La Liturgia de hoy, esta centrada en un final próximo, y nos exhorta a trabajar perseverando en la relación con Dios y nuestro prójimo, en una vigilia constante, demostrando que somos verdaderos cristianos,y que esperamos fielmente el día de la Justicia Divina.
En la Primera Lectura (Mal 3,19-20a) el profeta Malaquías nos describe lo que será el Día del Señor, un momento difícil y terrible que los judíos esperaban como final de todo y como principio de muchas cosas. Nos recuerda en esta lectura que Dios es Justo con todos, nuestro castigo o recompensa dependerá de nuestros actos.
El Salmo que proclamamos hoy "El Señor llega para regir los pueblos con rectitud" anuncia los tiempos finales. Todo ello con el poder y la salvación proveniente de nuestro Padre Dios.
En la Segunda Lectura (2Tes 3,7-12) San Pablo hace énfasis en el trabajo, y nos da una sentencia muy clara: si no queremos trabajar en la construcción del Reino de Dios y en la difusión del Evangelio no podemos esperar cuando llegue el fin de nuestros días recompensa en el Cielo. Esto nos llama a reflexionar sobre el trabajo digno de servicio a Dios y a los demás, como uno de los valores fundamentales, para honrar a Dios, nuestro Padre.
En el Evangelio de hoy (Lc 21,5-19) Jesús profetiza sobre la destrucción total y definitiva de Jerusalén .Él nos da la respuesta: tener cuidado para no dejarse engañar, es la oportunidad de dar testimonio de Él, recibir sus palabras tan llenas de sabiduría para enfrentar y resistir a todo enemigo, mantenerse firmes, para poder salvarse. Es preciso que no hagamos caso a esas falsas doctrinas y a esos falsos profetas que nos podemos encontrar en nuestro caminar diario.Debemos conservar la única verdad que es nuestro Señor Jesucristo, verdad revelada por encima de todo. Nos muestra un camino de reflexión hacia lo nuevo, hacia lo que nace tras los tiempos difíciles.
Las lecturas de hoy son una clara invitación a vivir la fe perseverando y transmitiendo la fe verdadera desde la actitud del discipulado,confesando el nombre de Jesús, dejándonos guiar solo por su Espíritu de sabiduría y sus palabras alentadoras.
El Salmo que proclamamos hoy "El Señor llega para regir los pueblos con rectitud" anuncia los tiempos finales. Todo ello con el poder y la salvación proveniente de nuestro Padre Dios.
En la Segunda Lectura (2Tes 3,7-12) San Pablo hace énfasis en el trabajo, y nos da una sentencia muy clara: si no queremos trabajar en la construcción del Reino de Dios y en la difusión del Evangelio no podemos esperar cuando llegue el fin de nuestros días recompensa en el Cielo. Esto nos llama a reflexionar sobre el trabajo digno de servicio a Dios y a los demás, como uno de los valores fundamentales, para honrar a Dios, nuestro Padre.
En el Evangelio de hoy (Lc 21,5-19) Jesús profetiza sobre la destrucción total y definitiva de Jerusalén .Él nos da la respuesta: tener cuidado para no dejarse engañar, es la oportunidad de dar testimonio de Él, recibir sus palabras tan llenas de sabiduría para enfrentar y resistir a todo enemigo, mantenerse firmes, para poder salvarse. Es preciso que no hagamos caso a esas falsas doctrinas y a esos falsos profetas que nos podemos encontrar en nuestro caminar diario.Debemos conservar la única verdad que es nuestro Señor Jesucristo, verdad revelada por encima de todo. Nos muestra un camino de reflexión hacia lo nuevo, hacia lo que nace tras los tiempos difíciles.
Las lecturas de hoy son una clara invitación a vivir la fe perseverando y transmitiendo la fe verdadera desde la actitud del discipulado,confesando el nombre de Jesús, dejándonos guiar solo por su Espíritu de sabiduría y sus palabras alentadoras.
Si puedo hacer, hoy, alguna cosa,
si puedo realizar algún servicio,
si puedo decir algo bien dicho,
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo arreglar un fallo humano,
si puedo dar fuerzas a mi prójimo,
si puedo alegrarlo con mi canto,
mi sonrisa o mis consejos
dime cómo hacerlo, Señor.
Si puedo aliviar alguna carga,
si puedo irradiar más alegría
en mis hermanos,
dime cómo hacerlo, Señor.
Amén
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