Presentamos la historia de San Francisco Javier, patrono de las Misiones. Esta narración es un gran material para familiarizar a los pequeños sobre la vida de los santos, iremos semana tras semana publicando diferentes historias de diferentes santos enfocadas a los niños para que lo entiendan mejor, para así de esta forma hacer que nuestra catequesis tenga aún más riqueza espiritual.
SAN FRANCISCO JAVIER
Francisco nació en
el año 1506 en el castillo de Javier, Navarra. Tenías 7 hermanos. Francisco
destacó por su inteligencia, por la brillantez con que realizó sus estudios y
por sus estupendas condiciones físicas, que lo convirtieron en un gran atleta.
Mientras realizaba
sus estudios en París, conoció a Ignacio de Loyola. Éste había estado mucho
tiempo enfermo a causa de una gran herida de guerra, y había decidido abandonar
el ejército para dedicarse por entero a seguir a Jesús. Francisco se sintió
atraído por sus ideas y pensaba mucho en esta frase del Evangelio:
“¿Qué le importa al hombre ganar todo
el
mundo si pierde su alma?”.
Como Ignacio de
Loyola quería formar un grupo de soldados de Cristo, Francisco se unió a este
grupo. Eran 7 hombres que, unidos por una fuerte amistad, compartían su fe en
Jesús y sus inquietudes. En 1534, los 7 amigos se hicieron religiosos y tres
años después se ordenaron sacerdotes. Fue el comienzo de la compañía de Jesús,
o jesuitas.
Uno de los ideales de la compañía de Jesús era extender la
Iglesia por todo el mundo, de forma que todos los pueblos pudieran conocer a
Jesús y seguir su camino. Francisco Javier no dudó en realizar esta misión y se
fue a la India como misionero. Llego a Goa, y con su ejemplo, su predicación y
los versos que escribía, realizó una gran labor misionera. Consiguió que los
cristianos portugueses que estaban allí, dejaran de maltratar a los esclavos y de
abandonar a los pobres a su suerte, y les enseñó el verdadero cristianismo.
Más tarde, se
trasladó a Ceilán (hoy Sri Lanka) y se dedicó
a ayudar a los pobres y a vivir como ellos: dormía en el suelo, y comía
solamente agua y arroz. Después viajó a Japón, donde, por su predicación, más
de 2.000 personas se hicieron cristianas. De nuevo regresó a Goa y desde allí
fue a China. Cuentan que durante el viaje se le cayó el crucifijo al mar y que
luego fue encontrado en una playa arrastrado por un cangrejo.
Francisco Javier
enfermó durante ese viaje y murió en una isla desierta. Su cuerpo fue llevado a
Goa para ser enterrado allí. En 1622 fue proclamado santo con el nombre de San
Francisco Javier. El papa Pío XI, en 1927, lo declaró patrono de las misiones.
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