domingo, 20 de abril de 2014

VIGILIA PASCUAL CICLO A. EUCARISTÍA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

¡ALELUYA, ALELUYA, EL SEÑOR RESUCITÓ!


El sábado santo es el día del gran silencio: Jesús muerto en la cruz, ha sido colocado en el sepulcro. En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia nos invita a todos, a que nos reunamos en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, oyendo su Palabra y celebrando sus misterios, podemos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con Él siempre en Dios. Vivamos con profundidad, alegría y asombro la madre de todas las vigilias y celebraciones cristianas: la Vigilia Pascual.

La celebración de esta noche es la máxima expresión de la liturgia cristiana. Comienza en el exterior del templo con el rito llamado "Lucernario" o "rito de la Luz", en el que se bendice el fuego nuevo, de cuyas brasas se encenderá el Cirio Pascual que representa la Luz de Cristo, representa al mismo Cristo resucitado, Luz de las almas y de las naciones, que gobierna el tiempo y la eternidad, ya que él es el principio y el fin,el alfa y la omega, y cuya luz nos comunica a todos y cada uno de nosotros para ser convertidos todos en Luz de Cristo resucitado.


El sacerdote graba en el cirio la cruz y las letras griegas alfa y omega, para señalar que el cirio representa a Cristo, principio y fin de todo. Además graba también, los números de este año, significando que Cristo es el Rey del tiempo y la eternidad.

















Una vez terminada la bendición del Cirio Pascual, todos los allí reunidos, fueron en procesión hacia el interior de la Iglesia. La luz de Cristo fue pasando de uno en uno, a todos los feligreses, quedando de esta forma la Iglesia iluminada por las velas que cada uno portaba.


Una vez colocado el Cirio Pascual, y tras el pregón pascual realizado por el diácono, se dió paso a la Liturgia de la Palabra. 

La Palabra de Dios, nos hace revivir la Historia de la Salvación de Dios hacia la humanidad, que culmina en Jesucristo. Las lecturas del Antiguo Testamento, nos hacen contemplar el amor de Dios desde el inicio de la historia, desde la creación del mundo: con momentos emblemáticos como la liberación de Egipto, y con las palabras de los profetas, que hablan en nombre de Dios y piden la respuesta del pueblo. Es la historia del amor de Dios, que quiere la salvación para todos. Las lecturas del Nuevo Testamento, la Epístola de San Pablo y el Santo Evangelio nos van a revelar el gran misterio de la noche que aquí nos congrega. Que el Señor Jesús, ha resucitado y que la humanidad se ha renovado por la Redención.

Otro momento importante de esta celebración gozosa, fue la bendición del agua de la pila bautismal, y la renovación de las promesas bautismales de todos los presentes. 
Recordando nuestro propio Bautismo por el que se nos incorporó a la vida de Dios,el sacerdote asperjó con el agua bendita a los feligreses como signo que nos hace presente la grandeza de Dios y el compromiso que adquirimos en el bautismo, cuando renacimos a la nueva Vida de Cristo Resucitado.






¡Hemos resucitado con Cristo!

Llegando al momento central de la celebración, Jesús resucitado se hace presente entre nosotros con los signos que nos dejó: el pan y el vino. Con Cristo hemos muerto y hemos resucitado, comiendo su cuerpo y su sangre tenemos vida en Él, recibimos a aquel que en la pobreza del pan y del vino late y vive con toda su divinidad.


¡Cuanta alegría! ¡El Señor está vivo! ¡Murió y resucitó por ti, por mí,por todos nosotros! Con esta alegría hemos celebrado en la Vigilia Pascual este gran misterio de su Amor y entrega por el cual Jesús nos abre las puertas del Cielo.Hoy estamos de fiesta. Es un día de gran alegría porque Jesús ha Resucitado y la muerte ha sido vencida.


Oh Dios, que por medio de tu Hijo nos has 
dado el fuego de tu luz, enciende en nosotros 
una fe tan viva que seamos luz y sal 
entre nuestros hermanos. Amén

El gozo se desborda en nuestros corazones. Elevamos nuestras manos en su nombre y nuestros corazones cantan llenos de gozo. Bendito seas Jesús. Tú eres el vencedor de la muerte y nos has hecho partícipes de la vida eterna.

Ante tan grata noticia, seamos como María Magdalena portadores de ella, para llevar la alegría a otros. Hagamos de este mundo un lugar donde Dios se sienta cómodo. La gloria de Dios es la felicidad de los hombres mujeres. Encontramos fuerzas en Jesús resucitado para seguir adelante.Que Jesús resucitado nos acompañe siempre y nos bendiga.



¡Feliz Pascua de Resurrección!

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