domingo, 23 de febrero de 2014

VIIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A


Hoy, en este séptimo Domingo del Tiempo Ordinario, debemos estar atentos y receptivos. Jesús nos va a dar su lección de amor máximo, de amor de infinitud divina, que a todos nos va a costar entender: nos dice que hay que amar a los enemigos. Dios es amor y el amor a los demás es la verdadera esencia del cristianismo, pero hoy el Maestro nos pide lo más difícil: amar a quienes nos hacen daño, para nosotros es imposible, pero Él, nos va a regalar su Espíritu Santo que lo hará posible.

La liturgia que se nos presenta en este domingo, nos habla de una gran realidad: Dios está por encima de todo y, como fuente de bondad, nos ofrece su amor.  El verdadero amor cristiano nos llama no solo a perdonar al enemigo, sino a amarlo, y hacerle el bien.Jesús nos anima a buscar siempre la perfección, haciendo el bien a todos; amigos y enemigos.La santidad de Dios debe de ser la meta de todos nosotros, los cristianos: ser perfectos como Él.  Pidamos al Señor que nos ayude a descubrir el rostro de Dios en los que nos rodean.

En la Primera Lectura (Lv. 19,1-2.17-18) 
se nos habla sobre la ley de santidad, que trata de modelar el corazón a la luz de la santidad del mismo DiosY esa santidad está en relación con el prójimo, con el hermano, y las actitudes que se toman ante él. El rechazo, el rencor y el odio crean muerte; el amor abierto y generoso, produce vida. De esta manera es como actúa Dios. 


El Salmo "El Señor es compasivo y misericordioso", atribuido a Davides un himno de alabanza que recorre toda la historia de Israel señalando que todos los bienes proceden del Señor. Para nosotros mismos, hoy, debe ser una oración de agradecimiento por todo lo que somos y recibimos, confiando plenamente en la eterna constancia de Dios en su trato con la humanidad.

En la Segunda Lectura (1 Co. 3, 16‑23) el apóstol Pablo, continúa en su reflexión y puntualiza diciéndonos que somos “templos de Dios”. De ahí que quién pretenda dominar a los otros o romper la unidad, atenta contra el proyecto de santidad de Dios y que en Cristo Jesús se nos ofrece. 

El Evangelio (Mt 5, 38‑48) expresa al máximo, la plenitud del amor cristiano que rompe hasta lo razonable: nos pide que amemos a nuestros enemigos. Pero sucede que para Jesús no puede haber amores a medias, amores de conveniencia. El amor ha de romperlo todo y construirlo de nuevo si hubiera desaparecido. Jesús nos propone una vez más el cambio de la escala de valores. A diferencia de lo que la sociedad nos dice, Jesús nos propone que prevalezca el perdón y el amor en nuestra relaciones humanas.

Para Jesús, el ser y el estilo de su seguidor no termina en
una justicia; la propuesta va mucho más allá: quiere la caridad fraterna, la generosidad y la entrega como CLAVES de VIDA. El amor al prójimo, no se mide por las veces que se perdona. Porque la medida del amor (y del perdón) es amar sin medida. El amor cristiano no se contenta con hacer el bien. El amor evangélico ha de: respetar, comprender, disculpar, descubrir lo bueno que hay en él, para colaborar en su crecimiento.Es necesario que en nuestras vidas reine un amor activo: no bastan los sentimientos ni las palabras; es necesario hacer el bien a ejemplo de nuestro Padre del Cielo que, sin discriminación, hace salir el sol sobre buenos y malos.


Gracias, Señor, por llamarnos a superarnos 
y ser mejores, por salir a nuestro encuentro 
a pesar de nuestros errores.

Por darnos a conocer el inmenso amor de DIOS 
por cada uno de nosotros, sin hacer distinción alguna.
Por invitarnos a ser buenos y perfectos.
Por ayudarnos a brindar nuestros corazones 
con generosidad y alegría a los demás.

 Por recordarnos que, más allá de las diferencias,
todos somos hermanos.



¡GRACIAS, SEÑOR!


sábado, 22 de febrero de 2014

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY, SAN CIRILO, MONJE Y SAN METODIO OBISPO, PATRONOS DE EUROPA

Nacieron en Salónica, hermosa y antigua ciudad de la Macedonia griega. Metodio parece que nació el 815 y su hermano Cirilo unos doce años después, el 827. Su padre era un grado muy elevado en la carrera militar y muy versado en teología, filosofía y ciencias. Su biblioteca era muy rica y entre los libros poseía las obras de varios Santos Padres. Tuvieron siete hijos, Metodio era el mayor y Cirilo el menor de ellos.

Metodio, siendo aún muy joven, ya fue nombrado gobernador de la provincia de Macedonia. Antes había estudiado jurisprudencia. También Cirilo se perfeccionó en toda clase de estudios de su tiempo. Los dos llamaban la atención por su gran erudición y no menos por su virtud ya que de todos eran muy respetados y presentados como modelos.  Metodio y Cirilo fueron enviados a diversas regiones con la misión de llevar la paz y la religión cristiana. Ambos conocían muy bien la lengua eslava y trataban de aprender cuantos dialectos o idiomas encontraban a su paso para mejor poder dejarse entender de aquellos a los que intentaban evangelizar. Al pasar por Quersón San Cirilo encontró las reliquias del Papa San Clemente juntamente con el áncora que había servido para martirizarle y después quiso trasladarlas a Roma.

Los dos ocuparon cátedras de filosofía y otras materias llamando poderosamente la atención por su gran sabiduría. Pronto el Papa y los obispos les encomendaron delicadas misiones para extender la fe de Jesucristo por diversos países eslavos, hasta tal punto, que se dice que a ellos se debe la conversión de Bulgaria al cristianismo.

En sus muchas correrías apostólicas pronto se dieron cuenta de que la mayor dificultad para entenderse entre sí era el idioma. Por ello Cirilo y Metodio que conocían muy bien el latín y el eslavo decidieron hacer una lengua escrita con el alfabeto propio, llamado cirílico, para aquel enjambre de idiomas o dialectos que encontraban a su paso. Pronto traducen a este nuevo idioma o escritura la liturgia de la Iglesia y éste fue un gran paso en su terreno misionero, ya que todos los convertidos podían enterarse con claridad de cuanto en la liturgia oraban.

El Papa Adriano II llama a los dos hermanos a Roma y les aprueba muy gustoso este nuevo método misionero ya que se ha probado su eficacia por los ricos tesoros de conversiones que recoge. El Papa ordena sacerdote a Metodio y celebra la Misa en eslavo. Mientras esto sucede en Roma, Focio, su antiguo profesor y jefe, rompe con la silla de Pedro tratando de formar una Iglesia separada.
Cirilo abrazó la vida monástica y se entregó de lleno a aquel género de vida austera renunciando así, al honor del episcopado con que quería galardonarle el papa Adriano II. Cuando murió Cirilo, Metodio quiso trasladar su cuerpo a Salónica y él siguió trabajando, después como Obispo y Misionero, con todas sus fuerzas. Era el 14 de febrero de 869.

San Metodio nombrado después Arzobispo de Moravia trabajó con celo contra el cismático Focio y sus secuaces, y el martes Santo, 6 de abril del 885 descansó en el Señor.

lunes, 17 de febrero de 2014

GRACIAS SEÑOR...

Gracias Señor, porque en la última cena 
partiste tu pan y vino en infinitos trozos, 
para saciar nuestra hambre y nuestra sed.
Gracias Señor, porque en el pan y el vino 
nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia. 
Gracias Señor, porque nos amaste hasta el final,hasta el extremo que se puede amar: 
morir por otro, dar la vida por otro. 
Gracias Señor, porque quisiste celebrar 
tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor. 
Gracias Señor, porque en la eucaristía 
nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, 
en la medida en que estamos 
dispuestos a entregar la nuestra. 

Gracias, Señor, porque todo el día 
puede ser una preparación para celebrar 
y compartir la eucaristía. 
Gracias, Señor, porque todos los días 
puedo volver a empezar, y continuar mi camino 
de fraternidad con mis hermanos, 
y mi camino de transformación en ti.

Amén

domingo, 16 de febrero de 2014

VIº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.CICLO A

Celebramos hoy, el VIº Domingo del Tiempo Ordinario. El Señor hoy nos habla de la Ley, manifestándonos que Él ha venido a llevarla a su plenitud, que consiste en la imitación misma de Dios. Nos manifiesta que tenemos total libertad para nuestra elección: está ante nosotros el obedecer o no a sus mandamientos, a sus enseñanzas, que son un camino, una senda que nos da, en su infinito amor, para alcanzar la felicidad plena. El Señor nos exhorta a decidir de acuerdo a la sabiduría de Dios, lo que nos conviene convirtiéndonos así en personas prudentes, esto nos hará ir por el buen camino.

Es importante para los que nos llamamos seguidores y discípulos de Jesucristo, seguir los mandamientos, dar verdadero testimonio de su amor, perdón y misericordia con palabras pero sobre todo con nuestros actos.

En la Primera Lectura 
(Eclo 15, 15-20) nos enseña que Dios lucha contra el pecado y que este surge por la debilidad del género humano. Dios, que nos creó libres, respeta totalmente nuestra libertad de elección. Nuestra libertad es total y constituye un gran don divino. Otra cosa es que nosotros seamos capaces de utilizar esa libertad adecuadamente.

El salmista con este Salmo (118, 1-18.33-34) “Dichoso el que camina en la voluntad del Señor” muestra nuestro deseo vehemente y profundo de cumplir la ley del Señor, el secreto es simple y grande: el amor. Una experiencia de amor logra conciliar el deber y el corazón. Aúna voluntades, la mía y la de Dios, al igual que es una única la voluntad, el querer y el sueño de dos que se aman y miran hacia el mismo horizonte. Quien se sabe intensamente amado por Dios, logra penetrar con lucidez en su auténtica ley, el amor, y hace suya, con total libertad y con pasión, la voluntad de Dios. Entra en una dinámica amorosa, en la que “cumplir” no es algo forzado ni superficial, sino un verdadero impulso del corazón.

En la Segunda Lectura (1 Co 2, 6-10) e
l apóstol Pablo, prefiere apoyarse en la sabiduría de Dios, que aún siendo misteriosa, nos hace conocer,con la ayuda del Espíritu Santo, cómo es el corazón y el proceder de Dios. Dios concede la sabiduría a quienes sinceramente le buscan y sigue, también la revela plenamente en la buena nueva de Jesucristo.

En el Evangelio de hoy (Mt 5, 17-37) 
Jesús nos plantea que él viene a dar plenitud a la Ley: todo lo anterior adquiere en él, el sentido y la profundidad que necesitan. Según el pensamiento de Jesús, la Ley no consiste en principios meramente externos, no es una imposición, sino todo lo contrario. En verdad, la Ley de Dios corresponde al ideal de perfección que está radicado en el corazón de cada persona. Esta es la razón por la cual, el que cumple los mandamientos no solamente se siente realizado en sus aspiraciones humanas, sino también alcanza la perfección del cristianismo, dándole sentido desde el precepto del amor.

Jesús nos ha presentado otro mensaje, otro estilo de vida y, con ello, otra imagen de Dios. Si hemos estado atentos a la Palabra de Dios, habremos descubierto cómo nos quiere Dios, y dónde debemos colocarnos como cristianos: cómo encontrar gozo y paz y cómo vivir, en radicalidad, la propuesta del Maestro. Ojalá asumamos y vivamos lo que nos plantea.


Guardaremos tus leyes, Señor, sembrando amor 
y perdonando, amando y ayudando a los demás
Guardaremos tus leyes, Señor, viviendo según el Evangelio, construyendo un mundo mejor, pregonando 
la justicia y trabajando por la paz.
Guardaremos tus leyes, Señor, pregonando tu reino 
y llevando una vida según tu voluntad.
Llevándote en nuestro corazón y no olvidando a 
los que nos rodean, guardaremos tus leyes, Señor.
Amen.

viernes, 14 de febrero de 2014

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY, SAN VALENTÍN, PATRÓN DE LOS ENAMORADOS

El amor de Dios reina en el corazón de todos los santos, pero hay uno que tiene la dicha de ser el patrón de los enamorados: San Valentín. Según dice una tradición, San Valentín arriesgaba su vida para casar cristianamente a las parejas durante el tiempo de persecución. Por fin entregó su vida en el martirio, que es la máxima manifestación del amor. El amor de este santo sacerdote por Jesucristo y por defender el Sacramento del Matrimonio, nos inspira a elevar el amor humano a las alturas del amor divino para el cual fuimos creados. Los cristianos debemos aprovechar esta fiesta para recuperar el sentido cristiano del amor y del matrimonio a la luz de Cristo.

San Valentín era un sacerdote que hacia el siglo III ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras . El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador Claudio se enteró y como San Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a Palacio.

Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia. El soberano, que estaba interesado en ganarse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conociérais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero».
Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes. Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo». El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».

Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva». Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica.

El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.

martes, 11 de febrero de 2014

FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

El 11 de febrero de 1858, en la villa francesa de Lourdes, a orilla del río Gave, Nuestra Madre, Santa María manifestó de manera directa y cercana su profundo amor hacia nosotros, apareciéndose ante una niña de 14 años, llamada Bernadette Soubirous.

La historia de la aparición empieza cuando Bernardette, quien nació el 7 de enero de 1844, salió, junto a 
su hermana y su amiga de su casa en Lourdes para recoger leña en la Roca de Masabielle. Para ello, tenía que atravesar un pequeño río, pero como Bernardette sufría de asma, no podía meter los pies en agua fría, y las aguas de aquel riachuelo estaban muy heladas. Por eso ella se quedó a un lado del río, mientras las dos compañeras iban a buscar la leña.

Fue en ese momento, que Bernardette experimenta el encuentro con Nuestra Madre, experiencia que sellaría toda su vida, "sentí como un fuerte viento que me obligó a levantar la cabeza. Volví a mirar y vi que las ramas de espinas que rodeaban la gruta de la roca de Masabielle se estaban moviendo. En ese momento apareció en la gruta una bellísima Señora, tan hermosa, que cuando se le ha visto una vez, uno querría morirse con tal de lograr volverla a ver". "Ella venía toda vestida de blanco, con un cinturón azul, un rosario entre sus dedos y una rosa dorada en cada pie. Me saludó inclinando la cabeza. Yo, creyendo que estaba soñando, me restregué los ojos; pero levantando la vista vi de nuevo a la hermosa Señora que me sonreía y me hacía señas de que me acercara. Pero yo no me atrevía. No es que tuviera miedo, porque cuando uno tiene miedo huye, y yo me hubiera quedado allí mirándola toda la vida. Entonces se me ocurrió rezar y saqué el rosario. Me arrodillé. Vi que la Señora se santiguaba al mismo tiempo que yo lo hacía. Mientras iba pasando las cuentas de la camándula Ella escuchaba las Avemarías sin decir nada, pero pasando también por sus manos las cuentas del rosario. Y cuando yo decía el Gloria al Padre, Ella lo decía también, inclinando un poco la cabeza. Terminando el rosario, me sonrió otra vez y retrocediendo hacia las sombras de la gruta, desapareció".
A los pocos día, la Virgen vuelve a aparecer ante Bernardette en la misma gruta. Sin embargo, al enterarse su madre se disgustó mucho creyendo que su hija estaba inventando cuentos -aunque la verdad es que la niñs no decía mentiras-, al mismo tiempo algunos pensaban que se trataba de un alma del purgatorio, y a Bernardette le fue prohibido volver a la roca y a la gruta de Masabielle.

A pesar de la prohibición, muchos amigos suyos le pedían que volviera a la gruta; ante ello, su mamá le dijo que consultara con su padre. El señor Soubiruos, después de pensar y dudar, le permitió volver el 18 de febrero. Esta vez, Bernardette fue acompañada por varias personas, que con rosarios y agua bendita esperaban aclarar y confirmar lo narrado. Al llegar todos los presentes comenzaron a rezar el rosario;en ese momento Nuestra Madre se aparece por tercera vez. Bernardette narra así esta aparición: "Cuando estábamos rezando el tercer misterio, la misma Señora vestida de blanco se hizo presente como la vez anterior. Yo exclamé: 'Ahí está'. Pero los demás no la veían. Entonces una vecina me acercó el agua bendita y yo lancé unas gotas de dicha agua hacia la visión. La Señora se sonrió e hizo la señal de la cruz. Yo le dije: "Si vienes de parte de Dios, acércate".Ella dio un paso hacia delante".


Luego, la Virgen le dijo a Bernadette: "Ven aquí durante quince días seguidos". La niña le prometió hacerlo y la Señora le expresó "Yo te prometo que serás muy feliz, no en este mundo, sino en el otro".
Tras este intenso momento que cubrió a todos los presentes, la noticia de las apariciones se difundió por toda el pueblo, y muchos acudían a la gruta creyendo en el suceso, aunque otros se burlaban. 

Por un período de cinco meses, la Virgen se le apareció a la niña, en medio de multitudes que se acercaban para rezar y poder observar a la hermosa señora, pero la Virgen sólo se le aparecía a la niña. En reiteradas ocasiones, Bernadette fue víctima de desprecios y burlas por parte de las autoridades eclesiales y civiles de pueblo, pero la niña se mantuvo firme en su fe mariana sobre todo en el especial pedido que la Virgen le había encargado: la construcción de una capilla sobre la gruta y la realización de una procesión.

Entre el 11 de febrero y el 16 de julio de 1858 hubo 18 apariciones. Éstas se caracterizaron por la sobriedad de las palabras de la Virgen, y por la aparición de una fuente de agua que brotó inesperadamente junto al lugar de las apariciones y que desde entonces es un lugar de referencia de innumerables milagros constatados por hombres de ciencia. Tras la última aparición ocurrida en16 de julio, fiesta de Nuestra Señora del Carmen, Bernadette ingresó a la orden religiosa de las hermanas enfermeras, a la edad de 22 años, y permaneció allí hasta su muerte a los 34 años de edad.

domingo, 9 de febrero de 2014

EL PAPA FRANCISCO PIDE A LOS BAUTIZADOS LLEVAR LA LUZ DE DIOS Y NO SER SOLO CRISTIANOS "DE NOMBRE"


En la reflexión sobre el Evangelio dominical que compartió en el rezo del Angelus dominical, el Papa Francisco pidió a los creyentes ser portadores de la luz de Dios y no ser cristianos solamente de nombre.

“El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano de nombre solamente, que no lleva luz, una vida sin sentido”, afirmó el Pontífice ante miles de peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

El Papa recordó que los discípulos “eran pescadores, gente simple… Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y precisamente su afirmación se entiende como una consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si serán pobres de espíritu, si serán dóciles, si serán puros de corazón, si serán misericordiosos… ¡serán la sal de la tierra y la luz del mundo!”

Explicó que los cristianos reciben “una misión en relación a todos los hombres: con la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad. Todos nosotros bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente: con una vida santa daremos “sabor” en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina”.

Si los cristianos perdemos sabor, y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia. ¡Pero qué bonita es esta misión de dar luz al mundo! Pero es una misión que nosotros tenemos. ¡Es bonita! Es también muy bonito conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla. Conservarla”, agregó.

El Papa cuestionó a los peregrinos sobre cómo quieren vivir. “¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Apagada o encendida? ¿Cómo quieren vivir? ¡Pero no escucho bien desde aquí! ¿Cómo? Lámpara encendida, ¿eh? Es justamente Dios que nos da esta luz y nosotros la damos a los demás. ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana”.


(Texto extraído de (ACI/EWTN Noticias)

Vº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A


En este quinto domingo del Tiempo Ordinario, la liturgia
muestra otra fuente de alegría y felicidad que tiene el cristiano: dar testimonio del Evangelio mediante las obras de misericordia. Jesús señala con firmeza que sus discípulos somos la luz del mundo y la sal de la tierra, recordándonos que los que conocemos a Cristo tenemos la hermosa misión de ser signos luminosos de su amor para todo el mundo. Somos nosotros, los cristianos, quienes podemos, y debemos, dar sabor y sentido verdadero a la vida para iluminar al mundo con la luz del Evangelio. Sabiendo siempre que nuestra misión es gastar nuestra vida, la luz de una vela o la sal en una comida se gastan y cumplen su misión.


Las lecturas de este quinto domingo nos animan a ser diferentes. Pero, sobre todo, a seguir cumpliendo un deseo de Dios: vivir como Él desea y, también, procurar una vida agradable a los demás. El evangelio, por otra parte, nos recuerda que no podemos vivir sin sabor cristiano nuestra vida, que tenemos que llevar lo que creemos a los lugares en los que vivimos. Que el Señor abra nuestros oídos y despierte la luz de su amor en nosotros.

En la Primera Lectura(Is 58, 7-10),el profeta Isaías recuerda al pueblo hebreo, preocupado por la práctica externa del culto y por la reconstrucción del templo, que culto y acción, liturgia y vida, oración y caridad deben estar unidas para que brille la luz. Ser luz del mundo es compartir con los hermanos, no oprimir, no perseguir. Siendo así, lo dice el profeta, Dios estará con nosotros. 

El Salmo (111)“El justo brilla en las tinieblas como una luz" es un himno de alegría y gozo que describe la felicidad de los que aman al Señor.

En la Segunda Lectura (1 Corintios 2, 1-5) el apóstol Pablo no busca convencer a los corintios con pruebas, ni imponerse por la elocuencia humana, ni por el prestigio de su persona, sino por su testimonio de apóstol. Quiere que la fe de los corintios,no se apoye en la sabiduría humana, sino en la fe del Señor y en el misterio de la cruz, que para los creyentes se ha convertido en fuente de vida. 

En el Evangelio (Mateo 5, 13-16) Jesús nos dice que por mandato de Cristo todos los discípulos tienen una misión primordial y universal, dar sentido a la vida de todos mediante el amor y las buenas obras. Somos Iglesia, sal para el mundo, en manos de Dios. Para darle calor y sabor a este mundo en el que vivimos tantas veces soso y sin alegría, el Padre pone en nuestras manos el salero de la Palabra, de la celebración de los sacramentos, del servicio y del testimonio. La sal que da más sabor es la de quienes transmiten el Evangelio de Jesús en su vida cotidiana, la de esos cristianos que, de una manera sencilla pero comprometida, saben que su existencia está conectada a que el Reinado de Dios se haga presente. 

Que con nuestro testimonio de vida, palabras y buenas obras seamos auténticos testigos de tu amor, que demos gusto y sentido al quehacer cristiano en el mundo. 


Te damos gracias, Señor, porque Tú, eres la causa 
de nuestra alegría, porque te has hecho presente 
en nuestros corazones,y sabemos que solo 
en tu luz, podremos construir bellamente nuestra vida.
Señor, ayúdanos a ser capaces de contagiar a otros, 
la alegría que siembras en nuestro corazón.
Que pongamos el buen sabor en la vida de quienes 
viven amargamente, y que ellos puedan probar, 
por nuestro servicio, el dulce de tu amor, 
de tu bondad y de tu misericordia.
Que lleguemos Señor, a ser luz, para quienes 
viven en tinieblas,que repartamos el pan con generosidad,
que ayudemos a levantarse 
a los caídos, 
que con nuestra compañía, 
desaparezca 
la soledad,y que sembremos por 
todas partes, 
el amor fraternal.

Señor, ayúdanos a ser 
SAL DE LA TIERRA Y LUZ DEL MUNDO
AMEN

sábado, 8 de febrero de 2014

TERCER DÍA DE TRIDUO EN HONOR AL BEATO FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE.

A continuación, podéis leer el texto que se va a leer hoy, en el último día del Triduo en honor al Beato Fray Leopoldo de Alpandeire. Queremos acercar así,esta reflexión y enseñanza, realizada por nuestro párroco, al igual que las anteriores, a aquéllas personas que no puedan asistir.

Del Evangelio según san Mateo.

“Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está ensecreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los
gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro P
adre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”.

Reflexión:

A nosotros, cuando oramos, nos son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir; pero lejos de nosotros el pensar que las palabras de nuestra oración sirvan para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo. En la vida del Beato Fray Leopoldo podemos contemplar como el Señor le concedió en su vida ser un ejemplo claro del que vive el padrenuestro en todas sus consecuencias.

Por tanto, al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios. Vemos por tanto que el Beato hizo lo que hizo no por ser muy buena persona sino porque dejó que la santidad de Dios habitara en él.

Y, cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no. Este Reino no es de este mundo y esta reservado a los mansos y humildes de corazón como lo fue el Beato Fray Leopoldo.

Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo.

Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con él hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna. Todos tenemos en nuestras retinas la imagen del Beato con su alforja pidiendo lo necesario para cada día, y dedicado continuamente a la oración.

Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos. Cuantas humillaciones pasaría nuestro querio Fray Leopoldo al mendigar por las calles de Granada.

Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayuda de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción. No sucumbió nunca el Beato en la tentación de pensar que su Padre Dios le había abandonado, sino que veía continuamente las gracias que Dios derramaba.

Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras de la oración dominical abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración. Es, pues, muy conveniente valerse de estas palabras para grabar en nuestra memoria todas estas realidades. El demonio atacaría muchas veces al Beato Fray Leopoldo, porque está cerca de Dios y como dice el libro del Eclesiástico “si te decides a seguir al Señor prepárate para la prueba”.

Porque todas las demás palabras que podamos decir, bien sea antes de la oración, para excitar nuestro amor y para adquirir conciencia clara de lo que vamos a pedir, bien sea en la misma oración, para acrecentar su intensidad, no dicen otra cosa que lo que ya se contiene en la oración dominical, si hacemos la oración de modo conveniente. Y quien en la oración dice algo que no puede referirse a esta oración evangélica, si no ora ilícitamente, por lo menos hay que decir que ora de una manera carnal. Aunque no sé hasta qué punto puede llamarse licita una tal oración, pues a los renacidos en el Espíritu solamente les conviene orar con una oración espiritual.

Padrenuestro
Ave Maria.
Gloria.

Beato Fray Leopoldo de Alpandeire ruega por nosotros.

viernes, 7 de febrero de 2014

SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO EN HONOR DEL BEATO FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE.

En este segundo día de Triduo, vamos a dar a conocer la biografía del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire.

Nació el 24 de junio de 1864 en la pequeña localidad de Alpandeire, pueblo que en el año 2008 contaba con una población de 278 habitantes y está situado en la comarca montañosa de la Serranía de Ronda, provincia de Málaga (España). Fue el mayor de cuatro hermanos, tres varones, uno de los cuales murió joven mientras realizaba el servicio militar en la guerra de Cuba, y una mujer. La familia, aunque de condición modesta, poseía tierras dedicadas al cultivo de cereales y almendros, así como algún ganado caprino. Ellos mismos, cultivaban el terreno y realizaban las faenas agrícolas, siendo este trabajo su actividad principal.
Su instrucción escolar, consistió únicamente en los estudios primarios que siguió sin demostrar capacidades especiales en la escuela local. Desde pequeño mostró inclinación hacia la religión, pues se sabe que a los diez años protagonizó un incidente que tuvo mucha repercusión entre sus convecinos: mientras se encontraba en el campo, al cuidado de un rebaño de cabras junto con otros niños, el cielo comenzó a nublarse amenazando tormenta. Surgieron varias ideas sobre la actitud que debían tomar. El futuro Fray Leopoldo propuso refugiarse en una peña y rezar el rosario para solicitar la protección de la Virgen, mientras que otro de los pequeños no estaba de acuerdo y consideró preferible dirigirse hacia el pueblo lo antes posible, y así lo decidió. Finalmente todos se encaminaron juntos hacia Alpandeire sin implorar la protección de la Virgen, pero la marcha se vió interrumpida por un rayo que fulminó al joven que había propuesto el apresurado retorno, resultando muerto. Es posible que este suceso del que se habló largamente, influyera en su futura decisión de hacerse fraile.

Toda su infancia y juventud transcurrió en Alpandeire dedicado a faenas agrícolas, salvo el período de servicio militar (1887-1888), que realizó en el Regimiento de Infantería Pavía en Málaga.

Decidió dedicarse a la vida religiosa después de haber oído predicar a dos capuchinos en la ciudad de Ronda, con motivo de la beatificación de Diego José de Cádiz en 1894. Tras varios intentos que resultaron fallidos, ingresó en 1899 en calidad de postulante en el convento que poseía la orden capuchina en Sevilla. En 1900 emitió sus votos y recibió como nombre religioso el de Fray Leopoldo de Alpandeire. Tras destinos sucesivos en Antequera, Granada y de nuevo Sevilla, el 21 de febrero de 1914 fue trasladado definitivamente al convento de Granada, donde residió durante 42 años. Permaneció de forma ininterrumpida en esta ciudad entre 1914 y 1956. La mayor parte del tiempo desempeñó la función de fraile limosnero, lo cual le obligaba a recorrer la ciudad a pie y entrar en numerosas viviendas solicitando donativos.
Poco a poco su figura fue haciéndose popular, de modo que numerosas personas solicitaban su consejo o intermediación,empezándose a conocerlo como "el humilde limosnero de las tres Ave Marías", porque así eran las oraciones que dedicaba a quienes le pedían su bendición. Murió el 9 de febrero de 1956.

Un tribunal de cinco médicos analizó en el Vaticano el caso de un enfermo que se curó por mediación del fraile capuchino. El tribunal, emitió por unanimidad un informe favorable en febrero de 2009. El 12 de septiembre de 2010 fue declarado de forma solemne beato en una multitudinaria misa celebrada en nombre de Benedicto XVI por Monseñor
Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, realizada en la Base Área Militar de Armilla con la concelebración de Francisco Javier Martínez, Arzobispo de Granada, Carlos Amigo Vallejo, Cardenal y Arzobispo Emérito de Sevilla, Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y el Superior de la Orden Capuchina.
Al acto asistieron entre 60.000 y 120.000 personas, según las distintas fuentes, que presenciaron la lectura de la misiva extendida por el Papa Benedicto XVI, en la que se recoge la inclusión de Fray Leopoldo en el libro de beatos de la Santa Iglesia Católica. Tras dicha lectura por parte de Monseñor Amato, fue llevada a los altares la reliquia del Beato (metatarso del pie derecho) en un ostentorio realizado por el orfebre granadino Miguel Moreno. Benedicto XVI al hablar de él dice que «testimonió el misterio de Jesucristo crucificado con el ejemplo y la palabra, al ritmo humilde y orante de la vida cotidiana y compartiendo y aliviando las preocupaciones de los pobres y afligidos».

Padrenuestro
Ave María
Gloria

Beato Fray Leopoldo de Alpandeire, ruega por nosotros.

jueves, 6 de febrero de 2014

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY, SAN PABLO MIKI Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES

"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico."
Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597.

En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos. Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país. Y llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis meses. Pero los misioneros, en vez de huir del país, lo que hicieron fue esconderse, para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26. Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.

Los mártires jesuitas fueron: San Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.
Entre los laicos estaban: un soldado: San Cayo Francisco; un médico: San Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: los niños: San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky, cuyo padre fue también martirizado.

A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un mes, para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.
Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse con los sacerdotes, y luego los crucificaron, atándolos a las cruces con cuerdas y cadenas en piernas y brazos y sujetándolos al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una cruz y otra había la distancia de un metro y medio.

La Iglesia Católica los declaró santos en 1862.

Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de la siguiente manera: "Una vez crucificados, era admirable ver el fervor y la paciencia de todos. Los sacerdotes animaban a los demás a sufrir todo por amor a Jesucristo y la salvación de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a la bondad de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo aquella oración del salmo 30: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". El hermano Gonzalo rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría".

Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las siguientes palabras:
"Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dió la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar".

Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se puso a cantar los salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: "Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía". 
Varios de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre. Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas. El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!

PRIMER DÍA DE TRIDUO EN HONOR DEL BEATO FRAY LEOPOLDO DE ALPANDEIRE.

A continuación, podéis leer el texto que se va a leer el primer día del Triduo del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire que comienza el próximo día 6 de Febrero. De esta forma queremos acercar esta reflexión y enseñanza, a aquéllas personas que no puedan asistir.

Del Evangelio según san Mateo:

“Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: 

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Reflexión:

Este evangelio nos presenta el plan de vida que Jesús propone a los que le escuchan y quieren seguirle. Podemos ver, en la figura del Beato Fray Leopoldo, a quien dedicamos este triduo, como Dios por su gracia la ha hecho carne en él. 
Como un nuevo Moisés, Jesús expone desde lo alto de un monte la nueva ley de su Reino. Es el "Sermón de la montaña", que comienza con las Bienaventuranzas. Todas ellas se resumen en la primera: la de los pobres de espíritu, aquellos que lo dejan todo para seguir e imitar a Cristo. Así vemos al Beato de Alpandeire con su talega acuestas viviendo de la providencia.

Ya en el Antiguo Testamento, la pobreza voluntaria como signo de humildad, sinceridad y mansedumbre era la característica fundamental del pueblo de Israel, de ese pueblo que debía recibir en su seno al Mesías. 
Y en el Evangelio de hoy se nos presentan las Bienaventuranzas

¿Cuántas veces hemos escuchado a mucha gente, y tal vez nosotros mismos decir que "lo importante es tener salud"?
Sin embargo, existe mucha gente sana que se siente tremendamente desdichada y por otro lado, hay muchos enfermos y a veces gravemente enfermos, que se sienten felices.

Vivir humildemente y en la providencia de Dios es una de las características más importantes del Beato Fray Leopoldo.

En el Evangelio, encontramos la visión de Dios sobre el hombre y sobre el mundo. Y esta mirada de Dios, en muchos casos, no coincide con la nuestra. 
En este Evangelio, Jesús parece poner todo patas arriba: llama a los que lloran y a los que son perseguidos e insultados: felices.

¿Será que no tenemos la misma mirada de fe y por eso lo vemos todo patas arriba?

El Señor quiere abrir los ojos, y nos enseña el verdadero camino de la felicidad. El Sermón de la Montaña, es una especie de catecismo elemental de vida cristiana, y empieza justamente con un preámbulo, que son las Bienaventuranzas.
Así como Moisés al formar el pueblo de Dios subió a una montaña, lugar tradicional de la manifestación de Dios, así mismo lo hizo Jesús. Sentado, en actitud de enseñar, así como Moisés, Jesús proclama solemnemente la Ley, pero en una nueva formulación.

Jesús es el nuevo y el verdadero Moisés, que exige una "Justicia superior a la de la Antigua Alianza para entrar en el Reino de los Cielos". La Voluntad de Dios que se manifiesta en este célebre Sermón, vale para todos. El evangelio menciona a una multitud, judíos y paganos, venidos de todas partes.

Las Bienaventuranzas, son a la vez promesa y exigencia.
Jesús declara dichosos a los que normalmente son considerados desgraciados.


Vamos a pedir hoy al Señor que dejemos los criterios de felicidad del mundo, y busquemos aquellos que nos enseña el Señor, para así encontrar la verdadera bienaventuranza, en esta vida y eternamente en el cielo. El Beato Fray Leopoldo ha mostrado al mundo que existe otra forma de vivir, aunque pudiera parecer raro, abandonado en el Padre del cielo que nos cuida y sabe lo que necesitamos en cada momento.

Padrenuestro
Ave Maria.
Gloria.

Beato Fray Lepoldo de Alpandeire ruega por nosotros.


martes, 4 de febrero de 2014

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY,SAN BLAS, OBISPO DE SEBASTE Y MÁRTIR.

San Blas nació en medio de una familia acaudalada y de padres nobles; fue educado cristianamente y se consagró como Obispo cuando todavía era muy joven. 

 Etimología: Blas = Aquel que es tartamudo, de origen latino"Blas, obispo de Sebaste de Armenia, es un personaje bastante incierto desde el punto de vista histórico, pero todavía goza de mucha popularidad por un milagro que se le atribuye y que ha perpetuado la conocida bendición contra el mal de la garganta. En efecto, se conoce en su Pasión que mientras llevaban al santo al martirio, una mujer se abrió paso entre la muchedumbre y colocó a los pies del santo obispo a su hijo que estaba muriendo sofocado por una espina de pescado que se le había atravesado en la garganta. San Blas puso sus manos sobre la cabeza del niño y permaneció en oración. Un instante después el niño estaba completamente sano. Este episodio lo hizo famoso como taumaturgo en el transcurso de los siglos, y sobre todo para la curación de las enfermedades de la garganta.

Al comenzar la persecución a los cristianos, por inspiración divina, se retiró a una cueva en las montañas, frecuentada por fieras salvajes, a quienes el santo los atendía y curaba cuando estaban enfermos. Poco después, unos cazadores fueron en busca de estos animales para el anfiteatro, pero San Blas los espantó y entonces fue capturado. Al enterarse que era cristiano, fue conducido ante el gobernador Agrícola, quien lo mandó a azotar y encerrar en un calabozo, privado de alimentos. Luego, fue torturado para que renegara de su fe, pero el santo se mantuvo firme por lo que se dió orden de ser decapitado.

domingo, 2 de febrero de 2014

PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO. IVº DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

Celebramos en este IVº Domingo del Tiempo Ordinario, la Presentación del Señor. Hoy recordamos el momento en que Jesús fue presentado en el templo por María y José no sólo para cumplir con la ley, sino sobre todo para encontrarse con el pueblo que lo esperaba. Impulsados por el Espíritu Santo, llegaron al templo aquellos dos ancianos: Simeón y Ana. Y cuando vieron al Niño Jesús, reconocieron en Él al Salvador venido de parte de Dios para ser Luz de todas las naciones. También nosotros hemos llegado hoy a la Casa de Dios para encontrarnos con Cristo: Luz de nuestras vidas.

La liturgia de este día, nos habla de cómo el Señor viene hasta nosotros y cómo viene como uno de nosotros: en humanidad. Igualmente, el evangelio, nos recuerda que la Sagrada Familia presenta a Jesús y la forma en la qué es reconocido como el esperado de todos los pueblos.

En la Primera Lectura (Mal 3, 1-4 ) el profeta Malaquías anuncia que Dios enviará a un Mesías para la salvación del pueblo. Cuando llegue, irá al Templo y demandará una ofrenda agradable a los ojos de Dios, una ofrenda que corresponda con la voluntad de que Dios lo que quiere es el bien para toda la humanidad. 

El Salmo "El Señor Dios de los ejércitos, es el Rey de la Gloria" nos muestra que el Salvador anunciado por Dios ya se encuentra en nuestras vidas como la luz que nos da la verdadera salvación.

La Segunda Lectura 
(Heb 2, 14-18) manifiesta la explicación de que Jesús compartió con nosotros la condición mortal para conocer en primera persona nuestras alegrías y nuestras penas. El Señor vino como uno de nosotros. El Rey de la Gloria quiso compartir nuestra humanidad, nuestra debilidad y nuestro sufrimiento convirtiéndose así en nuestro verdadero sacerdote. Por su ejemplo, nosotros, sus discípulos debemos también solidarizarnos con todos aquellos que necesitan ayuda y compasión en sus dolores y padecimientos. 

En el 
Evangelio (Lc 2, 22-40) los padres de Jesús van al Templo de Jerusalén para la purificación ritual, para la presentación del niño Jesús como estaba escrito en la Ley de Dios. Esta entrada de Jesús en el templo de Jerusalén no será la única. Según el evangelista Lucas, toda su vida está bajo la clave de la subida a Jerusalén, donde culminará el misterio de su Muerte y Resurrección, anunciado en las palabras de Simeón a María. María, portadora de Cristo, Luz del mundo y solidaria de su destino en todo momento, es un modelo relevante de una Iglesia que quiere salir al encuentro de su Señor.

La fe, como en la de María, también nos descubrirá momentos de incertidumbre. Horas e instantes en las que, el sufrimiento y la prueba, cribarán la verdad o la falsedad, la fortaleza o la debilidad del tronco de nuestras creencias.

Que el Señor, hoy presentado en el templo, nos ayude a ser luz ante el mundo pero sin olvidar que, esa luz, es Cristo. En Él, con Él y para Él también nosotros fuimos un día presentados en el templo de brazos de nuestros padres.


Eres luz, Señor, de todos los pueblos.
De los que te buscan sinceramente, de los que no quieren vivir 
en oscuridad, 
de los que te buscan para amarte.
Eres luz, Señor, de todos los pueblos.
El esperado y el que viene hasta nosotros, el que nos salva 
y nos da su Cuerpo y su Sangre.
El que nos cura y sana nuestras heridas, 
el que pone luz cuando estamos perdidos.
Eres luz, Señor, de todos los pueblos.
El que viene silenciosamente a nuestro encuentro, 
el que nos habla con palabras de amor.
El que nos enseña el camino del cielo.
Eres luz, Señor, de todos los pueblos.
Amén

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR, ORIGEN DE ESTA FIESTA.

Aunque esta fiesta del 2 de febrero cae fuera del tiempo de navidad, es una parte integrante del relato de navidad. Es una chispa de fuego de navidad, es una epifanía del día cuadragésimo. Navidad, epifanía, presentación del Señor son tres paneles de un tríptico litúrgico.

Es una fiesta antiquísima de origen oriental. La Iglesia de Jerusalén la celebraba ya en el siglo IV. Se celebraba allí a los cuarenta días de la fiesta de la epifanía, el 14 de febrero. Desde Jerusalén, la fiesta se propagó a otras iglesias de Oriente y de Occidente. En el siglo VII, aproximadamente, había sido introducida en Roma. Se asoció con esta fiesta una procesión de las candelas. La Iglesia romana celebraba la fiesta cuarenta días después de navidad. Entre las iglesias orientales se conocía esta fiesta como "La fiesta del Encuentro" (en griego, Hypapante), nombre muy significativo y expresivo, que destaca un aspecto fundamental de la fiesta: el encuentro del Ungido de Dios con su pueblo, obedeciendo a la ley mosaica, los padres de Jesús llevaron a su hijo al templo cuarenta días después de su nacimiento para presentarlo al Señor y hacer una ofrenda por él.

Esta fiesta comenzó a ser conocida en Occidente, desde el siglo X, con el nombre de Purificación de la bienaventurada virgen María. Fue incluida entre las fiestas de Nuestra Señora. Pero esto no era del todo correcto, ya que la Iglesia celebra en este día, esencialmente, un misterio de nuestro Señor. En el calendario romano, revisado en 1969, se cambió el nombre por el de "La Presentación del Señor". Esta es una indicación más verdadera de la naturaleza y del objeto de la fiesta. Sin embargo, ello no quiere decir que infravaloremos el papel importantísimo de María en los acontecimientos que celebramos. Los misterios de Cristo y de su madre están estrechamente ligados, de manera que nos encontramos aquí con una especie de celebración dual, una fiesta de Cristo y de María.
En este día, al escuchar el cántico de Simeón en el evangelio (Lc 2,22-40), aclamamos a Cristo como "luz para iluminar a las naciones y para dar gloria al pueblo de Israel"