Celebramos hoy,en el XXIXº Domingo del Tiempo Ordinario,la Jornada Mundial de las Misiones (el DOMUND), con el lema "Fe+Caridad=Misión". Esta Jornada, celebrada desde 1926, tiene como finalidad, en palabras del Papa Francisco, "animar y profundizar la conciencia misionera de cada bautizado y de cada comunidad, ya sea llamando a la necesidad de una formación misionera más profunda de todo el pueblo de Dios, ya sea alimentando la sensibilidad de las comunidades cristianas a ofrecer su ayuda para favorecer la difusión del Evangelio en el mundo." En el Evangelio de hoy, Jesús nos va a pedir que recemos siempre y con insistencia.
Hoy, las lecturas, nos recuerdan algo importante: para vencer, hay que confiar. Las tres lecturas nos hablan de la confianza, de la sabiduría que nos da la Palabra de Dios y, sobre todo, de algo que nunca hemos de olvidar: la constancia en aquello que nos proponemos.
En la Primera Lectura (Éx 17,8-13) contemplamos a Moisés en su actitud orante, junto a Aarón y Jur, pidiendo por el pueblo que le había sido encomendado.Nosotros, al igual que Moisés,no estamos solos en la oración. Nos acompañan siempre los hermanos. Y hemos de tener en cuenta que hemos de rezar siempre. Dios espera nuestra oración.
El Salmo de hoy, "El auxilio me viene del Señor que hizo el cielo y la tierra" , es un canto de alabanza al Señor que siempre guarda nuestros caminos y nuestros trabajos, dada su continua generosidad con cada uno de nosotros.
En la Segunda Lectura ( 2Tim 3,14-4,2) descubrimos en las palabras de Pablo, la necesidad de permanecer en la fe en Cristo Jesús y la urgencia de anunciar, como misioneros, la Palabra de Dios sin desánimo y con esperanza.
En el Evangelio de hoy (Lc 18,1-8),la parábola del juez malvado y de la pobre viuda,nos enseña que la oración constante siempre alcanza sus objetivos. Y no hemos de rendirnos, aunque, a veces, parezca que Dios no nos escucha.Con esta parábola, Jesús en este Evangelio, dibuja el perfil del misionero: perseverante,incansable en la oración y fuerte en la fe.Tengamos claro, desde hoy, que el Señor siempre nos da lo que verdaderamente necesitamos.
Son los misioneros y misioneras quienes, llenos de fe y movidos por la caridad, continúan la misión salvadora de Cristo, haciendo presente el Evangelio en todas partes del mundo.
Cada uno de nosotros estamos llamados a difundir nuestra fe, ese don que hemos recibido de nuestro Padre Dios, y que no debemos tener escondido,sino al contrario,debemos iluminar con nuestras palabras y nuestro testimonio el camino de muchos otros hermanos trayendo a este mundo, con amor, la esperanza donada por la fe.
Señor Jesús, Tú que guías a la Iglesia
por medio de tu Espíritu para conducirnos al Padre:
haz que, continuando fielmente tu misión
abramos tus puertas a nuestros hermanos
y seamos la presencia de tu amor;
que anunciemos de manera convincente,
con las palabras y con la vida,
que Tú eres el único Salvador del mundo;
que demos testimonio de la fe con caridad, bondad
y ternura, para que todos puedan encontrarte.
Amen