domingo, 16 de febrero de 2014

VIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.CICLO A

Celebramos hoy, el VIº Domingo del Tiempo Ordinario. El Señor hoy nos habla de la Ley, manifestándonos que Él ha venido a llevarla a su plenitud, que consiste en la imitación misma de Dios. Nos manifiesta que tenemos total libertad para nuestra elección: está ante nosotros el obedecer o no a sus mandamientos, a sus enseñanzas, que son un camino, una senda que nos da, en su infinito amor, para alcanzar la felicidad plena. El Señor nos exhorta a decidir de acuerdo a la sabiduría de Dios, lo que nos conviene convirtiéndonos así en personas prudentes, esto nos hará ir por el buen camino.

Es importante para los que nos llamamos seguidores y discípulos de Jesucristo, seguir los mandamientos, dar verdadero testimonio de su amor, perdón y misericordia con palabras pero sobre todo con nuestros actos.

En la Primera Lectura 
(Eclo 15, 15-20) nos enseña que Dios lucha contra el pecado y que este surge por la debilidad del género humano. Dios, que nos creó libres, respeta totalmente nuestra libertad de elección. Nuestra libertad es total y constituye un gran don divino. Otra cosa es que nosotros seamos capaces de utilizar esa libertad adecuadamente.

El salmista con este Salmo (118, 1-18.33-34) “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor” muestra nuestro deseo vehemente y profundo de cumplir la ley del Señor, el secreto es simple y grande: el amor. Una experiencia de amor logra conciliar el deber y el corazón. Aúna voluntades, la mía y la de Dios, al igual que es una única la voluntad, el querer y el sueño de dos que se aman y miran hacia el mismo horizonte. Quien se sabe intensamente amado por Dios, logra penetrar con lucidez en su auténtica ley, el amor, y hace suya, con total libertad y con pasión, la voluntad de Dios. Entra en una dinámica amorosa, en la que “cumplir” no es algo forzado ni superficial, sino un verdadero impulso del corazón.

En la Segunda Lectura (1 Co 2, 6-10) e
l apóstol Pablo, prefiere apoyarse en la sabiduría de Dios, que aún siendo misteriosa, nos hace conocer,con la ayuda del Espíritu Santo, cómo es el corazón y el proceder de Dios. Dios concede la sabiduría a quienes sinceramente le buscan y sigue, también la revela plenamente en la buena nueva de Jesucristo.

En el Evangelio de hoy (Mt 5, 17-37) 
Jesús nos plantea que él viene a dar plenitud a la Ley: todo lo anterior adquiere en él, el sentido y la profundidad que necesitan. Según el pensamiento de Jesús, la Ley no consiste en principios meramente externos, no es una imposición, sino todo lo contrario. En verdad, la Ley de Dios corresponde al ideal de perfección que está radicado en el corazón de cada persona. Esta es la razón por la cual, el que cumple los mandamientos no solamente se siente realizado en sus aspiraciones humanas, sino también alcanza la perfección del cristianismo, dándole sentido desde el precepto del amor.

Jesús nos ha presentado otro mensaje, otro estilo de vida y, con ello, otra imagen de Dios. Si hemos estado atentos a la Palabra de Dios, habremos descubierto cómo nos quiere Dios, y dónde debemos colocarnos como cristianos: cómo encontrar gozo y paz y cómo vivir, en radicalidad, la propuesta del Maestro. Ojalá asumamos y vivamos lo que nos plantea.


Guardaremos tus leyes, Señor, sembrando amor 
y perdonando, amando y ayudando a los demás
Guardaremos tus leyes, Señor, viviendo según el Evangelio, construyendo un mundo mejor, pregonando 
la justicia y trabajando por la paz.
Guardaremos tus leyes, Señor, pregonando tu reino 
y llevando una vida según tu voluntad.
Llevándote en nuestro corazón y no olvidando a 
los que nos rodean, guardaremos tus leyes, Señor.
Amen.

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