El alcalde de Roma, Almaquio, había prohibido sepultar los cadáveres de los cristianos. Pero Valeriano y Tiburcio se dedicaron a sepultar todos los cadáveres de cristianos que encontraban. Por eso fueron arrestados. Llevados ante el alcalde, éste les pidió que declararan que adoraban a Júpiter. Ellos, defendieron su fe y murieron mártires. En seguida la policía arrestó a Cecilia y le exigió que renunciara a la religión de Cristo. Ella declaró que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión. Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los terribles gases que salían de allí, pero en vez de asfixiarse ella cantaba gozosa (quizás por eso la han nombrado patrona de los músicos). Visto que con este martirio no podían acabar con ella, el cruel Almaquio mandó que le cortaran la cabeza.Cecilia, herida tres veces con el hacha, expiró tras tres días de agonía. El papa Urbano, ayudado por sus diáconos, enterró a la mártir y consagró su casa como basílica.
En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, la que se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma.
El culto de Santa Cecilia se difundió ampliamente a causa del relato de su martirio, que la ensalza como ejemplo de la mujer cristiana. Una frase del acta de su martirio, según la cual cantó durante el tormento, le valió ser patrona de los músicos. Las agrupaciones musicales, coros y orquestas la celebran como patrona el 22 de noviembre.
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