Tras finalizar la Eucaristía celebrada por el padre Curro, todos los allí reunidos,portando una pequeña vela, comenzamos unidos a rezar el Santo Rosario, en presencia de nuestra Madre que allí presente observaba con alegría a cada uno de sus hijos.
En un ambiente de silencio, devoción y recogimiento, fuimos desglosando y meditando desde el corazón,cada uno de los misterios del Santo Rosario.
Santa María, Madre de Dios,
consérvame un corazón de niño,
puro y cristalino como una fuente.
Dame un corazón sencillo que no saboree las tristezas; un corazón grande para entregarse, tierno en la compasión; un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien ni guarde rencor por ningún mal. Fórmame un corazón manso y humilde, amante sin pedir retorno, gozoso al desaparecer en otro corazón ante tu divino Hijo; un corazón grande e indomable que con ninguna ingratitud se cierre, que con ninguna indiferencia se canse; un corazón lleno de amor.
Amen
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