Las tres lecturas que vamos a escuchar tienen algo en común: para vivir según Dios, hay que conocer sus planes y no juzgarlos. Muchas veces pretendemos que, el Señor, piense como nosotros. ¿Y nosotros? ¿Pensamos y actuamos como Dios quiere? Que las lecturas que vamos a proclamar nos ayuden a entender la bondad y la grandeza del Señor.
En la Primera Lectura (Is. 55, 6-9) escuchamos al profeta Isaías. Su mensaje está cargado de una esperanza activa, y es que los planes de Dios no son la muerte ni la sinrazón; al contrario, volviendo el corazón hacia Dios, invita a su pueblo a ajustarse a los planes de salvación del mismo Dios y así caminar por la senda de la justicia y de la fraternidad.
El Salmo (144) " Cerca está el Señor de los que lo invocan" es un canto de alabanza a Dios. Su inspiración literaria viene de otros salmos y era considerado por los judíos contemporáneos de Jesús como uno de los grandes poemas de alabanza a Yahvé compuestos por el Rey David. La realidad es que el salmista expresa, con maestría, su gozo ante esa gran realidad que es la grandeza y la ternura de Dios, Nuestro Padre y Padre de la toda la creación.
En la Segunda Lectura (Flp.1, 20c-24. 27a) el apóstol Pablo, encarcelado y a las puertas del martirio, sigue seducido por Cristo. Y aunque sigue creyendo que le queda labor por realizar de cara a la evangelización, se pone en manos de su Señor. Desde ahí, invita a su comunidad a llevar una vida digna del Evangelio, porque éste es el objetivo del seguidor de Jesús.
En el Evangelio de hoy (Mt 20, 1-16), a través de la parábola de los jornaleros de la viña que cobran todos igual por su trabajo, Jesús sigue mostrando cuál es el modo de actuar de Dios: desde la clave de la misericordia, aunque ello suponga un escándalo para cuantos le escuchan. Con todas estas comparaciones y con su comportamiento, el Maestro nos presenta cómo es Dios y cuál su modo de proceder.
El Señor nos ha invitado a trabajar en su viña, y a descubrirle presente en medio de la vida, porque Él está acompañando nuestros esfuerzos para que venga a nosotros su Reino. Que Él nos mire y nos enseñe sus caminos para que, desde la gratuidad y el servicio, busquemos siempre lo que favorece el bien común, la fraternidad, la justicia y la paz.
Porque nos llamas a tu viña.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque perdonas nuestra pereza.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque nos acoges y olvidas nuestras faltas.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque quieres contar con nosotros.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque eres bueno y repartes a todos.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque eres bueno y no llevas cuentas.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque tu justicia es la verdadera.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque tu verdad es la auténtica.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque tu bondad no tiene límites.
GRACIAS, SEÑOR.
Porque confías en todos nosotros.
GRACIAS, SEÑOR.
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