domingo, 31 de agosto de 2014

XXIIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A


Celebramos el XXIIº Domingo del Tiempo Ordinario, y encontramos que la liturgia de hoy, está muy llena de contenidos. Sin rodeos, Jesús nos da las reglas de su seguimiento. Nos pide que nos neguemos a nosotros mismos para poderle seguir. Y es que a Jesús no se le puede compartir con nadie. Jesús nos pide entrega incondicional, aunque su yugo sea suave y su carga ligera, pero hay que entregarse, aunque como a Pedro no nos guste el sacrificio que anuncia Jesús.

Jesús no ama ni busca arbitrariamente el sufrimiento, ni para él ni para los demás, como si éste fuera especialmente grato a Dios. Lo que agrada a Dios no es el sufrimiento, sino la actitud con que se asumen las cruces que nacen de la fidelidad a su Hijo amado, a quien merece la pena seguirle.

En la Primera Lectura (Jer 20, 7-9) Jeremías, seducido por Dios, se lamenta amargamente y se desahoga con Dios porque su vocación le ha traído disgustos y persecuciones. Sus palabras le hacen odioso al pueblo. Pero el fuego ardiente de la palabra divina le obliga a ser mensajero de Dios. No puede callar a pesar de las persecuciones. 

Cada vez que recitamos el Salmo (62)  "Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío" pedimos a Dios que inunde con su Espíritu Santo nuestro ser, ya que en todo momento necesitamos de su amor, de su fidelidad para con nosotros. Porque es nuestro auxilio y con su amor, nos sostiene en las pesadumbres de nuestra vida.

En la Segunda Lectura (Rom 12, 1-2) el apóstol Pablo exhorta a la comunidad de Roma a vivir dejándose transformar por la gracia de Dios, convirtiéndose de ese modo en holocausto vivo y agradable al Padre. Y es que el culto en espíritu y verdad -según el apóstol- consiste en ofrecer al Señor cada instante de la vida y a vivir según su voluntad divina. 

En el Evangelio (Mt 16, 21-27) Jesús anuncia a sus discípulos que su camino pasa por el sufrimiento y la muerte antes de llegar a la gloria y a la plenitud; esto es, anuncia el sentido de su mesianismo en la línea del Siervo sufriente, que lo entrega todo. Pedro reacciona contra esta propuesta de Jesús, pero Jesús proclama que quien quiera seguirle debe cargar con la cruz. La cruz no es término, sino camino: el que pierda su vida, el que se vence a sí mismo, el que se olvida de sí mismo, encontrará la vida. 

Todo trabajo o proyecto que merezca la pena, tiene un coste y un sacrificio. El proyecto de Jesús, un Reino de justicia, de amor y de verdad, también tiene sus dificultades.Si miramos a los Apóstoles, la historia de la Iglesia, la vida de muchos creyentes, comprobaremos, incluso hoy día, que la fe implica persecución, cruces y lágrimas. Pero, por Dios, merece la pena intentarlo.


No me asusta la Cruz.
Me asusta el verla sin Ti, me asusta el llevarla sólo.
Me asusta y me echa para atrás el que, Tú Jesús,
no salgas a mi encuentro.
No me asusta la Cruz.
Me da temor que pueda conmigo, me infunde 
temor el que sea demasiado grande.
Me hace pensar si, yo Señor, seré el indicado 
para llevarla hacia delante.
No me asusta la Cruz.
Porque bien sé, Señor, que Tú estás en lo más alto
 de ella mirándome, alentándome, ayudándome
y diciéndome:

¡Yo estaré siempre contigo!

Amén

jueves, 28 de agosto de 2014

LA IGLESIA ESPAÑOLA SE RENUEVA.

La Nunciatura Apostólica en España comunica a la Conferencia Episcopal Española (CEE) que a las 12:00 horas de hoy, jueves 28 de agosto, la Santa Sede ha hecho público que el Papa Francisco ha aceptado la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis de Madrid presentada por el Cardenal Antonio Mª Rouco Varela, en conformidad con el canon 401, párrafo 1, del Código de Derecho Canónico.

El Santo Padre ha nombrado Arzobispo de Madrid a Mons. D. Carlos Osoro Sierra y ha nombrado Arzobispo de Valencia, al Cardenal Antonio Cañizares Llovera.

Hasta la toma de posesión canónica de sus respectivas nuevas diócesis por parte de los anteriormente nombrados, el Cardenal Rouco Varela es desde hoy Administrador Apostólico de la archidiócesis de Madrid y Monseñor Osoro Sierra, de la de Valencia.

Mons. D. Carlos Osoro Sierra, Arzobispo de Valencia 
desde 2009

Nació en Castañeda (Cantabria) el 16 de mayo de 1945. Cursó los estudios de magisterio, pedagogía y matemáticas, y ejerció la docencia hasta su ingreso en el Seminario Colegio Mayor para vocaciones tardías El Salvador de Salamanca en cuya Universidad Pontificia se licenció en Teología, con premio extraordinario, y en Filosofía. Fue ordenado sacerdote el 29 de julio de 1973 en Santander, diócesis en la que desarrolló su ministerio sacerdotal. Durante los dos primeros años de sacerdocio trabajó en la pastoral parroquial y la docencia. En 1975 fue nombrado Secretario General de Pastoral, Delegado de Apostolado Seglar, Delegado Episcopal de Seminarios y Pastoral Vocacional y Vicario General de Pastoral. Un año más tarde, en 1976, se unifican la Vicaría General de Pastoral y la Administrativo-jurídica y es nombrado Vicario General, cargo en el que permaneció hasta 1993, cuando fue nombrado Canónigo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Santander, y un año más tarde Presidente. Además, en 1977 fue nombrado Rector del Seminario de Monte Corbán (Santander), y ejerció esta misión hasta que fue nombrado Obispo. Durante su último año en la diócesis, en 1996, fue también Director del centro Asociado del Instituto Internacional de Teología a Distancia y Director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Agustín, dependiente del Instituto Internacional y de la Universidad Pontificia de Comillas.

El 22 de febrero de 1997 fue nombrado Obispo de Orense. El 7 de enero de 2002 fue designado Arzobispo Metropolitano de Oviedo, de cuya diócesis tomó posesión el 23 de febrero del mismo año. Además, del 23 de septiembre de 2006 hasta el 9 de septiembre de 2007 fue el Administrador Apostólico de Santander.

Su Santidad el Papa Benedicto XVI le nombró Arzobispo Metropolitano de Valencia el 8 de enero de 2009.

Ha representado a la Comisión Internacional de Justicia y Paz en Lima (Perú) en el Primer Encuentro de trabajo para fijar las bases de plan docente en materia de Doctrina Social de la Iglesia en su aplicación en las Universidades que la Iglesia latinoamericana posee en el continente. Desde noviembre de 2008 es patrono vitalicio de la Fundación Universitaria Española y director de su seminario de Teología. En la Conferencia Episcopal Española fue Presidente de la Comisión Episcopal del Clero de 1999 a 2002 y de 2003 a 2005; Presidente de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar hasta marzo de 2014 (fue miembro de esta Comisión desde 1997) y miembro del Comité Ejecutivo entre 2005 y 2011. El 12 de marzo de 2014 en la CIII Asamblea Plenaria fue elegido Vicepresidente de la CEE.

Cardenal Antonio Cañizares Llovera, Prefecto de la Congregración para el Culto Divino desde el año 2008

Nació en la localidad valenciana de Utiel el 15 de octubre de 1945. Cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario diocesano de Valencia y en la Universidad Pontificia de Salamanca, en la que obtuvo el doctorado en Teología, con especialidad en Catequética. Fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 1970.

Los primeros años de su ministerio sacerdotal los desarrolló en Valencia. Después se trasladó a Madrid donde se dedicó especialmente a la docencia. Fue profesor de Teología de la Palabra en la Universidad Pontificia de Salamanca, entre 1972 y 1992; profesor de Teología Fundamental en el Seminario Conciliar de Madrid, entre 1974 y 1992; y profesor, desde 1975, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y Catequesis, del que también fue director, entre 1978 y 1986. Ese año, el Instituto pasó a denominarse San Dámaso y el Cardenal Cañizares continuó siendo su máximo responsable, hasta 1992. Además, fue coadjutor de la parroquia de San Gerardo, de Madrid, entre 1973 y 1992. Entre 1985 y 1992 fue director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Episcopal Española.

El 6 de marzo de 1992 fue nombrado Obispo de Ávila. Recibió la ordenación episcopal el 25 de abril de ese mismo año. El 1 de febrero de 1997 tomó posesión de la archidiócesis de Granada. Entre enero y octubre de 1998 fue Administrador Apostólico de la diócesis de Cartagena. El 24 de octubre de 2002 fue nombrado Arzobispo de Toledo y Primado de España, sede de la que tomó posesión el 15 de diciembre de ese mismo año. Fue creado Cardenal por el Papa Benedicto XVI en el Consistorio Ordinario Público, el primero de su Pontificado, el 24 de marzo de 2006.

En la CEE ha sido Vicepresidente (2005-2008), miembro del Comité Ejecutivo (2005-2008), miembro de la Comisión Permanente (1999-2008), Presidente de la Subcomisión Episcopal de Universidades (1996-1999) y de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis (1999-2005).

El Papa Juan Pablo II lo nombró miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe el 10 de noviembre de 1995. El 6 de mayo de 2006, el Papa Benedicto XVI le asignó esta misma Congregación, ya como Cardenal. También como Cardenal, el Papa le nombró, el 8 de abril de 2006, miembro de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei.
El 9 de diciembre de 2008 fue nombrado Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cargo que ocupa en la actualidad.

El Cardenal Cañizares ha sido fundador y primer Presidente de la Asociación Española de Catequetas, miembro del Equipo Europeo de Catequesis y director de la revista Teología y Catequesis. Es miembro de la Real Academia de la Historia desde el 24 de febrero de 2008.

Cardenal Rouco Varela, Arzobispo de Madrid desde 1994

El hasta ahora Arzobispo de Madrid, Cardenal Antonio María Rouco Varela nació el 20 de agosto de 1936 en Villalba (Lugo). Desarrolló sus estudios sacerdotales en el Seminario de Mondoñedo y continuó los estudios en Teología en la Universidad Pontificia de Salamanca. Se ordenó sacerdote en esta ciudad el 28 de marzo de 1959. Ese mismo año se trasladó a Munich en cuya Universidad cursó estudios de Derecho y Teología. En 1964 se doctoró en Derecho Canónico.

El Papa Pablo VI le nombró Obispo auxiliar de Santiago de Compostela en 1976. El 31 de octubre de ese mismo año fue consagrado Obispo. En 1984 fue nombrado Arzobispo de la sede compostelana por el Papa Juan Pablo II. En 1994, fue promovido a Arzobispo de Madrid.

El 18 de enero de 1998 fue nombrado Cardenal, y recibió el capelo cardenalicio de manos del Papa Juan Pablo II el 21 de febrero de ese mismo año. Es titular de la Iglesia romana de San Lorenzo in Damaso.

Ha participado en numerosas Asambleas sinodales. En 1998 fue elegido Académico Numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Ha sido Presidente de la Conferencia Episcopal Española durante 12 años, divididos en dos periodos, de 1999 a 2005 y desde el año 2008 al 2014. De 2005 a 2008, fue su Vicepresidente. Además fue Presidente de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos (1981-1990) y Presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades (1990-1993). Es miembro del Comité Ejecutivo desde el año 1993.

Fuente extraída de: http://www.conferenciaepiscopal.es/

miércoles, 27 de agosto de 2014

TARDE TE AMÉ ( SAN AGUSTÍN)


¡Tarde te amé, hermosura tan antigua
 y tan nueva, tarde te amé!
Y he aquí que Tú estabas dentro de mí 
y yo fuera, y fuera te buscaba yo, y me arrojaba sobre esas hermosuras que Tú creaste.
Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo.
Me mantenían lejos de Ti aquellas cosas que, 
si no estuviesen en Ti, no existirían.
Me llamaste y gritaste, y venciste mi sordera;
brillaste y resplandeciste, y ahuyentaste mi ceguera;
exhalaste tu fragancia, la respiré y ahora suspiro por Ti;
te saboreé y ahora tengo hambre y sed de Ti;
me tocaste y me abrasé en el deseo de tu paz.
Cuando me haya unido a Ti con todo mi corazón,
ya no habrá para mí dolor ni aflicción
y viva será mi vida, toda llena de Ti.
Ahora bien, puesto que Tú haces ligero 
a quien está lleno de Ti, yo, que no estoy lleno de Ti, 
soy de peso para mí mismo.
Dentro de mí contrastan deplorables alegrías
 y felices angustias; no sé de qué parte esté la victoria.
Ten piedad de mí, oh Señor.
En lo más íntimo de mí las tristezas del mal 
contrastan con las alegrías del bien; 
y no sé de qué parte esté la victoria.
Ten compasión de mí, oh Señor.
Yo no escondo mis llagas.
Tú eres el médico, yo soy el enfermo;
Tú misericordioso, yo miserable…
Toda mi esperanza está en tu gran misericordia.
Dona, por tanto, lo que me ordenas.
¡Oh, Amor que siempre ardes y nunca te consumes,
oh Caridad, oh Dios mío, inflámame!

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY, SAN AGUSTÍN.

San Agustín nació en África del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. Tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.

Patricio, el padre de San Agustín fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se guardaban mutua fidelidad. Un niño llamado Adeodatus nació de su unión, quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los 19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material.

A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el Cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un gran efecto en él para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8). Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, él se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14: “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una madre que tenía una profunda fe y convicción.
Luego de la muerte de su madre, San Agustín regresó a África. Él no deseaba otra cosa sino la vida de un monje, vivir un estilo de vida silencioso y monástico. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para él. Un día San Agustín fue a la ciudad de Hipona en África, y asistió a una misa. El Obispo, Valerio, quien vio a San Agustín allí y tuvo conocimiento de su reputación por su santidad, habló fervientemente sobre la necesidad de un sacerdote que lo asistiera. La congregación comenzó de esa manera a clamar por la ordenación de San Agustín. Sus plegarias pronto fueron escuchadas. A pesar de las lágrimas de San Agustín, de su resistencia y de sus ruegos en oposición a dicho pedido, el vio en todo esto la voluntad de Dios. Luego dio lugar a su ordenación. Cinco años después fue nombrado Obispo, y durante 34 años dirigió esta diócesis. San Agustín brindó generosamente su tiempo y su talento para las necesidades espirituales y temporales de su rebaño, muchos de los cuales eran gente sencilla e ignorante. Él mismo escribió constantemente para refutar las enseñanzas de ese entonces, acudió a varios consejos de obispos en África y viajó mucho con el fin de predicar el Evangelio. Pronto surgió como una figura destacada del Cristianismo.

El amor de San Agustín hacia la verdad a menudo lo llevó a controversias con diversas herejías. Por ejemplo, las principales herejías contra las cuales habló y escribió fueron las de los Maniqueos, de cuya secta había pertenecido anteriormente; de los cismáticos Donatistas que se habían apartado de la iglesia; y, durante los veinte años restantes de su vida, contra los Pelagianos, que exageraban la función del libre albedrío para hacer caso omiso a la función de la gracia en la salvación de la humanidad. San Agustín escribió mucho acerca de la función de la gracia en nuestra salvación, y más adelante obtuvo el título de doctor de la Iglesia especialmente debido a sus intervenciones con los Pelagianos. En esta línea, el mismo escribió mucho también acerca del pecado original y sus efectos, del bautismo de niños pequeños y de la predestinación.

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN.

Santa Mónica: Sigue rogando por las madres y por sus hijos, por las esposas y sus maridos y por todos los pobres pecadores que necesitamos convertirnos

Mónica significa dedicada a la oración y a la vida espiritual.

Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo.

Mónica nació en Tagaste (África del Norte) en el año 332. Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa pero de muy fuerte disciplina. Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad, pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero terriblemente malgeniado, y además mujeriego, jugador y sin religión ni gusto por lo espiritual. La hizo sufrir lo que no está escrito y por treinta años ella tuvo que aguantar los tremendos estallidos de ira de su marido que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar la mano contra ella. Tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.

En aquella región del norte de África, donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero no la golpeaba nunca, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió: "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando el grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues....no peleamos". Esta fórmula se ha hecho célebre en el mundo y ha servido a millones de mujeres para mantener la paz en la casa.

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande con los pobres, nunca se oponía a que ella se dedicara a estas buenas obras; y quizás por eso mismo logró su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo lo hiciera la suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautismo, murió santamente Patricio, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que su hijo mayor era extraordinariamente inteligente, y por eso lo enviaron a la capital del estado, la ciudad de Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero Agustín tuvo la desgracia de que su padre no se interesaba por sus progresos espirituales. Solo le importaba que sacara buenas notas, que brillara en las fiestas sociales y que sobresaliera en los ejercicios físicos, pero acerca de la salvación de su alma, no se interesaba ni le ayudaba en nada. Y esto fue fatal para él, pues fue cayendo de mal en peor en pecados y errores. Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez peores, de que el joven llevaba una vida poco santa. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó el propósito de hacerlo. Finalmente, se hizo socio de una secta llamada de los Maniqueos, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el Diablo. Mónica que era bondadosa pero no cobarde, ni floja, al volver su hijo de vacaciones y empezar a oírle mil barbaridades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y le cerró las puertas, porque bajo su techo no quería albergar a enemigos de Dios.

Pero sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que vio que ella estaba en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo y que en ese momento se le acercaba un personaje muy resplandeciente y le decía :"tu hijo volverá contigo " y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró al muchacho el sueño tenido y él dijo, lleno de orgullo, que eso significaba que ella se iba a volver maniqueísta como él. Pero ella le respondió: "En el sueño no me dijeron, mamá ira a donde su hijo, sino tu hijo volverá contigo". Esta hábil respuesta impresionó mucho a su hijo, quien más tarde la consideraba como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

Por muchos siglos ha sido muy comentada la bella respuesta que un obispo le dio a Mónica cuando ella le contó que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió : "Esté tranquila, es imposible que se pierda el Hijo de tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que había oído en el sueño, la llenaban de consuelo y esperanza, a pesar de que Agustín no daba la menor señal de arrepentimiento.

Cuando tenía 29 años, el joven decidió ir a Roma a dar clases. Ya era todo un doctor. Su madre se propuso irse con él para librarlo de todos los peligros morales. Pero Agustín le hizo una jugada tramposa .Al llegar junto al mar le dijo a Mónica que se fuera a rezar a un templo, mientras iba a visitar a un amigo, y lo que hizo fue subirse al barco y salir rumbo a Roma, dejándola sola, pero Mónica no era mujer débil para dejarse derrotar tan fácilmente. Tomó otro barco y se dirigió a Roma.

En Milán; Mónica se encontró con el Santo más famoso de la época, San Ambrosio, arzobispo de esa ciudad. En él se encontró un verdadero padre lleno de bondad y de sabiduría que la fue guiando con prudentes consejos. Además, Agustín se quedó impresionado por su enorme sabiduría y la poderosa personalidad de San Ambrosio y empezó a escucharle con profundo cariño y a cambiar sus ideas y entusiasmarse por la fe católica.

Y sucedió que en el año 387, Agustín, al leer unas frases de San Pablo sintió una impresión extraordinaria y se propuso cambiar de vida. Envió lejos a la mujer con la cual vivía en unión libre, dejó sus vicios y malas costumbres. Se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en el Africa, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, por la noche al ver el cielo estrellado hablando con Agustín acerca de como serían las alegrías que tendrían en el cielo, ambos se emocionaban comentando y meditando los goces celestiales que los podían esperar. En determinado momento exclamó entusiasmada: "¿Y a mí que más me puede amarrar a la tierra ? Ya he obtenido mi gran deseo, el verte cristiano católico. Todo lo que deseaba lo he conseguido de Dios".Poco después le invadió una fiebre, y en pocos días se agravó y murió. Lo único que pidió a sus dos hijos es que no dejaran de rezar por el descanso de su alma. Murió en el año 387 a los 55 años de edad.

Miles de madres y de esposas se han encomendado en todos estos siglos a Santa Mónica, para que les ayude a convertir a sus esposos e hijos, y han conseguido conversiones admirables.

domingo, 24 de agosto de 2014

HIMNO Y ORACIÓN A MARÍA


HIMNO A MARÍA

Reina y Madre, Virgen pura, que sol y cielo pisáis, 
a vos sola no alcanzó la triste herencia de Adán. 
¿Cómo en vos, Reina de todos, si llena de gracia estáis, pudo caber igual parte de la culpa original? 
De toda mancha estáis libre: ¿y quién pudo imaginar que vino a faltar la gracia en donde la gracia está? 
Si los hijos de sus padres toman el fuero en que están, ¿cómo pudo ser cautiva quien dio a luz la libertad? 
Amén.
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ORACIÓN A MARÍA REINA

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre
 y como Reina a la Madre de tu Unigénito, 
concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos. 
Por nuestro Señor Jesucristo. 
Amén.

FIESTA DE MARÍA REINA. 22 DE AGOSTO

"La Virgen Inmaculada asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte". (Conc. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n.59).

En 1954 el Papa Pío XII, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).

El pueblo cristiano siempre ha reconocido a María Reina por ser madre del Rey de reyes y Señor de Señores. Su poder y sus atributos los recibe del Todopoderoso: Su Hijo, Jesucristo. Es El quien la constituye Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles.

Juan Pablo II, el 23 de julio del 1997, habló sobre la Virgen como Reina del universo. Recordó que "a partir del siglo V, casi en el mismo período en que el Concilio de Efeso proclama a la Virgen 'Madre de Dios', se comienza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este ulterior reconocimiento de su dignidad excelsa, quiere situarla por encima de todas las criaturas, exaltando su papel y su importancia en la vida de cada persona y del mundo entero".

El Santo Padre explicó que "el título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (...) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia".
"La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (...). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida".
NATURALEZA DEL REINO DE MARÍA


El reino de Santa María, a semejanza y en perfecta coincidencia con el reino de Jesucristo, no es un reino temporal y terreno, sino más bien un reino eterno y universal: "Reino de verdad y de vida, de santidad, de gracia, de amor y de paz" (cfr. Prefacio de la Misa de Cristo Rey).

a) Es un reino eterno porque existirá siempre y no tendrá fin (cfr. Lc. 1,33) y, es universal porque se extiende al Cielo, a la tierra y a los abismos (cfr. Fil. 2,10-11).

b) Es un reino de verdad y de vida. Para esto vino Jesús al mundo, para dar testimonio de la verdad (cfr. Jn. 18,37) y para dar la vida sobrenatural a los hombres.

c) Es un reino de santidad y justicia porque María, la llena de gracia, nos alcanza las gracias de su Hijo para que seamos santos (cfr. Jn. 1,12-14); y de justicia porque premia las buenas obras de todos (cfr. Rom. 2,5-6).

d) Es un reino de amor porque de su eximia caridad nos ama con corazón maternal como hijos suyos y hermanos de su Hijo (cfr. 1 Cor. 13,8).

e) Es un reino de paz, nunca de odios y rencores; de la paz con que se llenan los corazones que reciben las gracias de Dios (cfr. Is. 9,6). Santa María como Reina y Madre del Rey es coronada en sus imágenes -según costumbre de la Iglesia- para simbo­lizar por este modo el dominio y poder que tiene sobre todos los súbditos de su reino.

Fuente: corazones.org

XXIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

Hermanos celebramos hoy el XXIº Domingo del Tiempo Ordinario. Jesús, en el evangelio pregunta a los apóstoles: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”. Aquellos amigos de Jesús deben mirarse hacia dentro y escuchar una voz bien distinta de las voces de la calle. La respuesta brota de lo alto y expresa una fe profunda. Hoy como ayer, Jesús pregunta: ¿qué dice la gente de mí? Hay respuestas muy diferentes: unos no saben quién es; otros han oído hablar de Él, pero no les interesa; algunos afirman que es un personaje de la historia, pero no conocen su mensaje. En cambio, hay otros que siguen sus huellas y se consideran sus discípulos porque Jesús ha transformado sus vidas. Sólo desde la fe se puede dar una respuesta: ¿Quién es Jesús para ti?

La escucha de la Palabra de Dios nos tiene que ayudar a conocerle más y mejor. Hoy, el Evangelio, nos interpela, nos pregunta: ¿Quién es para Ti Jesús? ¿Qué dices de Él? ¿Ya decimos algo o nos callamos? Que las lecturas de este domingo nos hagan ser más valientes y decididos, como Pedro, para profesar y pregonar nuestro amor a Dios.


En la Primera Lectura (Is. 22, 19-23) el profeta Isaías pronuncia un oráculo contra un mayordomo que abusaba de su poder y de sus privilegios y se ha hecho odioso por su arrogancia. Por eso el profeta anuncia la promoción de otro que se dedicará a servir y trabajar por el pueblo. El Señor elige a quien quiere para llevar a cabo sus proyectos de vida a favor del pueblo elegido. Son los caminos de la historia de la salvación.

El Salmo (137) "Señor, tu amor perdura eternamente"
proclamado hoy nos recuerda el agradecimiento de David a Dios por los dones recibidos a lo largo de su vida. También, en ese sentido nos puede servir a nosotros, Dios siempre está con nosotros,podemos vencer cualquier situación gracias al amor de Dios. Es por ello que debemos ser agradecidos.

En la Segunda Lectura (Rom 11, 33-36) el apóstol Pablo, como fuera de sí, habla de la grandeza de Dios. Nadie es capaz de conocer a Dios. Nadie es capaz de aconsejarle. Dios es el origen, el guía y la meta de todas las cosas. Él es un don y regalo para todos. 

En el Evangelio (Mt 16, 13-20) ante la pregunta del mismo Jesús, Pedro, con toda la fuerza de su persona, afirma quién es Jesús para él: es el Mesías de Dios. Esto es, aquel que ha sido esperado como el que va a salvar a la humanidad. Sólo desde esta confesión de fe, Pedro puede asumir la Misión que el Maestro le quiere pedir: ser piedra sobre la cual edificar su comunidad, su Iglesia. 


Hermanos: ¿Quién es Jesús para ti? Es la pregunta que Jesús hoy nos ha lanzado a cada uno. Vemos que el Evangelio es palabra viva, que nos compromete y nos invita a tomarnos en serio nuestra fe, a reflexionar; es verdad que vamos contracorriente, que nos cuesta dar razón de nuestra fe en los tiempos que nos toca vivir. Que asumamos la invitación y hagamos presente el amor de Dios.

Te confieso, Señor, que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”
Haz, Señor, que allá donde yo hable
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje
con mis manos o con mi mente
construya un lugar más habitable
en el que Tú puedas formar parte.

Amén

miércoles, 20 de agosto de 2014

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY SAN BERNARDO, ABAD Y DOCTOR DE LA IGLESIA

San Bernardo llegó a Citeaux alrededor de la Pascua de 1112. Este monasterio, fundado tiempo antes por San Roberto, San Alberico y San Esteban Harding, fue el primero en el que practicaba, con todo su rigor, la primitiva regla de San Benito.

En 1115, San Bernardo fue enviado a fundar, con otros doce monjes, un nuevo monasterio en la diócesis de Langres, en la Champagne.

A principios del año 1142, se fundó en Irlanda el primer convento cisterciense. Los monjes procedían de Claraval, a donde San Malaquías los había enviado a formarse bajo la dirección de San Bernardo. Dieciocho meses después ascendió al trono pontificio el abad del monasterio cisterciense de Tre Fontane, Eugenio III, que no era otro que el Bernardo de Pisa a quien San Bernardo había conducido al noviciado.

La fama de las cualidades y poderes del santo eran tan grandes que los príncipes acudían a su arbitraje y los obispos le consultaban los asuntos más importantes de la Iglesia y se atenían con respeto a sus opiniones y decisiones. Su consejo, era para los Papas, uno de los principales apoyos de la Iglesia. Llegó a llamársele "el Oráculo de la cristiandad" . Porque Bernardo no era únicamente un fundador de monasterios, un teólogo y un predicador, sino también un reformador y un "cruzado".

El día de Navidad de 1144, los turcos selyukidas se habían apoderado de Edesa, uno de los 4 principados del reino latino de Jerusalén. Los cristianos pidieron auxilio a Europa. Eugenio III encargó entonces a San Bernardo predicar una Cruzada. El fracaso de ésta levantó una tempestad contra San Bernardo, quien se había mostrado seguro del triunfo.

Bernardo murió el 21 de agosto de 1153, tenía entonces 73 años y había sido abad durante 38. Los monjes de Claraval habían fundado ya 78 monasterios. Fue canonizado en 1174 y proclamado Doctor de la Iglesia, el "Doctor Melifluo", en 1830.

San Bernardo "llevó sobre los hombros el siglo XII y no pudo menos de sufrir bajo ese peso enorme". En vida fue el "oráculo" de la Iglesia, reformador de la disciplina y, después de su muerte no ha dejado de instruir y vigorizar a la Iglesia con sus escritos.

martes, 19 de agosto de 2014

LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 19,23-30 Y COMENTARIO LITÚRGICO ACERCA DE LA LECTURA.

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 19, 23-30 
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos. Os lo repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de los Cielos». Al oír esto, los discípulos, llenos de asombro, decían: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Jesús, mirándolos fijamente, dijo: «Para los hombres eso es imposible, mas para Dios todo es posible». Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. «Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros».
Palabra del Señor.

COMENTARIO LITÚRGICO

Hoy sigue el Evangelio con el tema de la salvación. Es la continuación del texto de ayer. Es que resulta que el hombre que preguntó a Jesús era rico. Por eso se fue asustado cuando Jesús le dijo que tenía que “dejarlo todo”. ¿Cómo iba a dejarlo todo si ahí había puesto su seguridad? Él no quería dejar nada sino agarrar más. No le bastaba lo que tenía (ni las cosas ni el título de cumplidor oficial de todas las normas y leyes).

Quería más. Quería asegurarse la salvación, porque, con una cierta lucidez todavía, se daba cuenta de que todo eso que tenía no valía para nada. Si lo reflexionamos profundamente, la cuestión no es la de tener más o menos sino de la actitud, de la relación que uno tiene con las cosas. El que tiene para compartir es feliz con lo que tiene y con lo que da. Y sabe que lo más importante es la relación con su padre Dios y sus hermanos. Sabe que lo que tiene es accidental, accesorio, secundario.

Pero, como dice Jesús, es difícil que un rico entre en el Reino. Ya tiene tanto... y no quiere soltarlo. 

Jesús nos abre un camino nuevo. Pero con una condición: dejarlo todo. A partir de ahí, hay que ponerse en camino al encuentro del hermano. Ahí se empieza a fraguar el Reino, hecho de justicia y fraternidad, amalgamadas con amor de Dios. A partir de ahí comenzamos a descubrir las verdaderas riquezas, las que valen la pena, las que no se guardan en bancos ni en cajas fuertes. Son las riquezas que nunca nos van a poder robar porque no están en bolsas sino en nuestro corazón. Son las riquezas que no dan preocupaciones sino satisfacciones de verdad. Son las riquezas que se encuentran al dar la mano al hermano y comenzar a caminar juntos. Ahí se siente vivo el Reino del que hablaba Jesús. Y se alcanza la verdadera felicidad aún en medio del dolor.

CAMPAMENTO DE POSTCOMUNIÓN

Del 1 al 5 de agosto tres grupos juveniles han compartido una gran experiencia en un campamento conjunto. El Grupo Juvenil la Bajadilla, de la parroquia Santa María Micaela, el grupo de Pastores, de la parroquia San Agustín, ambos de Algeciras; y también el grupo de cáritas juvenil de la parroquia de San Bernardo de La Línea. 

Los Chozos, en Benaocaz, ha sido un lugar de alojamiento y de aprendizaje, han realizado talleres de manualidades y de teatro, han practicado deportes, han descubierto la naturaleza y han aprendido a convivir entre ellos respetando una regla fundamental, “trata a los demás como quieres que te traten”. Y por supuesto, ha convivido con Jesús nuestro amigo, nuestro modelo y Señor.













Ha sido una experiencia de Iglesia, el culmen del trabajo de todo un curso en el que se han esforzado por construir el Reino de Dios. Niños, niñas, adolescentes y jóvenes que han conseguido recaudar el dinero suficiente para construir un pozo en Bougou, un pueblo del país de Benín en África. Y también para ayudar a personas necesitadas de Níger. Pues los tres grupos colaboran con la Sociedad de Misiones Africanas, y ayudan en los proyectos que los misioneros desarrollan en este maravilloso y olvidado continente.




Por supuesto, el aprendizaje y el conocimiento de Jesús, de su evangelio y la experiencia de una iglesia universal, no han faltado en las reuniones semanales de los tres grupos. Es por ello que culminamos el trabajo de todo un año con esta experiencia de fe, educativa y divertida.

domingo, 17 de agosto de 2014

XXº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

Celebramos hoy el XXº Domingo del Tiempo Ordinario.
La Palabra de Dios que hoy contemplamos nos recuerda que el don de la salvación está abierto a todas las personas que se abren al Dios de la vida. Por eso, ni Israel ni nadie de nosotros tenemos “la exclusiva” de la salvación. Dios la ofrece a todos. Jesús nos descubrirá que es la FE la que abre todas las puertas. 

Escuchar la Palabra del Señor nos lleva a ponernos delante del espejo de nuestra vida. Una vida que, no siempre, es saludable, fuerte ni honrada. El Señor, a través de la proclamación de la Palabra de Dios, nos habla y se preocupa de dirigirnos con acierto en nuestra existencia. Que Él sea la fuente y el secreto de nuestra salud. 

En la Primera Lectura (Is 56, 1. 6-7) el profeta Isaías escribe seguramente cuando Israel acaba de volver del exilio de Babilonia. Los extranjeros son invitados por Dios a formar parte de la comunidad del pueblo de Dios y a disfrutar de todas sus promesas y dones. La salvación se ofrece a todos los pueblos; nadie queda excluido. 

El Salmo (66) "Oh Dios que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben" refleja el deseo de que todos los pueblos alaben a Dios por su justicia, amor y ternura hacia sus hijos. Es un himno alegre que nos debe traer a cada uno de nosotros la gran alegría de sabernos amados por Dios.

En la Segunda Lectura (Rom 11, 13-15. 29-32) el apóstol Pablo constata que antes los paganos eran considerados pecadores y enemigos de Dios y los hebreos, el pueblo escogido. Ahora los judíos se han vuelto desobedientes y los paganos han escogido la misericordia de Dios. De esta forma, comprueba que los gentiles aceptan la salvación. Pablo quiere despertar el corazón de sus hermanos para que ellos también la acepten.
 
El Evangelio (Mt 15, 21-28) nos presenta a Jesús que alaba la fe de una mujer extranjera y que, por lo tanto, no pertenecía al pueblo de la promesa. Y es que la fe está por encima de razas y de ideologías. Jesús mismo se rinde ante la sencillez y humildad de la mujer cananea; es más, reconoce con admiración y alegría su fe y la pone como ejemplo a imitar. 

Aquella mujer pagana del evangelio, con su insistencia, nos muestra que ésa es la clave de la nueva situación. Nosotros, también, somos invitados por el mismo Señor Jesús a acoger el don del Padre, acogiéndole a él mismo con sencillez y humildad de corazón.

Quiero y lo deseo, Señor.
Que vengas a mi lado y así no me encuentre nunca solo.
Que me hables y pueda escoger el camino verdadero.
Que me toques y pueda hacer frente 
a todas las dificultades de la vida.
Que me visites y te dé gracias por tu presencia.
Que me alimentes y sea fuerte 
tanto por dentro como por fuera.
Que me escuches y veas cómo estoy 
en espíritu, corazón y vida.
Quiero y lo deseo, Señor.
Que, lo que a Ti te parezca con mi vida, me lo concedas
y nunca quiera hacer mi propia voluntad, sino que con
humildad y sencillez busque siempre cumplir la tuya.

Amen

viernes, 15 de agosto de 2014

CELEBRACIÓN DE LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA.

La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.

Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.

También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.

La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.

María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.

En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza.
María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía lleno de Dios.

Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en todo lo que le pidamos.

jueves, 14 de agosto de 2014

DIOS NO SE TOMA VACACIONES.

Queridos hermanos, muchas personas ya están de vacaciones o se preparan para ellas. Es un tiempo de descanso para nuestro cuerpo, pero nuestro espíritu debe seguir trabajando por el reino de los cielos, debe alimentarse de la presencia de Dios.

Dios no se toma vacaciones en su búsqueda de amor al hombre. Las vacaciones pueden ser tiempo excepcional para salir a su encuentro. Y es que en verano, seguimos siendo cristianos,no lo olvidemos, es más, tenemos una magnífica oportunidad de serlo y de demostrarlo. He aquí unos consejos que podemos llevar a cabo durante este período de vacaciones:

1.- Vive la naturaleza.
En la playa, en la montaña, en la serranía, donde quiera que vayas descubre la presencia de Dios. Alábale por haberla hecho tan hermosa.

2.- Vive tu nombre y condición de cristiano.
No te avergüences en verano de ser cristiano frente a tus familiares y amigos. Falsearías tu identidad.

3.- Vive el domingo.
En vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de vacaciones. Acude a la Eucaristía dominical, puedes hacerlo, no pongas excusas, tienes más tiempo libre.

4.- Vive la familia.
Dialoga, juega, disfruta con ellos sin prisas.Graba en tu memoria esos pequeños momentos especiales que durante el año quizás no te des cuenta de que te hacen feliz. Reza en familia y asiste a la Eucaristía también con ellos.

5.- Vive la vida.
La vida es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos innecesarios, riesgos que puedan causar un mal a los demás.

6.- Vive la amistad.
Desde la escucha, la confianza, la ayuda, el diálogo, el enriquecimiento y el respecto a la dignidad de las demás personas, recuerda amar a tu prójimo como a ti mismo.

7.- Vive la verdad.
Evita la hipocresía, la mentira, la crítica, la presunción engañosa e interesada. Reza por quienes quieren llevarte a ese terreno y recuerda lo que nos dijo Jesús: "Yo soy el camino, LA VERDAD, y la vida."

8.- Vive la solidaridad.
No lo quieras todo para ti. Piensa en quienes no tienen vacaciones, porque ni siquiera tienen el pan de cada día. La caridad tampoco toma vacaciones.

Sin más,desearos a todos y a todas un feliz descanso. Seguimos en la Parroquia, en el Blog y en nuestra página de facebook a vuestro servicio.

Que estas vacaciones os sirvan para reponer las energías gastadas durante el año, y no os olvidéis de llenaros del “SOL” que más broncea, del “SOL” que tiene un bronceado especial, el bronceado de DIOS. Dejaos broncear por Él.

Que a la vuelta del verano todos podamos admirar el “bronceado espiritual” de los muchos ratos que en este tiempo disfrutaste en su compañía. Ten la seguridad de que por muchas horas que pases ante este “SOL”, nunca te quemarás.

Que Dios os bendiga.

martes, 12 de agosto de 2014

COMENTARIO AL EVANGELIO DE HOY (Mt 18,1-5.10.12-14)

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 18,1-5.10.12-14
En una ocasión, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe. Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? Y si llega a encontrarla, os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños».

Palabra del Señor
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Hoy, el Evangelio nos vuelve a revelar el corazón de Dios. Nos hace entender con qué sentimientos actúa el Padre del cielo en relación con sus hijos. La solicitud más ferviente es para con los pequeños, aquellos hacia los cuales nadie presta atención,que en muchas ocasiones son despreciados por el mero hecho de ser niños, aquellos que no llegan al lugar donde todo el mundo llega. Sabíamos que el Padre, como Padre bueno que es, tiene predilección por los pequeños, pero hoy todavía nos damos cuenta de otro deseo del Padre, que se convierte en obligación para nosotros: «Si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos» (Mt 18,3).

Por tanto, entendemos que aquello que valora el Padre no es tanto "ser pequeño", sino "hacerse pequeño". «Quien se haga pequeño (...), ése es el mayor en el Reino de los Cielos» (Mt 18,4). Por esto, podemos entender nuestra responsabilidad en esta acción de empequeñecernos humildemente. No se trata tanto de haber sido uno creado pequeño o sencillo, limitado o con más capacidades o menos, sino de saber prescindir de la posible grandeza de cada uno para mantenernos en el nivel de los más humildes y sencillos. La verdadera importancia de cada uno está en asemejarnos a uno de estos pequeños que Jesús mismo presenta con cara y ojos.

Para terminar, hay, ¡y muy cerca de nosotros!, unos "pequeños" que a veces los tenemos más abandonados que a los otros: aquellos que son como ovejas que se han descarriado; el Padre los busca y, cuando los encuentra, se alegra porque los hace volver a casa y no se le pierden. Quizá, si contemplásemos a quienes nos rodean como ovejas buscadas por el Padre y devueltas, más que ovejas descarriadas, seríamos capaces de ver más frecuentemente y más de cerca el rostro de Dios.

domingo, 10 de agosto de 2014

XIXº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

Celebramos hoy el XIXº Domingo del tiempo Ordinario, en este día, el Señor nos reúne, de nuevo, para escuchar y llenarnos de su Palabra. Una vez más, será un mensaje lleno de esperanza. De ahí que resonarán con fuerza las palabras de Jesús: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo”. Y es que con Él todo es diferente; su presencia transforma las situaciones más complicadas y difíciles de nuestra vida. Él es la garantía para cuantos se le acercan y le acogen con un corazón sincero y abierto. No podemos olvidar que él,Jesús, es el rostro visible de Dios, es Dios hecho hombre. Él nos dirá que Dios se manifiesta en lo pequeño, en lo sencillo, y no precisamente en lo grandioso y espectacular, como a veces nos gustaría a nosotros.

Creer en Dios es pedirle, con todas nuestras fuerzas, que salga a nuestro encuentro en toda situación, límite, dificultades, alegrías y penas. Las lecturas de hoy tienen algo en común: el que cree ha de fiarse y dejarse llevar por la mano del Señor.

En la Primera Lectura (1 R. 19, 9a. 11-13a) perteneciente al Antiguo Testamento, se nos presenta al profeta Elías que quiere escapar de Israel, aquel pueblo que olvida al Dios de la Alianza, acercándose peligrosamente a otros dioses. El profeta, en su soledad, quiere descubrir a Dios pero, con sorpresa, descubre que Dios no es algo majestuoso y que se impone por la fuerza. Más bien, es como un susurro que se le encuentra en el silencio.

El Salmo (84) "Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación" procede de los días de la persecución de Antioco. Y es, sobre todo, un canto ilusionado y esperanzado ante la misericordia divina, a la que el pueblo expresa toda su gratitud. Nosotros, también, aquí y ahora, debemos reconocer al proclamar el salmo que Dios es justo porque es bueno.

En la Segunda Lectura (Rom. 9, 1-5) el apóstol Pablo vive el drama de su pueblo, porque comprueba que los hijos de Israel no han querido reconocer a Jesús como Mesías. Esta situación le lleva a vivir entregado a sus hermanos, para que puedan descubrir lo que él mismo ha experimentado. Una tarea difícil y complicada, pero que muestra la hondura humana de este gran apóstol. 


En el Evangelio (Mt 14, 22-33), se nos presenta una manifestación extraordinaria de Jesús. Él viene a hacer presente al Dios de la Vida, que todo lo hace nuevo. En esta ocasión se manifiesta en el mar: calma la tempestad y enseña a saber afrontar sin miedo el riesgo de creer. El creyente sabe que Cristo está siempre presente en su caminar; hay, pues, motivos para la confianza.


Hermanos en la liturgia de hoy hemos escuchado unas palabras cargadas de fuerza que ofrecen una enorme seguridad: “¡Ánimo soy yo, no tengáis miedo!”. Estas palabras han sido pronunciadas para cada uno de nosotros, y son una invitación de Jesús: Os lo repito: “¡No tengáis miedo!” No tener miedo a vivir mi fe en la sencillez; no tener miedo a manifestarme cuando creo que debo hacerlo, siempre desde el respeto y la tolerancia a los otros; no tener miedo de ir contracorriente. “¡No tengáis miedo!” Jesús, el Amigo fiel, te acompaña, nos acompaña,y camina siempre a nuestro lado.


Tus ojos me miran, Señor.
Y,si me miran, nunca fracasaré,y, si me siguen, 
nunca me apartaré de Ti, y, si me miran, no tendré miedo.
Tus ojos me miran, Señor.
Porque me quieres y me proteges, porque me guías y me alcanzas, porque me proteges y me diriges.
Tus ojos me miran, Señor.
Para que no me ahogue en mis debilidades, para que no tenga miedo frente a las dificultades,para que, mirándote, como Tú me miras no mire al fondo del abismo sino al horizonte.

Amén.