La escucha de la Palabra de Dios nos tiene que ayudar a conocerle más y mejor. Hoy, el Evangelio, nos interpela, nos pregunta: ¿Quién es para Ti Jesús? ¿Qué dices de Él? ¿Ya decimos algo o nos callamos? Que las lecturas de este domingo nos hagan ser más valientes y decididos, como Pedro, para profesar y pregonar nuestro amor a Dios.
En la Primera Lectura (Is. 22, 19-23) el profeta Isaías pronuncia un oráculo contra un mayordomo que abusaba de su poder y de sus privilegios y se ha hecho odioso por su arrogancia. Por eso el profeta anuncia la promoción de otro que se dedicará a servir y trabajar por el pueblo. El Señor elige a quien quiere para llevar a cabo sus proyectos de vida a favor del pueblo elegido. Son los caminos de la historia de la salvación.
El Salmo (137) "Señor, tu amor perdura eternamente"
proclamado hoy nos recuerda el agradecimiento de David a Dios por los dones recibidos a lo largo de su vida. También, en ese sentido nos puede servir a nosotros, Dios siempre está con nosotros,podemos vencer cualquier situación gracias al amor de Dios. Es por ello que debemos ser agradecidos.
En la Segunda Lectura (Rom 11, 33-36) el apóstol Pablo, como fuera de sí, habla de la grandeza de Dios. Nadie es capaz de conocer a Dios. Nadie es capaz de aconsejarle. Dios es el origen, el guía y la meta de todas las cosas. Él es un don y regalo para todos.
En el Evangelio (Mt 16, 13-20) ante la pregunta del mismo Jesús, Pedro, con toda la fuerza de su persona, afirma quién es Jesús para él: es el Mesías de Dios. Esto es, aquel que ha sido esperado como el que va a salvar a la humanidad. Sólo desde esta confesión de fe, Pedro puede asumir la Misión que el Maestro le quiere pedir: ser piedra sobre la cual edificar su comunidad, su Iglesia.
Hermanos: ¿Quién es Jesús para ti? Es la pregunta que Jesús hoy nos ha lanzado a cada uno. Vemos que el Evangelio es palabra viva, que nos compromete y nos invita a tomarnos en serio nuestra fe, a reflexionar; es verdad que vamos contracorriente, que nos cuesta dar razón de nuestra fe en los tiempos que nos toca vivir. Que asumamos la invitación y hagamos presente el amor de Dios.
Te confieso, Señor, que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”
Haz, Señor, que allá donde yo hable
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje
con mis manos o con mi mente
construya un lugar más habitable
en el que Tú puedas formar parte.
Amén
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