Señor, nos gustaría sentirte siempre cercano
como un amigo, para que nuestra tarea de sembradores
de tu Palabra nos resulte más fácil.
Nos gustaría quererte y comprenderte
como tus amigos de Betania.
Enséñanos a descubrirte en nuestros hermanos,
porque cada vez que los escuchamos y ayudamos,
realmente te escuchamos y ayudamos a Ti.
Disipa, Señor, nuestros temores,
afianza nuestra decisión de ser catequistas,
fortalece nuestra voluntad, que oscila entre el sí y el no.
Llena nuestra ignorancia con tu claridad, nuestro
cansancio con
tu fortaleza, nuestro egoísmo con
tu amor,
nuestra desilusión con tu esperanza.
Señor, agradezco tu elección
y la confianza que pones en mí.
Con humildad, pero con alegría y esperanza,
hoy quiero repetirte una vez más:
¡Señor, cuenta conmigo!
Amén.
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