Antes de la celebración de la Eucaristía, el padre Carlos, nuestro párroco,presentó uno a uno, a la Virgen, a todos los niños y niñas del barrio que asistieron a este feliz acontecimiento que tradicionalmente se realiza en nuestra parroquia, la presentación de los pequeños a la Madre de Dios, a nuestra Madre.
El coro "Brisas de la Bahía", nos acompañó con sus cantos.
Comenzó la Eucaristía con el rito de la Incensación. Fue incensado la mesa del altar, y la imagen de la Santísima Virgen expresando así, la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios. Ya el Salmo 141 nos hace decir: "suba mi oración como incienso en tu presencia".
El incienso simboliza sobre todo, la actitud de ofrenda y sacrificio de los creyentes hacia Dios. El incienso une de algún modo a las personas con el altar, con sus dones y sobre todo con Cristo Jesús que se ofrece en sacrificio.
Tras la lectura del Santo Evangelio, el padre Carlos, realizó una Homilía, en la que recordó la importancia de la Virgen en nuestras vidas. Dios la eligió para que se convirtiera en la Madre de su Hijo, Jesús. María estuvo siempre al lado de su hijo, aún sufriendo por el sufrimiento de su hijo cuando era condenado a morir en la Cruz, permanece y acepta la voluntad del Padre. Que como María sepamos aceptar la voluntad de Dios en nuestras vidas.
En el momento del ofertorio, el altar y las ofrendas de pan y vino sobre él se también se inciensan "para significar de este modo que la oblación de la Iglesia y su oración suben ante el trono de Dios como el incienso"
En este momento "también el sacerdote y el pueblo pueden ser incensados". Junto con el pan y el vino ofrecidos sobre el altar, y que son incensados, también el sacerdote se ofrece a sí mismo, y con él toda la comunidad y así se convierten ellos mismos en ofrenda y sacrificio, unidos e incorporados al sacrificio de Cristo.
Al finalizar la misa, se cantó en honor de nuestra madre, la Virgen de Fátima, el canto tradicional "En la rama de una encina".
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea, en tan graciosa belleza.
A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María,
te ofrezco en este día, alma vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Amén.
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