domingo, 6 de enero de 2013

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR


Celebramos hoy la Solemnidad de la Epifanía del Señor: la manifestación de Dios a todos los hombres, en su Hijo, Jesucristo, el Mesías. Precisamente, los Magos del relato evangélico, venidos de Oriente, simbolizan a los hombres de todas las razas y de todos los pueblos que descubren en Cristo al Hijo de Dios. 

En este día conmemoramos y revivimos, el momento en el que Dios se manifiesta a los gentiles, es decir, cuando el Señor abre las puertas de su Reino a todos los hombres y mujeres. Hoy el Señor destruye todas las fronteras: con el nacimiento de Cristo una nueva estrella se enciende en lo alto de los cielos, su luz brilla con claridad y fuerza, es un signo visible del amor de Dios, de su llamada insistente y persuasiva para que cada uno siga el camino marcado por la luz de la fe en Cristo, un camino distinto para cada uno, pero igual para todos ya que a todos, sin distinciones, nos llama Dios a ser santos.
Los Magos no hicieron alarde de su sabiduría humana. Postrados ante un niño igual a los otros, descubren en Él al Príncipe y Maestro de toda sabiduría. Por eso abrieron sus cofres y, sobre todo, su corazón,encontraron los que otros no fueron capaces de encontrar quizá tenían un corazón de niño, capaz de soñar, de creer lo increíble.


 
Al igual que aquellos hombres, que vinieron por un camino y se marcharon por otro; que vinieron con la ansiedad de quien busca y se marcharon con el gozo del que ha encontrado lo que tanto buscaban, 
también nosotros queremos venir a adorar al Niño recién nacido y a ofrecerle nuestra vida como ofrenda de amor.

El camino de ida era incierto y penoso, el de vuelta seguro y alegre... La estrella sigue brillando, "se han abierto los caminos divinos de la tierra", así nosotros debemos recorrerlos y encontrar a Cristo para seguir caminando con seguridad, con esperanza, con alegría y paz.
 ¡Dejémonos conducir por la estrella luminosa de la fe y 
  reconozcamos en Cristo la única Luz que puede guiar
  nuestros pasos!


Señor, esta fiesta de la Epifanía nos recuerda
 que Tú eres un Dios abierto a todos, 
que tu amor no tiene fronteras. 
Tú eres la estrella que brilla en la noche,
 para todos aquellos que quieren seguirte,
 para aquellos que te buscan. 
A los que ya te seguimos, o al menos lo intentamos,
 no nos dejes caer en la tentación 
de apagar tu luz, la luz de tu Evangelio. 
Que sepamos llevarlo a los demás con 
nuestras acciones y palabras, 
siendo así estrellas que llevan
 tu luz a nuestra familia, nuestros vecinos, 
nuestra ciudad y a los aún no te conocen.
No dejes que se apague nunca tu luz a nuestro lado;
 que tu estrella guíe nuestro caminar. 
y nos haga ser sembradores de esa luz
 allá donde estemos.





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