Dios ha querido hacernos partícipes y constructores de su reino. Esto reclama una actitud despierta, atenta, en tensión hacia el objetivo que se nos ha confiado.
El domingo pasado, Jesús nos decía: “Cuídense de toda avaricia”. Hoy nos invita al desprendimiento, a dar limosna, a acumular un tesoro inagotable en el Cielo. Para eso necesitamos estar alertas, tener una actitud vigilante que solo la fe puede sostener.
En este XIXº domingo del Tiempo Ordinario, Jesús nos inculca confianza y nos previene contra un obstáculo muy serio: la codicia... porque donde está nuestro tesoro, allí también estará nuestro corazón.Como Cristianos nos ha de mover la fe, la esperanza y la confianza en Dios, para permanecer atentos y fieles a sus designios.
En la primera lectura (Sab 18, 6-9) se nos invita a tener confianza en Dios que es nuestro Salvador, al igual que lo fue para los Israelitas que confiaron en su bondad.
En el salmo de hoy, Dichoso el pueblo a quien Dios escogió como heredad, expresamos nuestra alegría por tener un Padre bondadoso con todos nosotros.
En la segunda lectura(Heb 11,1-2.8-13.16-19) San Pablo nos recuerda la importancia de la Fe. Esa Fe que todos hemos de profesar a Dios como respuesta a su infinito amor.
Y en el Evangelio de Lucas (Lc 12,32-48) Jesús nos invita a estar siempre vigilantes en la espera del Señor, a comprometernos con todo lo que implica ser seguidor suyo.
Te alabamos, Padre nuestro del cielo,porque Jesús
es el camino, la verdad y la vida.Te damos gracias de todo corazón,porque Jesús nos enseñó el camino
de la felicidad verdadera,la felicidad que sacia sin saciar,
que llena sin sobrar.Te bendecimos con la lengua,
con el cuerpo y con el alma,porque Cristo
es el tesoro que, solo debido a Ti, podemos alcanzar.
No permitas, Padre, que prefiramos tener cosas a ser personas.
Más que bienes, necesitamos razones para vivir, amar,y compartir con los hermanos lo poco o lo mucho que tengamos.
Enséñanos, por tu Espíritu, la sabiduría de la vida,y ayúdanos a elegir con alegría ser pobres con Cristo y por Cristo.Que no caigamos en la tentación de amontonar bienes perecederos,que defraudan nuestro corazón, porque se cae en la idolatría.
Que, cuando tú vengas, nos encuentres con las manos ocupadas
en la tarea de amarte a ti y, por amor, servir a nuestros hermanos.Escucha esta oración, Padre nuestro del cielo.
Amén.
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