En Jesucristo, Dios, nos ha elegido para ser sus hijos. ¿Por qué? Simplemente porque, como muy bien dice Juan, Dios es amor. El fondo de Dios, su esencia, su ser,es el AMOR.
Además, el evangelio de este día, nos invita a caer en la cuenta de algo muy importante: somos amados por Dios y, por lo tanto, estamos llamados a amar con el mismo amor que sentimos del Señor.
En la Primera Lectura (Hch 10, 25-26. 34-35. 44-48) seguimos descubriendo los primeros pasos de la primitiva Comunidad Cristiana. Comienza una nueva etapa para esta comunidad: la Iglesia se abre a los gentiles, a los paganos. Como veremos, la iniciativa la tiene el mismo Dios, pues para él no hay muros, razas, ni grupos; no tiene acepción de personas. El discurso de Pedro viene a ser interrumpido por un nuevo Pentecostés, una nueva venida del Espíritu sobre aquella comunidad de paganos.
El Salmo (97) "El Señor revela a las naciones su salvación" nos explica el poder de Dios. Es un salmo para los “tiempos finales” en los que,después, todos seremos felices y, por eso, esperamos la gracia y la fuerza del Señor. Es lógico que cantemos este salmo en estos momentos de la Pascua, cuando esperamos la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo.
En la Segunda Lectura (1 Jn 4, 7-10) el apóstol sigue reflexionando sobre lo que él mismo ha descubierto y vive su comunidad. Descubre que en las relaciones entre Dios y el hombre, la iniciativa siempre la tiene Dios. Dios, en primer lugar, ama al hombre; después, si quiere, el hombre corresponde al amor de Dios. Desde aquí, el hombre llega a conocer algo de Dios, que es verdadero amor.
En el Evangelio (Jn 15, 9-17) San Juan nos enseña una cosa aparentemente simple: no se trata de saber muchas cosas de Dios, sino de amarle. Porque amándole sabremos todo de Él, por la acción del Espíritu Santo. “Que os améis los unos a los otros”. Es el mandato de Jesús que no podemos eludir. Ese mismo amor, de la misma naturaleza, es el que nos viene del Padre y nos revela Jesucristo. La esencia del cristianismo es el amor.
Ayúdanos, Señor, a seguir tus huellas,
por las sendas del amor.
A seguir tus Palabras, con palabras de amor.
A meditar tus acciones, con acciones de amor.
A fortalecer nuestra fe, con el compromiso en el amor.
Ayúdanos, Señor, a ir al fondo de todo.
Porque, en el fondo de ese todo,
hay una fuente de amor.
Y, esa fuente de amor y de ternura,
eres Tú, Señor.
Amen
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