martes, 31 de diciembre de 2013

ORACIÓN PARA EL FIN DE AÑO



Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, 
tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. 
Al terminar este año quiero darte gracias 
por todo aquello que recibí de TI. 
Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire 
y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto 
fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo 
que pude realizar y las cosas que pasaron 
por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, 
las amistades nuevas y los antiguos amores,
 los más cercanos a mí y los que estén más lejos, 
los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, 
con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, 
por la palabra inútil y el amor desperdiciado. 
Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho,
 y perdón por vivir sin entusiasmo. 
También por la oración que poco a poco fui aplazando 
y que hasta ahora vengo a presentarte. 
Por todos mis olvidos, descuidos
 y silencios nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún 
sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes 
si llegaré a vivirlos. Hoy te pido para mí y los míos 
la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, 
la claridad y la sabiduría.
Quiero vivir cada día con optimismo y bondad 
llevando a todas partes un corazón 
lleno de comprensión y paz.
Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.
Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno 
que mi espíritu se llene sólo de bendiciones 
y las derrame a mi paso.
Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren 
en mi vida un poquito de TI.

¡Danos Señor un año feliz y enséñanos 
a repartir felicidad!
 Amén

domingo, 29 de diciembre de 2013

LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARET: JESÚS, MARÍA Y JOSÉ.

Hoy la Iglesia universal festeja la Fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María Santísima y San José;el misterio del hogar de Jesucristo en la tierra: modelo y luz para todas las familias del mundoEl Hijo de Dios hecho hombre, a quien adorábamos en el humilde pesebre, forma parte de esa familia, nos ayuda a cada uno a caminar con el espíritu de Nazaret. Él mismo nos la pone como ejemplo en la obediencia a la ley y la convivencia en amor y unidad. Nuestra familia, como aquélla de Nazaret, tiene el sello de Dios. 

En el clima dichoso y alegre de la Navidad, la Iglesia, reviviendo con nueva admiración el misterio del Emmanuel, el Dios con nosotros, nos invita a contemplar hoy a la Sagrada Familia de Nazaret. En la contemplación de este admirable modelo, la Iglesia descubre valores que vuelve a proponer a las mujeres y a los hombres de todos los tiempos y de todas las culturas. Él nos muestra cómo entiende esa voluntad divina, esta voluntad de Dios que no es objeto único de enseñanza, sino que es toda una actitud de vida que consiste en ser para las cosas del Padre.
Al escuchar las lecturas de esta jornada dedicada a la familia, contemplaremos diversos valores como la comprensión, la humildad, el amor... que ha de tener una buena familia cristiana. No siempre es fácil vivir el amor, la fortaleza, la fidelidad o la unión entre todos, pero, con el evangelio en la mano, veremos que la Sagrada Familia es un prototipo donde podemos encontrar y descubrir la grandeza y la sencillez de vida, viviendo unidos, en familia, la experiencia del Amor de Dios.

En la Primera Lectura
 (Eclo 3, 2-6. 12-14) podemos vislumbrar el cuarto mandamiento "Honrarás a tu padre y a tu madre". Describe las actitudes de respeto, servicio y comprensión que han de observar los hijos frente a los padres, el que respeta a sus padres engrandece la relación humana y la orienta hacia Dios con el lenguaje único del amor. Se reconoce en los padres a los transmisores de la fe y de la vida, y por eso, honrarlos es motivo de bendición.

El sentido de los antiguos judíos sobre este salmo (127) que proclamamos hoy "Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos" era que Dios premia al hombre y a la mujer fieles al Señor con muchos bienes familiares. Una buena familia, feliz y dichosa, es el gran premio. Para nosotros se puede decir lo mismo, la familia es una bendición permanente.

En la Segunda Lectura (Col 3, 12-21) el apóstol San Pablo nos exhorta a practicar las virtudes humanas y cristianas como elegidos de Dios, “que vuestra vida la presida la misericordia, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión, el perdón… y así la paz de Dios habitará en vuestros corazones”. Esto es, ir creando la comunidad cristiana como una familia, en cuyo seno se promueve la fraternidad, una familia nacida de un gran amor, el de Dios nuestro Padre.

En el Evangelio (Mt 2, 13-15. 19-23) se nos presenta como la Sagrada Familia tuvo que emigrar, que exiliarse a Egipto siendo Jesús un bebé. José de Nazaret recibió el mensaje del ángel del Señor que le comunicaba que Herodes quería matar al Niño. Y empezó el exilio de la Familia Santa.José ayudado por la intervención divina, se va a Egipto, estableciéndose finalmente en Nazaret.

Jesús, María y José nos invitan hoy a descubrir la grandeza y la sencillez de vida, y a vivir la experiencia del Amor de Dios. Es un día propicio para dar gracias a Dios por cada una de nuestras familias. Pero también es un día importante para seguir descubriendo lo que el Señor espera de nuestra Comunidad Parroquial, que también es una familia que busca unida,conocer la voluntad de Dios y que quiere guiarse por el Espíritu de Cristo para seguir los caminos del amor, la fidelidad y el perdón.


Padre DIOS todo poderoso,que quisiste que 
tu hijo Jesús naciera y creciera en el calor 
y en el amor familiar 
al lado de María, y de San José, 
bendice con tu Espíritu a nuestras familias cristianas,
 que en medio de cansancios y esperanzas, dudas 
y alegrías, gozos y temores,ilusiones
 y desencantos, caminen hacia Ti.
Haz Señor, que crezca siempre más y más el amor mutuo de los esposos y de los padres e hijos entre sí.
Consolida la unión y el amor de quienes llamaste 
al matrimonio y a la familia, y haz que en nuestros hogares, 
se reflejen fielmente las virtudes 
y la sencillez de la Familia de Nazaret.
AMÉN

viernes, 27 de diciembre de 2013

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY SAN JUAN EVANGELISTA

San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el discípulo más amado por Jesús. Nació en Galilea y fue hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor. San Juan era pescador, como su hermano y su padre, y según señalan los antiguos relatos, al parecer fue San Juan, que también fue disicípulo de Juan el Bautista, uno de los dos primeros discípulos de Jesús junto con Andrés. La primera vez que Juan conoció a Jesús estaba con su hermano Santiago, y con sus amigos Simón y Andrés remendando las redes a la orilla del lago; el Señor pasó cerca y les dijo: "Vengan conmigo y los haré pescadores de almas"Ante este llamado, el apóstol dejó inmediatamente sus redes, a su padre y lo siguió. 

Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago, el pequeño grupo de preferidos que Jesús llevaba a todas partes y que presenciaron sus más grandes milagros. Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración, y presenciaron la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el Huerto de los Olivos; y junto con Pedro se encargó de preparar la Última Cena.

A Juan y su hermano Santiago les puso Jesús un sobrenombre: "Hijos del trueno", debido al carácter impetuoso y vanidoso que ambos tenían. Los dos hermanos se volvieron humildes, amables y bondadosos cuando

recibieron el Espíritu Santo. Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza sobre el corazón de Cristo. Fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario; y recibió de Él en sus últimos momentos,el más precioso de los regalos. Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a su madre María Santísima, como si fuera su propia madre, diciéndole: "He ahí a tu madre". Y diciendo a María: "He ahí a tu hijo". 
El domingo de la resurrección, fue el primero de los apóstoles en llegar al sepulcro vacío de Jesús. Después de la resurrección de Cristo, en la segunda pesca milagrosa, Juan fue el primero en reconocer a Jesús en la orilla. Luego, Pedro le preguntó al Señor señalando a Juan: "¿Y éste qué?". Jesús le respondió: "¿Y si yo quiero que se quede hasta que yo venga, a ti qué?". Con esto algunos creyeron que el Señor había anunciado que Juan no moriría. Pero lo que anunció fue que se quedaría vivo por bastante tiempo, hasta que el reinado de Cristo se hubiera extendido mucho. Y en efecto vivió hasta el año 100, y fue el único apóstol al cual no lograron matar los perseguidores. Juan se encargó de cuidar a María Santísima como el más cariñoso de los hijos. Con Ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta la hora de su gloriosa muerte. El emperador Dominiciano quiso matar al apóstol San Juan y lo hizo echar en una olla de aceite hirviente, pero él salió de allá más joven y más sano de lo que había entrado, siendo desterrado de la isla de Patmos, donde fue escrito el Apocalipsis. Después volvió otra vez a Éfeso donde escribió el Evangelio.
A San Juan Evangelista se le representa con un águila al lado, como símbolo de la elevada espiritualidad que transmite con sus escritos. Ningún otro libro tiene tan elevados pensamientos como su Evangelio.
Según señala San Jerónimo, cuando San Juan era ya muy anciano se hacía llevar a las reuniones de los cristianos y lo único que les decía siempre era esto: "hermanos, ámense los unos a otros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre lo mismo, y respondió: "es que ese es el mandato de Jesús, y si lo cumplimos, todo lo demás vendrá por añadidura". San Epifanio señaló que San Juan murió hacia el año 100 a los 94 años de edad.

jueves, 26 de diciembre de 2013

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

Esteban significa: "coronado" (Esteb: corona).
Este santo se llama "protomártir", porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.

Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles. La Santa Biblia, en los Hechos de los Apóstoles narra que cuando en Jerusalén hubo una protesta de las viudas y pobres que no eran israelitas porque en la distribución de las ayudas se les daba más preferencia a los que eran de Israel que a los pobres que eran del extranjero, los 12 apóstoles dijeron: "A nosotros no nos queda bien dejar nuestra labor de predicar por dedicarnos a repartir ayudas materiales". Y pidieron a los creyentes que eligieran por voto popular a siete hombres de muy buena conducta y llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, para que se encargaran de la repartición de las ayudas a los pobres. Y entre los siete elegidos, resultó aclamado Esteban (junto con Nicanor, Felipe y otros). Fueron presentados a los apóstoles los cuales oraron por ellos y les impusieron las manos, quedando así ordenados de diáconos (palabra que significa "ayudante", "servidor".)

Los judíos provenientes de otros países, al llegar a Jerusalén empezaron a discutir con Esteban que les hablaba muy bien de Jesucristo, y no podían resistir a su sabiduría y al Espíritu Santo que hablaba por medio de él. Siempre les ganaba las discusiones. Lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín, para acusarlo con falsos testigos, diciendo que él afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés. Y los del tribunal al observarlo vieron que su rostro brillaba como el de un ángel.
Esteban pronunció entre el Sanedrín un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Está en el Capítulo 7 de los Hechos de los Apóstoles) y les fue echando en cara a los judíos que ellos siempre se habían opuesto a los profetas y enviados de Dios, terminando por matar al más santo de todos, Jesucristo el Salvador. Al oír esto, ellos empezaron a rechinar de rabia. 
Pero Esteban lleno del Espíritu Santo miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la derecha de Dios y exclamó: "Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios". Entonces ellos llenos de rabia se taparon los oídos y se lanzaron contra él.
Lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir). Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban y la comunidad hizo gran duelo por él.

25 DICIEMBRE, SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

¡Ha nacido el Salvador! ¡Aleluya, aleluya!
¡Alegrémonos, hermanos! ¡Celebremos el amor de Dios! En la profundidad de esta oscura y esperada noche,¡Dios ha nacido! 
Hoy habla el AMOR, la palabra se ha hecho carne. ¡Dios se ha hecho Niño en Belén! ¿Puede hacer algo más Dios por nosotros? Para este gran momento, culminante y final del Tiempo de Adviento, nos hemos preparado desde la contemplación, la conversión, el asombro, la oración, con la compañía de la Virgen María, madre de Jesús y madre nuestra.

La Navidad es más que un sentimiento o una tradición, es el principio de un nuevo amor que Dios quiere compartir con todos nosotros. Las velas de Adviento nos han guiado hasta Belén, hemos visto mil razones para vivir con esperanza, hemos seguido su luz, la luz de Cristo que nos guía e ilumina en nuestro caminar diario, en nuestra vida.



En la Primera Lectura (Is 52,7-10) Isaías, nos anuncia la universalidad del Hijo de Dios, que no vino solo para un pueblo, sino para toda la humanidad.

Con la proclamación del salmo "Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios" queremos mostrar nuestra alegría ante el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, el Mesías que viene a salvarnos.

En la Segunda Lectura (Heb 1,1-6) se 
nos presenta a Cristo Jesús, Dios se ha manifestado plenamente en Él. Nos habla por medio de su Hijo y nos invita a que lo adoremos.
En él apreciamos lo que significa Dios y quién es Dios.

En el Evangelio (Jn 1,1-18) San Juan 
nos sumerge en la realidad íntima de la Navidad: el Hijo de Dios, asume nuestra vida, nuestra historia y nos hace partícipes de su vida, en Dios. Él es la imagen del Padre, su Palabra se hizo hombre, su luz disipa nuestra oscuridad, Dios vive entre nosotros. 

Dios nos dice algo muy importante sobre el sentido y significado de nuestra fe cristiana. Nuestra fe nos es precisa y solamente una doctrina en la que creemos. La Palabra de Dios no es una doctrina, sino una persona: Jesús. En él la Palabra de Dios y sus promesas se vuelven vivas. El Hijo de Dios se hace nuestro hermano y centro de nuestras vidas. En Jesús, Dios Padre nos revela quién es él: un Dios que ama, un Dios que salva, cercano a su pueblo. Por medio de Jesús, Dios nos vincula a sí mismo y él se vincula a nosotros, comparte plenamente nuestra vida. Por medio de y con Jesús podemos responder al amor de Dios en fiel entrega a Dios y al prójimo.

Que hoy Jesús, en los brazos de María y bajo la mirada serena de José, nos haga renacer en nuestra fe. Nos haga conmover ante este Misterio, de Dios que se encarna, y nos transforme en portadores de verdad, de bondad, de solidaridad y de perdón.



Bienvenido, Señor, esta es tu casa.
Haz de nuestro mundo un hogar de pan y de paz. 
Los hombres rompemos en pedazos 
la gran casa del mundo, 
reconstrúyela con tu nacimiento.
Bienvenido, Señor, a la tierra, 
haz de nuestro suelo,
caminos de amor y de concordia.
Los hombres rompemos la gran partitura 
que Dios compuso en el principio de la historia.
Bienvenido, Señor, en esta noche silenciosa
a un lugar donde habita y reina el ruido;
queremos escuchar palabras de amor queremos ver el rostro de Dios queremos comprender que, para llegar hasta Él, hay que inclinarse y entrar pequeño en Belén.
¡Gracias por venir! Eres la gran noticia de esta noche,la luz que ilumina el camino incierto del hombre.
El llanto que nos hace de nuevo ser solidarios.
El Niño que, en el mundo, es salvación y futuro.
 Bienvenido, Señor, a este valle.
Permítenos, como los pastores, o
frecerte lo que somos y tenemos.
Déjanos, en el universo que rodea este Misterio,
unirnos al coro de los ángeles y arcángeles.
Doblamos nuestras rodillas ante, Ti, Señor.
¡Eres tan pequeño y tan grande!¡Tan débil y tan fuerte!
¡Tan inocente y tan sabedor de lo que te espera!
¡Bienvenido, Señor, a nuestra tierra!

Amén

domingo, 22 de diciembre de 2013

IVº DOMINGO DE ADVIENTO


Celebramos hoy el IVº Domingo de Adviento,último domingo de este tiempo de espera(Adviento). Ya está a punto de hacerse realidad, todo lo que se nos ha anunciado durante este Tiempo de Adviento. Una joven, una Virgen, tiene el secreto guardado en el corazón. Está dispuesta a entregarnos el mensaje de Dios, el Hijo de Dios que viene a salvarnosA nosotros nos toca avivar nuestra esperanza y nuestra fe. A nosotros nos toca acoger con amor y dar hospedaje al niño que nace para nosotros. La Virgen, dió lo mejor de sí misma: a Jesús. Que también nosotros y, animados por nuestra Madre, preparemos de verdad nuestras casas, nuestros corazones y nuestras vidas para que –el Señor- nazca de verdad en nosotros.


Hemos sentido durante el Adviento que éste era un tiempo para la esperanza y una invitación para la conversión. Podemos preguntarnos en qué hemos cambiado, qué pasos hemos dado para acoger a Jesús en nuestra vida, en nuestro corazón. La esperanza, la conversión, la alegría, la solidaridad y la fe, ésos deberían ser los pilares para descubrir a Jesús que viene a nuestro encuentro.

Hoy, vamos a encender la cuarta y última vela de la Corona con la esperanza de que estas cuatro luces encendidas nos abran a la conversión de nuestros corazones, pues ya falta poco tiempo para la venida del Señor que llega para cumplir su promesa.



En la liturgia de hoy, contemplamos la grandeza de un Dios que se hace uno de nosotros, para mostrarnos su salvación, su compasión y su liberación. El niño pequeño que nace en Belén se convierte para el pueblo oprimido y creyente en signo de la cercanía de Dios que quiere mostrarnos su vida y su salvación.

En la Primera Lectura (Is 7, 10-14) el profeta Isaías nos anuncia la venida del Salvador muchos años antes de que incluso,la virgen María hubiese nacido. Nos revela la manera en la que vendrá al mundo el Emmanuel, salvador del mundo que quiere decir “Dios con nosotros”.  
Dios quiere prepararnos para la llegada de su hijo quien traerá la paz, el amor y la esperanza para todos.

El Salmo "Va a entrar el Señor, él es el Rey de la Gloria"  
nos invita a poder ser ese grupo que viene a la presencia del Señor, ese pueblo de Dios que quiere ver su rostro, que quiere reconocer que es el salvador. Cada vez que lo proclamamos, reconocemos que Jesucristo es el Rey de la Gloria, que es el único que puede cambiar nuestras vidas, necesitamos que Dios siempre venga a nuestra vida.

En la Segunda Lectura (Rom 1, 1-7) Pablo nos 
anunciará la filiación divina del Señor y la promesa de los antiguos profetas de que salvaría al mundo.

En el Evangelio (Mt 1, 18-24) San Mateo nos narrará cómo
ocurrió la Encarnación de Jesús y su nacimiento. Nos describirá la actitud de José, el esposo de María, que supo aceptar el Misterio de la concepción virginal del Mesías. 
La figura de San José, imagen de todos los cristianos nos insta a que contemplemos el misterio de la virgen María aceptando que el Señor nos haga partícipes de este nacimiento. También nosotros, como San José,somos llamados a aceptar que es obra del Espíritu Santo,que este niño que va a nacer en Belén, también va a nacer en nosotros si le dejamos. Por eso, tambien contemplamos como una obra admirable en nuestra vida,que por obra del Espíritu Santo a través de los sacramentos, a través de la predicación viene Jesucristo a hacerse carne dentro de cada uno de nosotros. Vemos como poco a poco va creciendo en nosotros el Señor y va creciendo en nosotros los sentimientos de Cristo.

Que María y José sean nuestro ejemplo para recibir con alegría al Señor Jesús que ya llega,en nuestros corazones, Él viene a traernos la esperanza y la paz que tanto necesitamos.


Que tu venida Señor, encuentre mi corazón vacío para que tú lo llenes,abierto para que tú lo habites, en silencio para que tú lo alegres con tu música. Amén

viernes, 20 de diciembre de 2013

PRÓXIMAMENTE...CELEBRACIÓN MISA DEL POLLITO 2013


Estimada familia.
Desde nuestra Parroquia de Sta. Mª Micaela 
(La Bajadilla), tenemos el placer de invitarles, 
a un gran estreno musical navideño, 
el Concierto de villancicos:
“Compartiendo la ilusión en Navidad”.

En el que cuatro grupitos de niños y niñas, nos sacarán más de una sonrisa y alguna que otra carcajada en este día tan especial en el que esperamos impacientes,con ilusión 
y alegría el nacimiento de Jesús.

Esperamos veros allí, para poder compartir y disfrutar con todos vosotros de este gran momento en el que nuestros pequeños catecúmenos,los protagonistas,
desbordantes de alegría, compartirán sus cantos con todos nosotros, poniendo de esta forma tan original sus voces a una Navidad llena de felicidad e ilusión.

Este acontecimiento tendrá lugar en la 
“Misa del Pollito”,el 24 de diciembre 
a las 17:00 de la tarde.


Os deseamos que la luz de Cristo ilumine 
con su infinito amor vuestros corazones 
y el de vuestras familias.
Nuestros mejores deseos para estas fiestas. 


¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, 19 de diciembre de 2013

RETIRO DE ADVIENTO. LA VIRGEN MARÍA REPRESENTACIÓN DE LA ESPERANZA

El personaje característico y clave por excelencia del Adviento, es la Virgen María, gracias a su "sí "confiado a Dios, el Mesías, fruto de su vientre nace para salvar al mundo.

La primera venida del Señor se realizó gracias a ella. Y, por ello, todas las generaciones le llamamos Bienaventurada. Hoy, que preparamos, cada año, una nueva venida, los ojos de la Iglesia se vuelven a ella, para aprender, con estremecimiento y humildad agradecida, cómo se espera y cómo se prepara la venida del Emmanuel: del Dios con nosotros. Más aún, para aprender también cómo se da al mundo el Salvador.

*Sobre el papel de la Virgen María en la venida del Señor, la liturgia del Adviento ofrece dos síntesis, en los prefacios II y IV de este tiempo: (II)"...Cristo Señor nuestro, a quien todos los profetas anunciaron, la Virgen esperó con inefable amor de Madre, Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres. El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al Misterio de su Nacimiento, para encontrarnos así, cuando llegue, velando en oración y cantando su alabanza". (IV) "Te alabamos, te bendecimos y te glorificamos por el Misterio de la Virgen Madre. Porque, si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno de la Hija de Sión ha germinado aquél que nos nutre con el pan de los ángeles, y ha brotado para todo el género humano la salvación y la paz. La gracia que Eva nos arrebató nos ha sido devuelta en María. En ella, madre de todos los hombres, la maternidad, redimida del pecado y de la muerte, se abre al don de una vida nueva. Así, donde había crecido el pecado, se ha desbordado tu misericordia en Cristo nuestro Salvador. Por eso nosotros, mientras esperamos la venida de Cristo, unidos a los ángeles y a los santos, cantamos el himno de tu gloria..."

*La Virgen Inmaculada fue y sigue siendo el personaje de los personajes del Adviento: de la venida del Señor. Por eso, cada día, durante el Adviento, se evoca, se agradece, se canta, se glorifica y enaltece a aquella que fue la que accedió libremente a ser la madre de nuestro Salvador "el Mesías, el Señor" (Lc 2,11).

Seleccionamos tres textos de los tantos que se encuentran en honor de la Bienaventurada Madre de Dios, en todo este Misterio preparado y realizado. Son de la solemnidad de santa María Madre de Dios: "¡Qué admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad" (antífona de las primeras Vísperas).

"La Madre ha dado a luz al Rey, cuyo nombre es eterno; la que lo ha engendrado tiene al mismo tiempo el gozo de la maternidad y la gloria de la virginidad: un prodigio tal no se ha visto nunca, ni se verá de nuevo. Aleluya" (antífona de Laudes).

"Por el gran amor que Dios nos tiene, nos ha mandado a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado: nacido de una mujer, nacido bajo la ley. Aleluya" (antífona del Magníficat primeras Vísperas).

* En las vísperas del primer domingo de Adviento, la antífona del Magnificat está tomada del evangelio de la anunciación: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo". El lunes de esta primera semana, en las vísperas, la antífona del Magnificat será: "El ángel del Señor anunció a María y concibió por obra del Espíritu Santo".
En las vísperas del jueves se canta: "Bendita tú entre las mujeres". En las vísperas del segundo domingo de Adviento: "Dichosa tú, María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". En los laudes del miércoles hay una lectura tomada del capítulo 7 de Isaías: "Mirad: la Virgen ha concebido y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel...". El responsorio del viernes después de la segunda lectura del oficio, está tomado del evangelio de la anunciación en (Lc 1, 26).

*A partir de la segunda parte del Adviento, la preponderancia de la Madre Inmaculada es tan grande, que ella aparece como el centro del Misterio preparado e iniciado. Así las lecturas evangélicas del IV Domingo, en los tres ciclos, están dedicadas a María. Y en las misas propias de los días 17 al 24, correspondientes a las antífonas de la O, todo gira alrededor de ella. Y con razón.
"Los profetas anunciaron que el Salvador nacería de María Virgen" (Tercia) 
"El ángel Gabriel saludó a María, diciendo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo, bendita tú entre las mujeres" (Sexta)
"María dijo: ¿Qué significa este saludo? Me quedo perpleja ante estas palabras de que daré a luz un Rey sin perder mi virginidad" (Nona).
 
Podríamos continuar con una larga enumeración. Esta enumeración interesa porque muestra cómo la presencia de la Virgen es constante en los Oficios de Adviento, así como en el recuerdo de la primera venida de su Hijo y en la tensión de su vuelta al final de los tiempos.

*Aunque Navidad es para María la fiesta más señalada de su maternidad, el Adviento, que prepara esta fiesta, es para ella un tiempo de elección y de particular preparación.

RETIRO DE ADVIENTO. JUAN BAUTISTA, PREPARA LOS CAMINOS DEL SEÑOR.

Uno de los personajes más característicos de este tiempo de Adviento junto a Isaías, es Juan el Bautista, figura que representa cual debe ser la preparación de nuestras vidas para la llegada del Señor. Profundicemos un poco más en la vida de este personaje:

Isaías está presente en Juan Bautista, como Juan Bautista está presente en aquél al que ha preparado el camino y que dirá de él: "No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista". San Lucas nos cuenta con detalle el anuncio del nacimiento de Juan (Lc 1, 5-25). Esta extraña entrada en escena de un ser que se convertirá en uno de los más importantes jalones de la realización de los planes divinos es muy del estilo del Antiguo Testamento. Todos los seres vivos debían ser destruidos por el diluvio, pero Noé y los suyos fueron salvados en el arca. Isaac nace de Sara, demasiado anciana para dar a luz. David, joven y sin técnica de combate, derriba a Goliat.  Moisés, futuro guía del pueblo de Israel, es encontrado en una cesta (designada en hebreo con la misma palabra que el arca) y salvado de la muerte. De esta manera, Dios quiere subrayar que Él mismo toma la iniciativa de la salvación de su pueblo. 
El anuncio del nacimiento de Juan es solemne. Se realiza en el marco litúrgico del templo. Desde la designación del nombre del niño, "Juan", que significa "Yahvé es favorable", todo es concreta preparación divina del instrumento que el Señor ha elegido. Su llegada no pasará desapercibida y muchos se gozarán en su nacimiento (Lc 1, 14); se abstendrá de vino y bebidas embriagantes, será un niño consagrado y, como lo prescribe el libro de los Números (6, 1), no beberá vino ni licor fermentado. Juan es ya signo de su vocación de asceta. El Espíritu habita en él desde el seno de su madre. A su vocación de asceta se une la de guía de su pueblo (Lc 1, 17). Precederá al Mesías, papel que Malaquías (3, 23) atribuía a Elías. Su circuncisión, hecho característico, muestra también la elección divina: nadie en su parentela lleva el nombre de Juan (Lc 1, 61), pero el Señor quiere que se le llame así cambiando las costumbres. El Señor es quien le ha elegido, es él quien dirige todo y guía a su pueblo.

- Bendito sea el Dios de Israel: El nacimiento de Juan es motivo de un admirable poema que, a la vez, es acción de gracias y descripción del futuro papel del niño. Este poema lo canta la Iglesia cada día al final de los Laudes reavivando su acción de gracias por la salvación que Dios le ha dado y en reconocimiento porque Juan sigue mostrándole "el camino de la paz".  Juan Bautista es el signo de la irrupción de Dios en su pueblo. El Señor le visita, le libra, realiza la alianza que había prometido. El papel del precursor es muy preciso: prepara los caminos del Señor (Is 40, 3), da a su pueblo el conocimiento de la salvación.Todo el afán especulativo y contemplativo de Israel es conocer la salvación, las maravillas del designio de Dios sobre su pueblo. El conocimiento de esa salvación provoca en él la acción de gracias, la bendición, la proclamación de los beneficios de Dios que se expresa por el "Bendito sea el Señor, Dios de Israel". Esta es la forma tradicional de oración de acción de gracias que admira los designios de Dios.  Juan deberá, pues, anunciar un bautismo en el Espíritu para remisión de los pecados. Pero este bautismo no tendrá sólo este efecto negativo. Será iluminación. 

La misericordiosa ternura de Dios enviará al Mesías que, según dos pasajes de Isaías (9, 1 y 42, 7), recogidos por Cristo (Jn 8, 12), "iluminará a los que se hallan sentados en tinieblas y sombras de muerte" (Lc 1, 79).El papel de Juan, "allanar el camino del Señor". El lo sabe y se designa a sí mismo, refiriéndose a Isaías (40, 3), como la voz que clama en el desierto: "Allanad el camino del Señor". Más positivamente todavía, deberá mostrar a aquel que está en medio de los hombres, pero que éstos no le conocen (Jn 1, 26) y a quien llama, cuando le ve venir: "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).Juan corresponde y quiere corresponder a lo que se ha dicho y previsto sobre él. Debe dar testimonio de la presencia del Mesías. El modo de llamarle indica ya lo que el Mesías representa para él: es el "Cordero de Dios". El Levítico, en el capítulo 14, describe la inmolación del cordero en expiación por la impureza legal. Al leer este pasaje, Juan el evangelista piensa en el servidor de Yahvé, descrito por Isaías en el capítulo 53, que lleva sobre sí los pecados de Israel. Juan Bautista, al mostrar a Cristo a sus discípulos, le ve como la verdadera Pascua que supera la del Éxodo (12, 1) y de la que el universo obtendrá la salvación.Toda la grandeza de Juan Bautista le viene de su humildad y ocultamiento: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30).

- Todos verán la salvación de Dios: 
El sentido exacto de su papel, su voluntad de ocultamiento, han hecho del Bautista una figura siempre actual a través de los siglos. No se puede hablar de él sin hablar de Cristo, pero la Iglesia no recuerda nunca la venida de Cristo sin recordar al Precursor. No sólo el Precursor está unido a la venida de Cristo, sino también a su obra, que anuncia: la redención del mundo y su reconstrucción hasta la Parusía. Cada año la Iglesia nos hace actual el testimonio de Juan y de su actitud frente a su mensaje.De este modo, Juan esta siempre presente durante la liturgia de Adviento. En realidad, su ejemplo debe permanecer constantemente ante los ojos de la Iglesia. La Iglesia, y cada uno de nosotros en ella, tiene como misión preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia. Pero recibirla exige la conversión. Entrar en contacto con Cristo supone el desprendimiento de uno mismo. Sin esta ascesis, Cristo puede estar en medio de nosotros sin ser reconocido (Jn l, 26).  Como Juan, la Iglesia y sus fieles tienen el deber de no hacer pantalla a la luz, sino de dar testimonio de ella (Jn 1, 7). La esposa, la Iglesia, debe ceder el puesto al Esposo. Ella es testimonio y debe ocultarse ante aquel a quien testimonia. Papel difícil el estar presente ante el mundo, firmemente presente hasta el martirio. como Juan, sin impulsar una "institución" en vez de impulsar la persona de Cristo. Papel misionero siempre difícil el de anunciar la Buena Noticia y no una raza, una civilización, una cultura o un país: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30). Anunciar la Buena Noticia y no una determinada espiritualidad, una determinada orden religiosa, una determinada acción católica especializada; como Juan, mostrar a sus propios discípulos donde está para ellos el "Cordero de Dios" y no acapararlos como si fuéramos nosotros la luz que les va a iluminar. Esta debe ser una lección presente y necesaria, así como también la de la ascesis del desierto y la del recogimiento en el amor para dar mejor testimonio. La elocuencia del silencio en el desierto es fundamental a todo verdadero y eficaz anuncio de la Buena Noticia. Orígenes escribe en su comentario sobre San Lucas (Lc 4): En cuanto a mí, pienso que el misterio de Juan, todavía hoy, se realiza en el mundo". La Iglesia, en realidad, continúa el papel del Precursor; nos muestra a Cristo, nos encamina hacia la venida del Señor.Durante el Adviento, la gran figura del Bautista se nos presenta viva para nosotros, hombres del siglo XX, en camino hacia el día de Cristo. El mismo Cristo, tomando el texto de Malaquías (3,1), nos habla de Juan como "mensajero" ; Juan se designa a sí mismo como tal. San Lucas describe a Juan como un predicador que llama a la conversión absoluta y exige la renovación: "Que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece, y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntos". Así se expresaba Isaías (40, 5-6) en un poema tomado por Lucas para mostrar la obra de Juan. Se trata de una renovación, de un cambio, de una conversión que reside, sobre todo, en un esfuerzo para volver a la caridad, al amor a los otros (Lc 3, 10-14). Lucas resume en una frase toda la actividad de Juan: "Anunciaba al pueblo la Buena Noticia" (Lc 3, 18). Preparar los caminos del Señor, anunciar la Buena Noticia, es el papel de Juan y el que nos exhorta a que nosotros desempeñemos. Hoy, este papel no es más sencillo que en los tiempos de Juan y nos incumbe a cada uno de nosotros.

El martirio de Juan tuvo su origen en la franca honestidad con que denunció el pecado. Juan Bautista anunció al Cordero de Dios. Fue el primero que llamó así a Cristo.
Citemos aquí el bello Prefacio introducido en nuestra liturgia para la fiesta del martirio de San Juan Bautista, que resume admirablemente su vida y su papel:

"Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos. El fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes al Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene desde entonces poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo".

RETIRO DE ADVIENTO. ISAIAS, FIGURA DE ESPERA POR LA SALVACION.

Uno de los personajes más característicos de este tiempo de Adviento es Isaías, figura de espera por la salvación. Profundicemos un poco más en la vida de este personaje:
Conviene reflexionar un poco sobre su personalidad. Los textos evangélicos no dicen nada de la personalidad del profeta Isaías, pero le citan. Incluso podemos decir que, a menudo, se le adivina presente en el pensamiento y hasta en las palabras de Cristo. Es el profeta por excelencia del tiempo de la espera; está asombrosamente cercano, es de los nuestros, de hoy. Lo está por su deseo de liberación, su deseo de lo absoluto de Dios; lo es en la lógica bravura de toda su vida que es lucha y combate; lo es hasta en su arte literario, en el que nuestro siglo vuelve a encontrar su gusto por la imagen desnuda pero fuerte hasta la crudeza. Es uno de esos violentos a los que les es prometido por Cristo el Reino. Todo debe ceder ante este visionario, emocionado por el esplendor futuro del Reino de Dios que se inaugura con la venida de un Príncipe de paz y justicia. Encontramos en Isaías ese poder tranquilo e inquebrantable del que está poseído por el Espíritu que anuncia, sin otra alternativa y como pesándole lo que le dicta el Señor.
El profeta apenas es conocido por otra cosa que sus obras, pero éstas son tan características que a través de ellas podemos adivinar y amar su persona. Sorprendente proximidad de esta gran figura del siglo VIII antes de Cristo, que sentimos en medio de nosotros, cotidianamente, dominándonos desde su altura espiritual.

Isaías vivió en una época de esplendor y prosperidad. Rara vez los reinos de Judá y Samaría habían conocido tal optimismo y su posición política les permite ambiciosos sueños. Su religiosidad atribuye a Dios su fortuna política y su religión espera de él nuevos éxitos. En medio de este frágil paraíso, Isaías va a erguirse valerosamente y a cumplir con su misión: mostrar a su pueblo la ruina que le espera por su negligencia. Perteneciente sin duda a la aristocracia de Jerusalén, alimentado por la literatura de sus predecesores, sobre todo Amós y Oseas, Isaías prevee como ellos, inspirado por su Dios, lo que será la historia de su país. Superando la situación presente en la que se entremezclan cobardías y compromisos, ve el castigo futuro que enderezará los caminos tortuosos. Lodts escribe de los profetas: "Creyendo quizá reclamar una vuelta atrás, exigían un salto hacia adelante. Estos reaccionarios eran, al mismo tiempo, revolucionarios". Así las cosas, Isaías fue arrebatado por el Señor "el año de la muerte del rey Ozías", hacia el año 740, cuando estaba en el templo, con los labios purificados por una brasa traída por un serafín (Is 6, 113). A partir de este momento, Isaías ya no se pertenece. No porque sea un simple instrumento pasivo en las manos de Dios; al contrario, todo su dinamismo va a ponerse al servicio de su Dios, convirtiéndose en su mensajero. Mensajero terrible que anuncia el despojo de Israel al que sólo le quedará un pequeño soplo de vida. Los comienzos de la obra de Isaías, que originarán la leyenda del buey y del asno del pesebre, marcan su pensamiento y su papel. Yahvé lo es todo para Israel, pero Israel, más estúpido que el buey que conoce a su dueño, ignora a su Dios (Is 1, 2-3).
Podríamos sintetizar toda la obra del profeta reduciéndola a dos objetivos: El primero, llegar a la situación presente, histórica, y remediarla luchando. El segundo, describir un futuro mesiánico más lejano, una restauración del mundo. 
Así vemos a Isaías como un enviado de su Dios al que ha visto cara a cara. El profeta no cesa de hablar de él en cada línea de su obra. Y, sin embargo, en sus descripciones se distingue por mostrar cómo Dios es el Santo y, por lo tanto, el impenetrable, el separado, Aquel que no se deja conocer. O, más bien, se le conoce por sus obras que, ante todo, es la justicia. Para restablecerla, Dios interviene continuamente en la marcha del mundo.

- La Doncella va a dar a Luz.
 Pero Isaías no se aislará en el papel de predicador moralizante. Y así se convierte para siempre en el gran anunciador de la Parusía, de la venida de Yahvé. Así como Amós se había levantado contra la sed de dominación que avivaba la brillante situación de Judá y Samaría en el siglo VIII, Isaías predice los cataclismos que se desencadenarán en el día de Yahvé (Is 2, 1-17). Ese día será para Israel el día del juicio. Para Isaías, como más tarde para San Pablo y San Juan, la venida del Señor lleva consigo el triunfo de la justicia. Por otra parte, los capítulos 7 al 11 nos van a describir al Príncipe que gobernará en la paz y la justicia (ls 7, 10-17).Es fundamental familiarizarse con el doble sentido de este texto. A aquel que no entre en la realidad ambivalente que comunica, le será totalmente imposible comprender la Escritura, incluso ciertos pasajes del Evangelio, y vivir plenamente la liturgia. En efecto, en el evangelio del primer domingo de Adviento sobre el fin del mundo y la Parusía, los dos significados del Adviento dejan constancia de ese fenómeno propiamente bíblico en el que una doble realidad se significa por un mismo y único acontecimiento. El reino de Judá va a pasar por la devastación y la ruina.
El nacimiento de Emmanuel, "Dios con nosotros", reconfortará a un reino dividido por el cisma de diez tribus. El anuncio de este nacimiento promete, pues, a los contemporáneos de Isaías y a los oyentes de su oráculo, la supervivencia del reino, a pesar del cisma y la devastación. Príncipe y profeta, ese niño salvará por sí mismo a su país.

- La Edad de Oro. 
Pero, por otra parte, la presentación literaria del oráculo y el modo de insistir Isaías en el carácter liberador de este niño, cuyo nacimiento y juventud son dramáticos, hacen presentir que el profeta ve en este niño la salvación del mundo. Isaías subraya en sus posteriores profecías los rasgos característicos del Mesías. Aquí se contenta con apuntarlos y se reserva para más tarde el tratarlos uno a uno y modelarlos. El profeta describe así a este rey justo: (Is. 11, 1-9). Ezequías va a subir al trono y este poema se escribe para él. Pero, ¿cómo un hombre frágil puede reunir en sí tan eminentes cualidades? ¿No vislumbra Isaías al Mesías a través de Ezequías? La Iglesia lo entiende así y hace leer este pasaje, sobre la llegada del justo, en los maitines del segundo domingo de Adviento. En el capítulo segundo de su obra, hemos visto a Isaias anunciando una Parusía que a la vez será un juicio. En el capitulo 13, describe la caída de Babilonia tomada por Ciro. Y de nuevo, se nos invita a superar este acontecimiento histórico para ver la venida de Yahvé en su "día". La descripción de los cataclismos que se producirán la tomará Joel y la volveremos a encontrar en el Apocalipsis (Is 13, 9-ll). Esta venida de Yahvé aplastará a aquel que haya querido igualarse a Dios.
En los maitines del 4.° domingo de Adviento, volvemos a encontrarle en el momento que describe el advenimiento de Yahvé: "La tierra abrasada se trocará en estanque, y el país árido en manantial de aguas" (35, 7). Se reconoce el tema de la maldición de la creación en el Génesis. Pero vuelve Yahvé que va a reconstruir el mundo. Al mismo tiempo, Isaías profetiza la acción curativa de Jesús que anuncia el Reino: "Los ciegos ven, los cojos andan", signo que Juan Bautista toma de este poema de Isaías (35, 5-6).

RETIRO DE ADVIENTO, EXPLICACIÓN EN PROFUNDIDAD DE ESTE TIEMPO LITÚRGICO.

El pasado martes, día 17 de diciembre se realizó en nuestra parroquia un retiro de Adviento, dirigido por nuestro párroco, el padre Carlos Giménez Albiach. A continuación podéis leer parte de lo tratado en este retiro:

¿QUÉ ES EL ADVIENTO?
El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico que empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. 
El color utilizado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías, también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. 
El sentido del Adviento tiene como principal objetivo avivar en los creyentes la espera gozosa,la alegría y la esperanza en el Señor que viene a salvarnos.

Se puede hablar de dos partes del Adviento:
-Primera Parte
Desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
-Segunda Parte
Desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en la historia, la Navidad. Los evangelios de estos días, nos preparan directamente para el nacimiento de Jesús, el Mesías. 
Se nos invita pues, a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido.

Esas dos partes de las que hemos hablado,engloba cuatro semanas, en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor:
- La primera semana de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, a estar despiertos a la espera del Señor que está por llegar, manteniendo una especial actitud de conversión.
 - La segunda semana nos invita, por medio de Juan el Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida.
- La tercera semana preanunci
a ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. 
- Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera gozosa es modelo estímulo de nuestra espera.

Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesia ofrece a sus fieles para preparar la venida del Señor Jesús. Ellos son ejemplo de cómo debe ser nuestra actitud ante la llegada del Mesías que viene a salvarnos.

CÁRITAS PARROQUIAL EN SU CAMPANA NAVIDEÑA

 Cáritas lanzó hace varias semanas la campaña navideña "Comparte tu Navidad con los más necesitados del barrio" bajo el lema "Vive con sencillez, para que otros sencillamente puedan vivir", invitándonos a todos a participar ayudando a nuestro prójimo, al que nos necesita, para poder de esta forma hacer más llevadera la situación precaria en la que cientos de familias se encuentran.

Los voluntarios y voluntarias de Cáritas, junto con el párroco, comprometidos con esta labor de ayudar al que lo necesita, han dedicado muchas horas de su tiempo en organizar todo para de esta forma preparar los costos de Navidad que han sido entregados los días 11 y 18 de diciembre.

  
Este grupo de voluntarios y voluntarias hacen posible en el día a día, una mejor atención y dedicación a cada una de las personas y familias que asisten en estos momentos a nuestra Cáritas Parroquial. Queremos agradecer a todo el equipo de Cáritas Parroquial,por vuestro compromiso, por entender que dar es recibir,por poner vuestras vidas al servicio de los demás, por vuestra labor encomiable. Muchas gracias por estar ahí, iluminando con la luz de la fe y la esperanza a aquellos que más nos necesitan. 

Gracias a la colaboración y solidaridad de los feligreses, al donativo aportado por "la Caixa", al Banco de Alimentos, a los grupos de rondallas, coros , etcétera, pudimos atender en nuestra Cáritas entre los dos días a más de 250 familias.      
Sin vuestra ayuda no habría sido posible. ¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!