No podemos decir que amamos a Jesús y, a continuación, vivir de espaldas a sus mandamientos. Eso sería como aquel amigo que nunca se fio de lo que otro amigo le dijo o le confió.
Las lecturas de hoy tienen sabor a Espíritu Santo. Dentro de pocos días celebraremos la gran Pascua de Pentecostés. Es decir; la venida del Espíritu Santo. Los primeros cristianos confiaron, aunque nunca habían escuchado que existía, en la presencia del Espíritu. Todo lo que hicieron y dijeron, fue confirmado por lo que Jesús les prometió: LA AYUDA Y LA DEFENSA DEL ESPÍRITU SANTO.
En la Primera Lectura (Hch. 8, 5-8. 14-17) nos refieren los trabajos de Felipe, que, recién nombrado diácono, emprende una vigorosa acción de apostolado. Predica en Samaria, el país considerado por los judíos como apostata y extranjero, a pesar de que adoraban el mismo Dios. La Palabra es bien recibida y tanto es así que se hace necesario el viaje de Pedro y Juan para confirmar a tanto convertido. La imposición de las manos,hoy lo hacen los obispos en el sacramento de la confirmación, hace adultos en la fe a los recién bautizados. Los comunica el Espíritu. Y este Espíritu de Dios aletea en proximidad al acercarse el tiempo de Pentecostés.
En la Primera Lectura (Hch. 8, 5-8. 14-17) nos refieren los trabajos de Felipe, que, recién nombrado diácono, emprende una vigorosa acción de apostolado. Predica en Samaria, el país considerado por los judíos como apostata y extranjero, a pesar de que adoraban el mismo Dios. La Palabra es bien recibida y tanto es así que se hace necesario el viaje de Pedro y Juan para confirmar a tanto convertido. La imposición de las manos,hoy lo hacen los obispos en el sacramento de la confirmación, hace adultos en la fe a los recién bautizados. Los comunica el Espíritu. Y este Espíritu de Dios aletea en proximidad al acercarse el tiempo de Pentecostés.
El Salmo "Aclamad al Señor, tierra entera", utilizado, en su tono y en su estilo, aplicado por los judíos
contemporáneos de Jesús como liturgia de aclamación y de adoración jubilosa para Dios, Nuestro Padre.
En la Segunda Lectura (1 Pedro 3, 15-18) nos sigue hablando los últimos días de Jesús en la tierra. Ahora narra la resurrección producida por el Espíritu Santo y esa es una esperanza plena para todos nosotros, que esperamos la resurrección gloriosa.
En el Evangelio (Jn 14, 15-21) Jesús anuncia el envío y la presencia de ese Espíritu, el defensor. Es Él mismo quien nos anima día a día, hora a hora, a la Iglesia en su caminar y es Él el que está presente en estos momentos, en nuestra celebración del domingo. La fuerza del Espíritu realizará también hoy el milagro cotidiano de transformar el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Para seguir tus caminos,porque no queremos
vivir de espaldas a Ti. Necesitamos de ti, Señor,
¿quién nos dará vida e ilusión?
¿Cómo encontrar fuerza para seguir adelante?
¿Dónde está el secreto de tu persona?
Necesitamos de ti, Señor. Somos débiles,
y Tú lo sabes,
somos contradictorios, y Tú nos conoces,
somos “si” pero “no”, y Tú nos quieres
Necesitamos de ti, Señor. No dejes que recordarnos tus mandatos, no dejes de hablarnos con tu Palabra, no dejes de animarnos con el Espíritu, no dejes de alimentarnos con la Eucaristía.
Necesitamos de ti, Señor.
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