La bondad del Señor ha estado siempre presente. Desde muy antiguo, Dios, acompañó a los que esperaban y creían en Él: les llevó a una tierra prometida y, muchos, la vieron. Nosotros, en este domingo, estamos llamados a disfrutar del amor y del abrazo que Dios nos da cuando volvemos con una palabra en nuestros labios: ¡perdón, Señor!
La Primera Lectura (Jos 5, 9a. 10-12) nos narra como el pueblo elegido Israel, celebra la Pascua al entrar en la tierra prometida. Ya no tuvieron maná y comieron de los frutos de la tierra. Se iniciaba la etapa histórica de consolidación del pueblo de Dios, un comienzo de un nuevo estilo de vida.
La Primera Lectura (Jos 5, 9a. 10-12) nos narra como el pueblo elegido Israel, celebra la Pascua al entrar en la tierra prometida. Ya no tuvieron maná y comieron de los frutos de la tierra. Se iniciaba la etapa histórica de consolidación del pueblo de Dios, un comienzo de un nuevo estilo de vida.
El Salmo (33) "Gustad y ved que bueno es el Señor"expresa la total confianza en el Señor que siempre acude a salvarnos de nuestras angustias, refleja la confianza que hemos de tener en Él en todo momento.
La Segunda Lectura (2 Co 5, 17-21) ofrece los criterios fundamentales que guían a Pablo en su apostolado: Dios nos reconcilia consigo por Cristo, que cargó sobre sí el pecado de todos para que la humanidad viviera una vida nueva y libre. Es la nueva humanidad de los redimidos y perdonados.
El Evangelio (Lc 15, 1-3. 11-32) narra la parábola del hijo pródigo. El Padre es bondadoso y su misericordia no tiene fronteras, ni tiempos, ni hace distinción entre personas, su perdón es gratuito y universal. El abrazo entre el padre y el hijo es signo pascual del perdón cristiano y de la enorme alegría de Dios ante la conversión de un hijo alejado, que vuelve.
El Evangelio (Lc 15, 1-3. 11-32) narra la parábola del hijo pródigo. El Padre es bondadoso y su misericordia no tiene fronteras, ni tiempos, ni hace distinción entre personas, su perdón es gratuito y universal. El abrazo entre el padre y el hijo es signo pascual del perdón cristiano y de la enorme alegría de Dios ante la conversión de un hijo alejado, que vuelve.
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