Celebramos hoy el segundo domingo de Adviento, el tiempo fuerte en el cual nos preparamos para recibir al Señor que viene a nuestro encuentro en esta Navidad, en el que conmemoramos el hecho histórico de su primera venida en la humildad de nuestra carne.
El Señor, que envía a Juan el Bautista a preparar la venida del Mesías, nos anima hoy en su palabra, a que también nos preparemos para recibir a Jesús, el Hijo de Dios que viene a salvarnos. Él quiere la conversión de todos nosotros, que debemos ser, como Juan Bautista, la voz que proclama la salvación del Señor, adhiriéndonos plenamente a su Evangelio y testimoniándolo visiblemente en el mundo.
En esta segunda semana de Adviento, queremos encender el fuego de la esperanza para prepararnos a recibirte con gozo y entusiasmo.
Encendemos, Señor, esta luz como aquel que
enciende una lamparilla para salir
al encuentro del amigo que llega.
Tú sabes cuántas sombras nos envuelven,
cuántas humillaciones nos oprimen.
Pero nosotros queremos escuchar tu palabra
que nos consuela y nos alienta.
Porque Tú eres, la voz más dulce,
la paz más profunda, la alegría más verdadera.
Si reconociéramos todo lo que dices aquí, cuanta paz, cuanta alegría y cuanto consuelo tendríamos y las sombras se volverían luz, las humillaciones nos libertarían y todos seríamos amigos comunes del amigo que está al llegar "EL SEÑOR".
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