Las lecturas de hoy nos hablan, sobre todo, de la vida. En la primera escucharemos como Dios goza con la vida de sus hijos. Otra cosa es que, el hombre, se empeñe en ir por otros caminos. Por otro lado, la segunda lectura, San Pablo nos habla de la Fe como un buen elemento moral para luchar en contra del mal o en contra de cualquier tipo de crisis. Finalmente, el evangelio, nuevamente nos habla de la vida que nos trae Jesús. Tan sólo, con la fe, podemos ganar el corazón de Cristo.
En la Primera Lectura (Sab 1, 13-15; 2, 23-24) nos explica claramente que Dios no quiere la muerte, ni la enfermedad. La muerte y la destrucción no provienen de él, sino que se han introducido en el mundo a causa de la envidia del maligno.
El Salmo (29) "Te ensalzaré Señor, porque me has librado" se utilizó como plegaría litúrgica para la dedicación del Templo de Jerusalén tras la victoria de los Macabeos. Fue, después, un canto oficial para muchas ceremonias dentro del templo. Pero en su contenido se ve que es un oración de reconocimiento a Dios por haber librado al salmista de alguna enfermedad muy grave. Para eso mismo puede servirnos a nosotros mismos, hoy. Es un canto de agradecimiento por todos los bienes recibidos de nuestro Dios Padre.
En la Segunda Lectura (2 Co. 8, 7. 9. 13-15) el apóstol Pablo alude a una colecta realizada a favor de los hermanos necesitados de la comunidad de Jerusalén, y pide a los Corintios que sean generosos con la Iglesia madre. El ejemplo lo da el mismo Jesús, que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos. Compartir los bienes es un signo de fe y de fraternidad.
En el Evangelio (Mc 5, 21-43) el evangelista Marcos presenta a Jesús como el vencedor de la enfermedad y de la misma muerte. Jesús cura a una mujer y devuelve a la vida la hija de un personaje. Esto es, actúa siempre en favor del bienestar de las personas y, al mismo tiempo, evita toda apariencia de triunfalismo. Ése es el proyecto de Dios y Jesús lo hace realidad.
La celebración de este domingo debe llevarnos, a quienes creemos en Jesús Resucitado, a luchar contra toda forma de muerte, y a crear y comunicar vida. Quien arriesga y da su vida por amor, hace posible la esperanza y la vida de los otros, como Jesús mismo.
Tengo fe, pero ayúdame.
Sí, Señor; tengo fe pero ayúdame.
Porque, si miro a mi alrededor,
veo que poco o nada pueden hacer por mí.
Porque, hace mucho tiempo,
mucho tiempo, Señor, que los que me ven
ya no hacen nada por mí.
Por eso, Jesús, fuente de la salud y de la vida:
ayúdame a salir de las situaciones que me postran
a superar tantos flujos de sangre
que me dejan sin posibilidad de brindarme
por Ti, por tu Reino y por los que me necesitan
Y si me pides algo, mi Señor, sabes que mi pobre fe,
aunque Tú la puedes hacer más rica
es lo que te puedo ofrecer.
Amén
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