martes, 17 de febrero de 2015

HISTORIA PARA LOS MÁS PEQUES: "LA VELA DEL SAGRARIO."

Esta hermosa historia que encontraréis a continuación, os puede servir de ayuda para explicar a los más pequeños la importancia del encuentro con Jesús, amigo que nunca falla.

Un domingo por la mañana, la Sra. Pérez decidió llevar a su hijo pequeño Juanito a la iglesia por primera vez. Pensó que como era la primera vez que llevaba a su pequeño sería mejor irse temprano para ser los primeros en llegar. La Sra. Pérez se apresuró para estar lista y llegar a la iglesia lo más pronto posible. Lo primero que hizo al llegar a la Iglesia fue enseñar a Juanito a hacer la genuflexión. Juanito aprendió a hacerla y lo hizo con mucho respeto- que lugar tan silencioso- pensó Juanito. La Sra. Pérez tomó a Juanito de la mano y siguieron hacía el interior de la Iglesia. Con voz suave, mientras caminaban, le preguntó el niño a su mamá: 
¿Quién vive aquí? 
- Aquí vive Jesús,y Él está muy contento de que tú estés aquí. Te ama mucho y quiere que aprendas a hablar con él - contestó ella.
- Pero ¿cómo sabes que Jesús esta aquí mamá?- respondió Juanito, algo inquieto.
- Bueno, hijo, mira a tu alrededor, a ver si puedes encontrar el lugar especial donde vive Jesús. 
Al instante la Sra.  Pérez soltó a Juanito de la mano y el pequeño comenzó a caminar muy calladito por toda el templo. Veía todo lo que había allí y no podía creer tanta belleza. Todo le parecía maravilloso. Regresó con su mamá y le dijo: 
Mamá, no pude encontrar a Jesús ¿dónde está?
- Sigue buscando hijo mío, sigue buscando. 
El pequeño Juanito comenzó su búsqueda de nuevo pero esta vez subió hasta donde estaba el altar. Miraba hacia arriba y hacia abajo pidiendo a Jesús que saliera para verlo. De pronto vió a su derecha y descubrió una vela roja. La miró con mucha atención. La llama de la pequeña vela parecía extraña y llena de paz al mismo tiempo. Se le quedó mirando y decidió hablar con ella: 
- ¿Eres de verdad una vela? ¿Por qué te estás consumiendo tan despacio? ¿Será porque tú crees que Jesús de veras está presente aquí? ¿Puedes hablar conmigo por favor? 
La llamita de la vela comenzó a moverse de arriba abajo como queriendo contestar las preguntas de Juanito.
La llamita no se pudo contener y le contestó: 
Juanito, tengo un mensaje de Jesús para ti - el niño apenas lo podía creer. Miró para ver si su mamá estaba todavía en el templo y si ella también estaba escuchando aquélla voz dulce y serena. Al voltear a ver, Juanito vió a su mamá orando de rodillas en la última banca. Todo estaba en silencio total y Juanito no sabía que hacer. Buscaba a su alrededor para ver si había alguien más que estuviera escuchando la voz pero no había nadie. Él y su mamá eran los únicos que estaban en la iglesia a esa hora. La voz suave continuó: 
- Si Juanito, yo tengo un mensaje para tí, y es del mismo Jesús. Él quiere que sepas que está aquí, está más cerca de tí que nadie. Él esta ahí en el Sagrario. Juanito no sabía donde estaba el Sagrario y buscó por todo el templo. La vela continuó:
- El Sagrario está ahí al frente bajo el crucifijo. Jesús está escondidito en las formas consagradas. Créeme Juanito, Él está verdaderamente presente en el Sagrario.
- ¿De veras? - Contestó el niño. 
- ¿Eso quiere decir que cada vez que venga a la iglesia puedo ir hacia el Sagrario y encontrar a Jesús listo para escucharme? 
- Por supuesto, respondió la vela. 
- Cada vez que necesites a un amigo lo encontrarás en Jesús. ¿Sabes otra cosa Juanito? Cada vez que vengas a la iglesia siempre encontrarás una vela encendida como yo cerca del Sagrario y eso significa que me consumo de amor por Jesús. La vela encendida es una señal para los niños como tú que necesitan saber y estar seguros de que Jesús está de verdad presente en el Sagrario. Permanezco encendida también porque Jesús ha dicho que Él es “La luz del mundo”, y al verme la gente recordará esas palabras. -¡Que maravilloso! gritó Juanito. ¡Ahora ya sé donde buscar a Jesús!

Enseguida, Juanito caminó despacio y con mucho respeto hacia el frente del altar y se quedó mirando hacia el Sagrario. Juanito no podía creer lo que le acababa de ocurrir. Miró una vez más hacia donde estaba su mamá y ella aún continuaba orando en el mismo sitio. Juanito decidió hacer lo mismo, se arrodilló, cerró sus ojitos y comenzó a hablar con Jesús. Le decía:
- “Mi amigo Jesús, yo sé que Tú estás presente aquí en la iglesia y sé que me estás escuchando y que me amas y por eso te doy las gracias. Te doy gracias por mi mamá, mi papá y por todo lo que me has dado. Te doy las gracias de manera especial por permitirme descubrir el lugar donde Tú vives: “El Sagrario”. Te doy las gracias por todas las cosas, Jesús, muchas gracias”.


Juanito terminó su oración y permaneció callado unos minutos, luego, abrió sus ojos para ver a todos lados y ¡que sorpresa!, el templo ya estaba lleno de personas. Miró hacia atrás para ver si su mamá todavía estaba en el mismo lugar, pero no pudo ver nada. Comenzó a tener miedo y sus lagrimitas comenzaron a rodar por sus mejillas pero, luego, se dió cuenta que estaba en el lugar más seguro de todo el mundo, sonrió, se enjugó sus lágrimas y comenzó a caminar hacia atrás del templo. Al llegar a la última banca vió que su mamá le sonreía, la Sra. Pérez abrió sus brazos para abrazar a su pequeño Juanito y él dejó de sentir miedo. 
Le dijo: -¿encontraste a Jesús Juanito?
- Sí, contestó él, Jesús vive en el Sagrario, y ¿sabes qué mamá? Le pedí a Jesús que me hiciera tan pequeño, tan pequeño, para que pudiera entrar en su Sagrario por la cerradura de la puerta y una vez dentro con Él, me hiciera tan grande tan grande que nadie me pudiera sacar de ahí. Yo amo a Jesús mamá y me gustaría poder estar con Él siempre. 
La mamá no sabía que decir. Abrazó a su pequeño y lo besó, mientras le decía: -“Juanito, de ahora en adelante tú y yo vamos a venir a Misa todos los domingos, y cada vez que Jesús te vea te sonreirá porque te ama mas que nadie. Debes creer esto siempre Juanito, Jesús te ama.
El rostro de Juanito se iluminó y desde entonces fue muy respetuoso y amó mucho a Jesús. Se portaba muy bien en la iglesia y cada vez que iba a Misa hablaba con Jesús como con su mejor Amigo.


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