sábado, 19 de abril de 2014

CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. VIERNES SANTO. CICLO A

Esta tarde de Viernes Santo, nos reunimos para celebrar
la Pasión y la Muerte de Jesús, que da su vida por nosotros, convirtiendo así sus palabras en lección práctica, una lección de vida: Él mismo había dicho que no hay amor más grande que el de quien da su vida por sus amigos, y ahora va a entregar la suya. La celebración de esta tarde tiene tres partes bien diferenciadas. La primera parte es la Liturgia de la Palabra con la lectura de la Pasión, según san Juan, como punto culminante. La segunda parte es la Adoración de la Cruz: que nos hace tomar conciencia del amor que Dios nos tiene y que le llevó a entregar a su Hijo único por todos nosotros. La tercera y última parte será la COMUNIÓN para hacernos uno con el Crucificado.

Toda la Iglesia está en duelo, expresado esto también en la ausencia de manteles y adornos, en el silencio de las campanas y en el espíritu de recogimiento. El misterio que celebramos hoy de la dolorosa Pasión de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, es evidentemente una cruz dolorosa y sangrante, pero, a la vez,victoriosa y resplandeciente. 


El sacerdote y el diácono revestidos de color rojo, simbolizando así, la sangre derramada por Jesucristo en la cruz, se postran frente al altar, con el rostro en tierra, recordando la agonía de Jesús. 


Es un signo de profunda humildad,penitencia y adoración de toda la Iglesia, gesto que expresa la pequeñez del hombre ante la muerte del Señor.Es la imagen gráfica del respeto y de la humildad, es un retrato vivo de un hombre que se concentra en la oración, con humildad y con intensa fe ante el Misterio que va a celebrar.

En este día, la liturgia nos ofrece acercarnos a la grandiosidad del Amor, a la Solidaridad de DIOS, manifestado en Jesús de Nazaret. Y nosotros, los cristianos, seguidores de Jesús, miramos la cruz con admiración, con emoción y agradecimiento, e intentamos entender un poco más ese maravilloso misterio que encierra Jesús.

Mirad el árbol de la Cruz, donde 
estuvo clavada la Salvación del mundo.
 Venid a adorarlo.

Al adorar la cruz de Cristo, contemplamos el amor misterioso e inefable de Dios, para que a ejemplo de Jesucristo que dio la vida por nosotros, nos motivemos a vivir con alegría la cruz de Cristo, agradeciendo día tras día con nuestras buenas obras, ese amor tan grande de Jesús por cada uno de nosotros que se ha manifestado en su entrega hasta la muerte.


“Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte,
y una muerte de cruz. Por eso, Dios lo levantó sobre todo,y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»” (Flp 2, 8-9)

Adorar y besar la Cruz en el Viernes Santo es manifestar nuestra alegría por sentirnos salvados por el Crucificado, por pertenecerle desde nuestro bautismo. La comunidad cristiana expresa sus sentimientos al contemplar y adorar la cruz como principio de la Pascua. El beso a la cruz es el signo de nuestra respuesta de amor al amor que dio su vida por cada uno de nosotros.


La gran lección de hoy es que Dios no es ajeno a nuestra historia, no es alguien impasible. Al contrario, en Cristo se ha acercado y ha experimentado lo que es sufrir, llorar y morir. Nos ha salvado desde la experiencia personal de la limitación. Con la celebración de hoy damos un paso hacia la Pascua, al triunfo definitivo de Dios, que mañana celebraremos.
Que esta celebración nos ayude a profundizar en el gran misterio del amor de Dios, pues ahí se fundamenta nuestra fe.

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