tuvo María. 


En la Primera Lectura (Nm. 6, 22-27) los sacerdotes de Israel, cuando comenzaba el nuevo año, bendecían al pueblo. Bendecir es «decir-bien» a una persona, a un objeto o a un lugar. Dios, al comienzo del nuevo año, “dice bien” a todos. La bendición divina es signo de su amor paternal. Nos concede su paz e ilumina su rostro sobre nosotros.

El Salmo (66) "El Señor tenga piedad y nos bendiga" se utilizaba como fórmula litúrgica para dar gracias a Dios por la bondad de las cosechas. Y es un poema de gran fuerza que expresa el agradecimiento a un Dios que ayuda siempre y que se ocupa de sus criaturas. Es una buena forma para alabar a Dios en este primer día del año.

En la Segunda Lectura (Gl 4, 4-7) el apóstol Pablo nos recuerda que gracias a Jesús podemos llamar “Abba”, Padre, a Dios. Desgraciadamente, estamos muy acostumbrados a llamarle así y no somos conscientes del gran regalo que esto supone: él es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos; hijos protegidos y amados. 

En el Evangelio (Lc 2, 16-21) los pastores, motivados y animados por el anuncio del ángel, se ponen inmediatamente en camino para ver lo que Dios les ha manifestado. Los pastores están despiertos, vigilan, esperan, permanecen, buscan, caminan, se animan, cantan, agradecen, bendicen y expresan su júbilo; sin duda, una actitud activa de quienes han puesto su confianza en el Señor. Por otro lado, el evangelista Lucas nos dice que María escucha a Dios en los acontecimientos y que conserva en su interior todo lo que los pastores dicen. Seguro que a María no le debió resultar nada fácil ser la elegida y vivir lo que acontecía en ella. Como en nosotros, también en María, la fe fue un proceso. 

La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. Pidamos a María, la Madre de Jesús, que nos ayude a comprender y a vivir cada día la fraternidad que brota del corazón de su Hijo, para llevar paz a todos los que nos rodean en este mundo.


El Señor, con su Nacimiento, ya está alumbrando 
con 12 lámparas cada mes de este Año Nuevo.
El Espíritu, con su suave brisa, 
nos infundirá 365 soplos de aliento divino.
La Virgen María, Madre de Dios y nuestra,
marchará delante de nosotros, sus hijos e hijas,
ayudándonos a vivir dignamente cada hora 
y cada segundo, cada día y cada instante 
de este Año Nuevo que ahora se inicia.
¡Vayamos! ¡Corramos! La vida y la fe nos espera.