domingo, 10 de febrero de 2013

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO



En este domingo quinto del Tiempo Ordinario, nos encontramos reunidos alrededor de la mesa del altar, convocados por el mismo Señor, que quiere alimentarnos con su Palabra y con la Eucaristía, para hacer de nosotros verdaderos discípulos suyos. 
Hoy el Señor nos llama a todos a conocerlo, a amarlo, a poner toda nuestra confianza en el poder de su gracia, y nos convoca a todos los bautizados, como lo hiciera hace dos mil años a sus primeros discípulos, a ser sus apóstoles, los evangelizadores que Él necesita para que trabajemos en el mundo y su Evangelio llegue a todos los hombres. 


Cuando Jesús de Nazaret elige a sus discípulos les da especiales fuerzas para creer en Él y seguirle. El ejemplo de la pesca milagrosa, que nos narra hoy el Evangelio de Lucas, es una prueba clara de ese apoyo. Pedro acepta la orden de Jesús y obtiene una pesca enorme, sencillamente milagrosa. Hemos de confiar en Jesús y no tener miedo porque Él, como a Pedro, nos ayudará en el momento más necesario.



       Es justo bendecirte, Padre, porque, como a los apóstoles,
Cristo nos llamó por nuestro nombre a su seguimiento por la fe.
Por el bautismo tú nos has incorporado al cuerpo de Cristo
y nos has hecho templos del Espíritu y miembros de tu Iglesia.
¡Gracias, Señor! 
Ilumínanos, Señor, con el Espíritu de tu verdad,
para que entendamos qué es ser discípulo auténtico de Jesús.
Y haznos fuertes para testimoniar los valores del Evangelio.

Jesús queremos seguirte y responder a tu llamada 
como lo hicieron los apóstoles.
Nos fiamos de tu Palabra, queremos ser tus amigos, 
para recibir el amor de Dios que tú nos traes y 
así hacer crecer tu Reino en esta tierra.
 ¡Gracias por guiar siempre nuestros pasos¡ 

Amén


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