miércoles, 29 de abril de 2015

ACTOS PREVISTOS PARA EL MES DE MAYO.


A continuación mostramos las fechas para los distintos actos previstos para el mes de mayo.


Miércoles día 6 de mayo
Concentración de todas las responsables de las Capillitas domiciliarias en la Parroquia para la bendición ante la Virgen de Fátima en la misa de las 19:00 hrs.

Domingo día 10 de mayo

Celebración de la Eucaristía:
- Mañana: a las 11:30 hrs. 
- Tarde: a las 19:00 hrs.

Lunes día 11 de mayo

- Presentación de los niños a la Stma. Virgen de Fátima a las 18:00 hrs.
- Celebración de la Eucaristía a las 19:00 hrs. 

Miércoles día 13 de mayo

08:00 hrs., celebración de la Eucaristía 
- 18:30 hrs. Rezo del Santo Rosario.
- 19:00 hrs. Celebración de la Eucaristía.

Sábado día 16 de mayo
- Visita de la Virgen de Fátima a la Plaza Ángel Rubio( plazoleta del ambulatorio de la barriada de la Bajadilla). Tendrá su salida a las 09:30 hrs. de la mañana, y el regreso se realizará a las 13:00 hrs. de la tarde.

-18:30hrs. Rezo del Santo Rosario.
-19:00 hrs. Celebración de la Eucaristía.

Sábado día 23 de mayo
- Salida de la Virgen a la puerta principal de la Parroquia a las 09:30 hrs.; regresará de nuevo al altar a las 18:00 hrs.

-18:30hrs. Rezo del Santo Rosario.
-19:00 hrs. Celebración de la Eucaristía.


Domingo día 31 de Mayo
-11:30 hrs. Celebración de la Eucaristía.
-18:30 hrs. Rezo del Santo Rosario.
19:00 hrs. Celebración de la Eucaristía y tras ella, regreso de la Virgen de Fátima en procesión hasta la Capellina.

lunes, 27 de abril de 2015

IVº DOMINGO DE PASCUA.CICLO B. Y LLEGADA DE LA VIRGEN DE FÁTIMA A LA PARROQUIA.

Celebramos hoy en este cuarto Domingo de Pascua, llamado el del Buen Pastor, la Jornada Mundial por las Vocaciones y, en España, se une a esa celebración la también Jornada por las Vocaciones Nativas. La mies es mucha y los obreros siguen siendo pocos. Cristo es el guía, el maestro y el pastor, que no excluye a nadie en su programa de salvación; no hace distinciones de personas y, si prefiere a alguien, es el que está fuera del redil. Su misión es callada; la realiza en el silencio y en el monte. Busca lo que está perdido, anima lo decaído, restaura lo que está roto, cura y sana al que está malherido.

En el día de hoy, también celebramos con gran alegría juntos grandes y pequeños, la llegada de la Virgen de Fátima a la Parroquia que permanecerá todo el mes de mayo con nosotros.


En la Liturgia, escuchamos que los apóstoles, sabían muy bien que actuaban en nombre del Señor. Es decir; no iban por voluntad propia. Además, en las dos lecturas siguientes, contemplaremos el amor tan grande que Dios nos tiene. Un amor que, en la figura del Buen Pastor, da la vida por sus ovejas que somos todos nosotros.

En la Primera Lectura (Hch. 4, 8-12) Pedro deja claro que Jesús ama a la Iglesia universal, sin excluir a nadie. Por eso un buen seguidor de Cristo tiene que vivir en comunión de amor con los hermanos. Una vez más ,se nos presenta a Jesús como la piedra angular donde ha de cimentarse la salvación

El Salmo (117) "La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular" es uno de los más bellos de todo el Salterio, guarda relación con lo que Pedro nos dice en la primera lectura. Jesús es la piedra angular. Es un poema que refleja la especial acción de Dios por su pueblo.

En la Segunda Lectura (1 Jn 3, 1-2) vemos como según el testimonio del apóstol, la gran noticia es que Dios nos ha hecho hijos suyos. Para llevarlo a cabo, hemos sido arrancados del poder del mal y adoptados por Dios como hijos y admitidos a la esperanza de poseer un día la herencia de Cristo. De ahí que la nueva condición de hijos de Dios, nos invita a vivir el gozo pleno de pertenecer a la misma Familia de Dios. 

En el Evangelio (Jn 10, 11-18) el “discípulo amado” nos propone, en esta reflexión, algo que afecta a lo más profundo del ser del seguidor del Nazareno: Jesús es el verdadero y único Pastor. Y los rasgos del buen pastor son: conocer y amar a cada una de las ovejas; llevarlas a los mejores pastos; buscar a las descarriadas; esperar a la perdida; curar a la herida; fortalecer a la enferma… 


¡Cuando más te necesito, Señor!
Te asomas, despertándome de mi letargo cristiano
y me pones en guardia frente a tantas cosas
que debilitan y distorsionan mi amistad contigo.
Cuando más ten necesito, Señor,
eres cayado en el que me apoyo para sujetarme
nunca caer y siempre levantarme.
Cuando, veo que mi nombre se pierde en el abismo,
suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!

domingo, 26 de abril de 2015

SUSPENDIDA LA PROCESIÓN DE LA VIRGEN DE FÁTIMA, DEBIDO AL TEMPORAL


La procesión de la Virgen de Fátima y de los pastorcitos prevista para esta tarde, queda suspendida por las inclemencias del tiempo. La Virgen de Fátima será trasladada en coche y celebraremos en la Parroquia la Eucaristía a las 20:00h de la tarde. La Eucaristía será presidida por el Padre Curro.
Os esperamos.

martes, 21 de abril de 2015

EL PRÓXIMO DOMINGO DÍA 26 DE ABRIL, LA VIRGEN DE FÁTIMA LLEGA A LA PARROQUIA.

El próximo domingo día 26 de abril, nuestra Virgen del Rosario de Fátima bajará desde la Capellina hasta nuestra Parroquia de Sta. Mª Micaela, para quedarse y acompañarnos durante todo el mes de Mayo.

La Virgen tendrá su salida desde la Capellina a las 19:00h. Los niños y niñas de Catequesis y del grupo de postcomunión-confirmación, acompañados de sus catequistas saldrán desde la parroquia en procesión, llevando un pasito con los tres pastorcillos de Fátima, teniendo también éstos la salida desde la parroquia a las 19:00h aprox. Las personas que no pueden subir la cuesta están invitadas a ir al encuentro de nuestra madre junto a los niños en procesión.

Irán a su encuentro cantando y rezando hasta la mediación de la C/ Sagrado Corazón en la que se encontrarán con nuestra madre la Virgen del Rosario de Fátima;y una vez hecho dicho encuentro, todos juntos grandes y pequeños, volverán a la parroquia en procesión donde se celebrará la Eucaristía a las 20:00h. aproximadamente.

domingo, 19 de abril de 2015

IIIº DOMINGO DE PASCUA. CICLO B


Hoy celebramos el IIIº Domingo de Pascua, para celebrar juntos con la Palabra y nuestra alegría, el triunfo de la vida sobre la muerte a través de la resurrección de Cristo. Sentimos en nosotros una gran alegría, y es que Jesús Resucitado puede llenar nuestras vidas de esperanza, paz y alegría. ¿Nos damos cuenta de lo que esto supone?¿Qué podemos ofrecer al Señor? Ni más ni menos que nuestra fe. Para ello venimos a la Eucaristía: para fortalecer nuestra amistad con Él, para que desaparezcan nuestros interrogantes, nuestras dudas. Sigamos celebrando la Pascua del Señor.

Las lecturas de este tercer Domingo de Pascua nos hablan de lo esencial de este tiempo: Dios ha resucitado a Cristo de entre los muertos. También nos recuerdan que a pesar de nuestros pecados tenemos un gran defensor, Jesús que intercede ante Dios y que ha pagado con su vida por nosotros. Finalmente, escucharemos uno de los encuentros sorprendentes de Cristo Resucitado con los apóstoles. Que también nosotros sintamos la presencia de Jesús diciendo: ¡ES EL SEÑOR!

En la Primera Lectura (Hch. 3, 13-15. 17-19) Pedro habla a la multitud de Jerusalén, sin rodeos, presentando la culpabilidad del pueblo y de las autoridades en la muerte de Jesús.Nadie supo reconocer en Jesús al enviado de Dios, a su Hijo, y por eso lo condenaron y lo mataron. Pero Dios le resucitó, dando así razón y sentido a toda su vida. Pero les invita, también, al arrepentimiento,Pedro expone con valentía como se ha llevado a cabo el principio de la Redención.

El Salmo (4) 
"Haz brillar sobre nosotros el resplandor de tu rostro" era utilizado por los judíos como oración de la tarde, e incluso, por algunos como la plegaria para pronunciar antes de dormir. Es un salmo de agradecimiento y de confianza en Dios, siempre presente en nuestras necesidades. Para nosotros, hoy, es un canto de alegría para estos tiempos gozosos de la Pascua de Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

En la Segunda Lectura (1 Juan 2, 1-5a) el apóstol Juan nos recuerda que es en Jesús donde se ofrece la vida nueva, desde el perdón de los pecados. Pero esto conlleva, necesariamente, a un nuevo estilo de ser y de vivir, acorde con la nueva condición de hijos amados de Dios, cumplir los mandamientos, como él lo denomina, es precisamente vivir esta nueva realidad. 

En el Evangelio (Lc 24, 35-48) donde el Resucitado se hace presente en medio de sus discípulos, hay un hecho innegable, a los discípulos les cuesta reconocerle. De ahí, que es el mismo Señor quien les abre la mente para que puedan comprender las Escrituras y con ello acepten el proyecto de Dios, que pasa por asumir un Mesías capaz de sufrir y de entregarse por sus hermanos. Y es entonces cuando les envía a anunciar la conversión del corazón.

Experimentar la Resurrección significa contemplar las llagas, en manos y pies, del que murió crucificado, de quienes mueren crucificados hoy en nuestro mundo. Cada vez que nos reunimos en comunidad, cada vez que proclamamos su Palabra, cada vez que compartimos cuanto tenemos y somos, cada vez que vencemos al miedo y no nos callamos, aparece Jesús resucitado; Él mismo se hace presente y vive entre nosotros.


Quédate,Señor,no pases de largo.
Porque, contigo, mi camino es esperanza.
Porque, contigo, amanece la ilusión.
Porque, contigo, siento el cielo más cerca.
Porque, contigo, veo a más hermanos
y siento que tengo menos enemigos.
Porque, contigo, desaparece el desencanto
y brota la firme fe de quien sabe que Tú, 
Señor, eres principio y final de todo.
 Amén

viernes, 17 de abril de 2015

CONOCE LA VIDA DE LOS SANTOS, HOY, BEATA MARÍA DE LA ENCARNACIÓN, MADRE.



He aquí una madre de seis hijos, que pudo llevar a su país tres nuevas comunidades religiosas, y de llegar a tener tres hijas religiosas y un hijo sacerdote, además de dos hijos comprometidos en la fe católica y padres de familia.
Nació en París en 1565 de noble familia. Sus padres deseaban mucho tener una hija y después de bastantes años de casados no la habían tenido. Prometieron consagrarla a la Sma. Virgen y Dios se la concedió. Tan pronto nació la consagraron a Nuestra Señora y poco después fueron al templo a dar gracias públicamente a Dios por tan gran rega
lo. 

De jovencita deseaba mucho ser religiosa, pero sus padres, por ser la única hija, decidieron que debería contraer matrimonio. Ella obedeció con humildad, y se casó con Pedro Acarí, esmerándose por ser la mejor esposa y madre, y educando a sus seis hijos en lo espiritual.
Desde los primeros años de su matrimonio dispuso llevar una vida de mucha piedad en su hogar. Al personal de servicio le hacía rezar ciertas oraciones por la mañana y por la noche, y a la vez que les prestaba toda clase de ayudas materiales, se preocupaba mucho porque cada uno cumpliera muy bien sus deberes para con Dios. La bondad de su corazón alcanzaba a todos: alimentaba a los hambrientos, visitaba enfermos, ayudaba a los que pasaban situaciones económicas difíciles, asistía a los agonizantes, instruía a los que no sabían bien el catecismo, trataba de convertir a los herejes, a los que habían pasado a otras religiones y favorecía a todas las comunidades religiosas que le era posible. Su marido a veces se disgustaba al verla tan dedicada a tantas actividades religiosas y caritativas, pero después bendecía a Dios por haberle dado una esposa tan santa.

Al fallecer su esposo, María empezó a dedicarse con más devoción a las labores espirituales, en especial a una, que le había sido revelada por una visión divina de Santa Teresa: el tener que esforzarse para que la comunidad de las carmelitas lograra llegar a Francia. Desde esa fecha, la beata se dedicó a conseguir los permisos para que las Carmelitas pudieran entrar a su país. Pero las dificultades que se le presentaban eran muy grandes, pues había leyes que prohibían la llegada de nuevas comunidades. María habla entonces con el rey y con el arzobispo, pero cuando todo parece ya estar listo, de nuevo se les prohíbe la entrada. Una nueva aparición de Santa Teresa viene a recomendarle que no se canse de hacer gestiones para que las religiosas carmelitas puedan entrar a Francia, porque esta comunidad va a hacer grandes labores espirituales en ese país. Al llegar San Francisco de Sales a Francia, y al saber de las gestiones de María, se convierte en su mejor aliado y habla con las más altas personalidades para ayudarla a conseguir los permisos que necesitan. Finalmente, con la colaboración de todos, logran que el Papa Clemente VIII envíe un decreto permitiendo la entrada de las hermanas a Francia.

En 1604 llegaron a París las primeras hermanas Carmelitas. Iban dirigidas por dos religiosas que después serían beatas: la beata Ana de Jesús y la Madre Ana de San Bartolomé. María con sus tres hijas las estaba esperando en las puertas de la ciudad. Poco después las tres hijas de María ingresaron al convento de las monjas carmelitas y luego ella también decidió ingresar a la orden, dedicándose a los oficios más humildes y a obedecer en todo como la más sencilla de las novicias.

Al ser nombrada su hija como superiora del convento, la mamá de rodillas le juró obediencia. Los últimos años de la hermana María de la Encarnación, nombre que tomó en la comunidad, fueron de profunda vida mística y de frecuentes éxtasis. En abril de 1618 enfermó gravemente y quedó paralizada, y el 16 de ese mes, luego de un último éxtasis, falleció.

domingo, 12 de abril de 2015

SIGNIFICADO DE LA IMAGEN DE LA DIVINA MISERICORDIA


Esta imagen le fue revelada a Santa Faustina en 1931 y Jesús mismo le pidió que se pintara. Luego el Señor le explicaría su significado y lo que los fieles alcanzarían con ella. No obstante Santa Faustina lloró al ver que la imagen, en su opinión, “no reflejaba” toda la belleza de Jesús, pero Él la animó.

Cuenta Santa Faustina en su diario: “Al anochecer, estando en mi celda, vi al Señor Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho. De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos: uno rojo y otro pálido”. “Después, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: ‘Jesús, en ti confío’. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y luego en el mundo entero”.

Jesús le señaló: “Prometo que el alma que venera esta imagen no perecerá. También prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo mismo la defenderé como mi gloria”.

Otro día, estando Santa Faustina en oración, Cristo le dijo: “Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de mi misericordia cuando mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza. Estos rayos protegen a las almas de la indignación de mi Padre. Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios”.

Santa Faustina contaba todo esto a su confesor, el actual Beato P. Miguel Sopocko, quien designó al pintor Eugenio Kazimirowski para que realizara la imagen según las indicaciones de la santa.
“Una vez, cuando estaba en el taller de aquel pintor que pintaba esa imagen, vi que no era tan bella como es Jesús. Me afligí mucho por eso, sin embargo lo oculté profundamente en mi corazón”, escribió Santa Faustina en su diario.

“Fui a la capilla y lloré muchísimo. ¿Quién te pintará tan bello como Tú eres? Como respuesta oí estas palabras: ‘No en la belleza del color, ni en la del pincel, está la grandeza de esta imagen, sino en Mi gracia’”.

HISTORIA DE LAS IMÁGENES.
Tres imágenes significativas se pintaron cuando se empezó a propagar la devoción a la Divina Misericordia. La primera es la que se hizo según indicaciones de Santa Faustina y por la mano de Eugenio Kazimirowski, culminada en 1934.
El segundo cuadro fue hecho por encargo de la Congregación de la Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en 1942 y por el artista Estanislao Batowski, pero, durante la insurrección de Varsovia, la capilla y la imagen fueron consumidas por el fuego. Luego se le encomendó al artista pintar otra para la Capilla de la Divina Misericordia en Cracovia.

Por ese entonces, el pintor Adolfo Hyla llegó a la casa cracoviana de la Congregación con la propuesta de pintar un cuadro como voto por haberse salvado en la guerra. Le dieron una estampa de la Divina Misericordia y las descripciones de Santa Faustina. El pintor terminó el cuadro en 1943 y fue bendecida en la capilla por el P. Andrasz, confesor de Faustina. Más adelante llegó la imagen de Batowski, pero sólo el cuadro de Hyla se quedó en la capilla por recomendación del Cardenal Adan Sapieha, quien lo eligió porque había sido pintado como voto.
Como el cuadro de Hyla no entraba en el altar a la Misericordia, en la capilla, el pintor hizo una imagen más pequeña, que fue bendecida el Segundo Domingo de
Pascua de 1944 también por el P. Andrasz. En 1954 el artista repintó el lienzo, eliminando la pradera y el matorral que había puesto, y colocó el fondo oscuro con el suelo bajo los pies de Jesús.

Esta imagen de Hyla se hizo famosa por las gracias que recibían los fieles y es la más difundida en el mundo. De esta manera se cumplió el pedido de Jesús a Santa Faustina: “Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y en el mundo entero”.

Fuente extraída de Aciprensa

FIESTA DE LA DIVINA MISERICORDIA.


Hoy la Iglesia Universal celebra la Fiesta de la Divina Misericordia, establecida por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos el 23 de mayo del 2000 por indicación de San Juan Pablo II, para que tenga lugar el Segundo Domingo de Pascua.

El objetivo de esta Fiesta es hacer llegar a los corazones de cada persona el mensaje de que Dios es Misericordioso y ama a todos.

“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores”,
le dijo Jesús a Santa Faustina.

“Las almas mueren a pesar de mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de mi Misericordia. Si no adoran mi misericordia morirán para siempre”, le señaló Cristo a la santa en otra ocasión.

En este día los fieles pueden obtener indulgencias plenarias y con el fin de celebrar apropiadamente esta festividad, se recomienda rezar la Coronilla de la Divina Misericordia.

IIº DOMINGO DE PASCUA. CICLO B


Celebramos hoy el IIº Domingo de Pascua, Domingo de la Misericordia, tiempo de alegría, de paz, de renovación. Jesús ha resucitado y nos ha salvado, nos hemos llenado de la luz de Jesucristo Resucitado. Si todo parecía indicar que el proyecto de Jesús se había acabado en la cruz, ahora hemos visto de verdad que el Padre cumple sus promesas, que lo definitivo del hombre es siempre la vida, y que nada es tan grande como el amor que Él nos tiene. Y esto nos llena de esa alegría que se contagia y que lo invade todo, y esto hace que cada uno de nosotros vivamos con ilusión y entrega; que en nuestras comunidades vivamos unidos, alegres, con un mismo sentir, dando testimonio de la Resurrección de Cristo.

Las lecturas que escuchamos en este día son una llamada a construir nuestra Iglesia en la fraternidad, la acogida y la comprensión. Además, la segunda, nos recuerda lo importante que es pensar las metas hacia las cuales nos encaminamos. Finalmente, el Evangelio, nos habla de cómo Tomás, sin ver, le costaba creer en Jesús Resucitado. Que nosotros, al contrario que Tomás, seamos capaces de seguir a Jesús aún sin haberlo visto. Que nos fiemos de su Palabra y del testimonio que otros nos han dado de Él.

En la Primera Lectura (Hch. 4, 32-35) escuchamos la experiencia de la primera comunidad cristiana. Y es que la resurrección de Jesucristo ha realizado un cambio de vida en sus discípulos. Ahora se preocupan de crear comunión entre ellos y de ser testigos autorizados para anunciar el mensaje de Cristo, su Maestro. Comparten entre sí los bienes y la predicación brota no de una doctrina teórica, sino de la experiencia viva. 

El Salmo (117) "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia" era un himno que los judíos contemporáneos de Jesús utilizaban en la fiesta de las tiendas o tabernáculos, una de las más importantes del calendario litúrgico hebreo. Y se cantaba en la procesión de entrada al Templo en dicha fiesta. Según algunos tratadistas fueron los éxitos militares de Judas Macabeo contra los sirios los que, originariamente, debieron inspirar el Salmo. Para nosotros, hoy, representa un canto de alegría pascual: la victoria de Cristo sobre la muerte.

La Segunda Lectura (1 Jn 5, 1-6) muestra como el ser hijo de Dios exige entrar en la dinámica del amor de Dios, manifestado en Jesucristo. El que cree debe amar a Dios, de modo que su amor a Dios se muestre también a sus hermanos. Todo un programa de vida para nosotros los cristianos.

El Evangelio (Jn 20, 19-31) nos narra la aparición de Jesús a los discípulos en el Cenáculo, el mismo “primer día de la semana”, el Domingo de Resurrección. Pero Tomás no estaba y no cree que el Señor se haya presentado. Ocho días después se aparece otra vez, estando ya allí el apóstol Tomás. Su desconfianza se transforma en fe inquebrantable que se expresa en esa oración de “Señor Mío y Dios Mío”.

El Señor se ha hecho presente hoy en medio de nosotros como a los primeros seguidores suyos, nos ha concedido saborear el amor de estar reunidos en comunidad y nos ha dado su gracia y su paz. Que cada uno de nosotros vayamos a la vida llevando nuestra experiencia, dando testimonio, para que los hombres y mujeres puedan descubrir que Jesús ha resucitado.



Ábrenos, Señor, las puertas.
Para que entremos y creamos en Ti.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Para que no tengamos miedo de creer en Ti.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Para que veamos el horizonte del cielo.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Para que dejemos las dudas.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Para que vivamos en Ti
Ábrenos, Señor, las puertas.
Y así entres en nuestros corazones.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Y así, Señor, podamos descubrirte.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Y vivamos en tu Vida Eterna.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Y no pidamos pruebas de tu existencia.
Ábrenos, Señor, las puertas.
Y vivamos con alegría nuestra Fe.

Amén.

domingo, 5 de abril de 2015

¡RESUCITASTE, SEÑOR!


¡Resucitaste, Señor!
Y nos diste la vida ¡Aleluya!
Y todo fue luz en la oscuridad ¡Aleluya!
Y despertó el mundo de su tristeza ¡Aleluya!
Y la muerte fue derrotada ¡Aleluya!

¡Resucitaste, Señor!
Por el hombre que estaba perdido,
por el que no tenía ganas de vivir, 
por aquel que se alejó de los buenos caminos.

¡Resucitaste, Señor!
Y nos trajiste felicidad ¡Aleluya!
Y nos infundiste paz ¡Aleluya!
Y nos libraste del olvido eterno ¡Aleluya!
Y nos hiciste más hermanos ¡Aleluya!

¡Resucitaste, Señor!
Para que nos amásemos más, 
para que mirásemos al cielo,
para que no olvidásemos a Dios.
Para que fuéramos hombres y mujeres de fe.
Para que llevásemos tu nombre
a todos los rincones de la tierra

¡Resucitaste, Señor!
¡GRACIAS, SEÑOR! 
¡GRACIAS, AMIGO!
¡HAS VENCIDO A LA MUERTE!

¡ALELUYA, ALELUYA!

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR.

¡ALELUYA, ALELUYA! 
¡EL SEÑOR HA RESUCITADO!

¡Cuanta alegría! ¡El Señor está vivo! ¡Murió y resucitó por ti, por mí,por todos y cada uno de nosotros! Alegraos, hermanos ¡Jesús ha resucitado! Anoche celebrábamos la Vigilia Pascual, y esta Misa de Pascua es claro eco de ella. El mensaje de hoy es: “No busquéis entre los muertos al que vive”. ¡Dios lo ha resucitado! Ya llega nuestra alegría, es tiempo de resucitar, de salir de la noche, de liberarnos de tantas esclavitudes como nos oprimen. La Resurrección de Cristo nos dice que ya todo es esperanza. Aceptemos de verdad el anuncio de la Pascua, que da paso a ese rayo de luz que trae la buena noticia, y sobre todo pidamos a Jesús Resucitado que nos ayude a remover la losa que paraliza nuestra alma y nos libere del peso que nos aplasta el corazón. 

Hoy veremos a un Pedro contento de predicar la resurrección de Jesús y, sobre todo, escucharemos como dice: el Padre lo ha resucitado. San Pablo, en la segunda lectura, nos recordará que Cristo es nuestro tesoro y que nuestros corazones han de estar donde está él. Finalmente, en el Evangelio, contemplaremos como Magdalena, Pedro y Juan son sorprendidos por el anuncio del ángel: ha resucitado.

En la Primera Lectura (Hch 10, 34a. 37-43) Pedro expone, en síntesis, los datos fundamentales de la historia de Jesús. El núcleo principal del discurso se centra en su muerte y en su resurrección. Los apóstoles dan testimonio de su experiencia. La fe de la Iglesia se cimienta en la resurrección de Cristo. Sin la resurrección no hay fe ni Iglesia.

Con el Salmo (117) "Este es el día que actúo el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo", expresamos nuestro gozo, nuestra alegría. El Señor ha resucitado. La diestra del Señor es poderosa,dice el salmo de hoy, la diestra del Señor es excelsa. No he de morir, viviré para cantar las hazañas del Señor. Esta exclamación esperanzadora hemos de hacerla nuestra y afirmar gozosos que también nosotros viviremos para proclamar el poder imponente del Altísimo, su amor inefable. Y así, aunque el peso de nuestros pecados nos llene de pesar y de temor, tengamos una gran fe en Jesús que ha triunfado, y nos hace triunfar a nosotros, sobre la muerte y sobre el pecado.

En la Segunda Lectura (Col 3, 1-4) el apóstol Pablo, en su carta, pone en evidencia que nuestra incorporación a la muerte y resurrección de Jesucristo por el bautismo nos exige un cambio radical en nuestras vidas, en nuestro comportamiento y en nuestras actitudes.

En el Evangelio (Jn 20, 1-9) Juan nos narra la fe de los primeros testigos al encontrar vacío el sepulcro en el que había sido depositado el cuerpo muerto de Jesús. El sepulcro vacío es un signo que exige la fe, y nos recuerda las palabras y promesas de Jesús que los apóstoles no habían acabado de comprender. La muerte ha sido destronada; la vida ha vencido para siempre. Dios acaba de dar sentido al dolor, a la pasión y muerte de su Hijo. 


Con la resurrección de Cristo cobra sentido nuestra fe. Ahora, es el tiempo de vivir como hijos de un mismo Dios. Ojalá nada ni nadie pueda ya enturbiar nuestra vivencia profunda de la muerte y resurrección del Señor. Somos llamados a vivir en fraternidad y a ser testimonio del amor infinito de Dios.


" Señor haznos experimentar la alegría de tu luz, ayúdanos a ser portadores de esa luz, con el fin de que, a través de la Iglesia, el esplendor de tu rostro entre en el mundo y esté presente todos 
los días de nuestra vida"
¡FELIZ PASCUA!

sábado, 4 de abril de 2015

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA VIGILIA PASCUAL.


Esta noche en la Vigilia Pascual el Papa Francisco, en su homilía, nos invita a ser humildes y sencillos para poder comprender el Misterio de la Pascua, velando con María, que nos ayuda a no perder la fe y la esperanza.

El Señor no duerme, vela el guardián de su pueblo (cf. Sal 121,4), para sacarlo de la esclavitud y para abrirle el camino de la libertad.

El Señor vela y, con la fuerza de su amor, hace pasar al pueblo a través del Mar Rojo; y hace pasar a Jesús a través del abismo de la muerte y de los infiernos.

Esta fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: «¿Cómo haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la tumba?...». Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.

«Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco» (Mc 16,5). Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo: el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar.

«Entraron en el sepulcro». En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado con su vigilia de amor.

No se puede vivir la Pascua sin entrar en el misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es más, es mucho más.

«Entrar en el misterio» significa capacidad de asombro, de contemplación; capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de silencio sonoro en el que Dios nos habla (cf. 1 Re 19,12).

Entrar en el misterio nos exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes... Entrar en el misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado, una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.

Para entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse, de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra presunción; la humildad para redimensionar la propia estima, reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede entrar en el misterio.

Todo esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella noche, junto la Madre. Y ella, la Virgen Madre, las ayudó a no perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba, llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron, salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos hace pasar de la muerte a la vida.

CLAVES PARA LA VIDA CRISTIANA QUE NOS ENSEÑA MARÍA SANTÍSIMA ESTE SÁBADO SANTO


Cuando nos convertimos en padres nuestra vida cambia. Y lo hace a una velocidad y de una manera que nadie lo puede entender hasta que tiene un hijo. Nuestro corazón, acostumbrado a amar al otro como alguien externo, fuera de nosotros mismos, de repente, se ve aprisionado por un amor al comienzo incomprensible, lleno de dudas y temores. El miedo a perder este pedazo de nuestra carne, o a que le pase algo terrible, es hasta paralizante. Y desde que nuestro primer bebé es puesto en nuestros brazos, nuestra vida y nuestro corazón quedan empeñados por él y por los demás hijos que vengan. Sus alegrías serán más fuertes que las nuestras, sus éxitos, por más pequeños que sean para el mundo, serán para nosotros más grandes que cualquier otra cosa, y su dolor y penas se incrustarán en el más fondo de nuestra alma como si fuera a nosotros al que nos está pasando el problema. Y en este camino lleno de cosas buenas, otras malas y, Dios no quiera, hasta terribles, ¿en quién nos podemos apoyar los padres para obtener fuerza, paciencia, sabiduría y, sobre todo, mucho amor? ¿De quién podemos aprender ser el padre o madre más humanamente perfecto? En esta Semana Santa, la vida de María, la Madre, debe inspirarnos no sólo como modelo de vida sino también como compañía y fuente de todo eso que necesitamos para criar y guiar a nuestros hijos. También como ejemplo para aceptar lo que de ellos venga, tanto bueno como malo.

María, desde que le dijo sí al Ángel Gabriel, empezó a vivir su propio Vía Crucis. Una adolescente embarazada que tuvo que escapar de quien quería asesinar a su hijo, dando a luz en un establo y sabiendo que criaba a alguien especial, que no le pertenecía y que debía, en algún momento, pagar la culpa de la humanidad. Y no sólo crió a este bebé como toda madre, sino que lo acompañó hasta el pie de su cruz. Ella no era Dios, ella era humana y tuvo que sufrir como cualquiera de nosotros lo hace cuando ve a un hijo enfermo, en problemas o muriendo. Realmente es muy complicado ponerse en su lugar cuando todo va bien con nuestra familia. Por eso, debemos ser agradecidos cuando nuestra vida está llena de salud y buenos momentos. Y aún en esos momentos de alegría, no debemos olvidar de rezar y pedirle a María que nos siga protegiendo y bendiciendo. Sin embargo, hay muchos que no tienen esa dicha y viven días muy difíciles y dolorosos. María es la fuerza que nos debe inspirar, consolar y refugiar. Mirarla a ella para pedirle gracia y serenidad si es que estamos afligidos por enfermedades. Sabiduría y paciencia si tenemos problemas de comportamiento en nuestros hijos o para que nos ayude siempre en el camino de su crianza.

No debemos olvidar que María es la madre de todos nosotros. Ese fue uno de los regalos más grande que nos dejó Jesús cuando estaba muriendo en la cruz. No sólo perdonarnos los pecados sino darnos para siempre a su Madre para que nos cuide e interceda por nosotros. Y como toda madre, María está siempre esperando que la busquemos para acompañarnos y guiarnos en todo lo que necesitemos.

VIERNES SANTO. COMENTARIO LITÚRGICO EUCARISTÍA DE LA MUERTE DEL SEÑOR. CICLO B

Hoy celebramos el primer día del Triduo Pascual. Por tanto, es el día de la Cruz victoriosa, desde donde Jesús nos dejó lo mejor de Él mismo: María como madre, el perdón también de sus verdugos y la confianza total en Dios Padre.

Lo hemos escuchado en la lectura de la Pasión que nos transmite el testimonio de san Juan, presente en el Calvario con María, la Madre del Señor y las mujeres. Es un relato rico en simbología, donde cada pequeño detalle tiene sentido. Pero también el silencio y la austeridad de la Iglesia, hoy, nos ayudan a vivir en un clima de oración, bien atentos al don que celebramos.

Ante este gran misterio, somos llamados, primero de todo, 
a ver. La fe cristiana no es la relación reverencial hacia un Dios lejano y abstracto que desconocemos, sino la adhesión a una Persona, verdadero hombre como nosotros y, a la vez, verdadero Dios. El “Invisible” se ha hecho carne de nuestra carne, y ha asumido el ser hombre hasta la muerte y una muerte de cruz. Pero fue una muerte aceptada como rescate por todos, muerte redentora, muerte que nos da vida. Aquellos que estaban ahí y lo vieron, nos transmitieron los hechos y, al mismo tiempo, nos descubren el sentido de aquella muerte.

Ante esto, nos sentimos agradecidos y admirados. Conocemos el precio del amor: «Nadie tiene mayor amor que el de dar la vida por sus amigos» (Jn 15,13). La oración cristiana no es solamente pedir, sino, antes de nada admirar agradecidos.

Jesús, para nosotros, es modelo que hay que imitar, es decir, reproducir en nosotros sus actitudes. Hemos de ser personas que aman hasta darnos y que confiamos en el Padre en toda adversidad.

Esto contrasta con la atmósfera indiferente de nuestra sociedad; por eso, nuestro testimonio tiene que ser más valiente que nunca, ya que el don es para todos. Como dice Melitón de Sardes, «Él nos ha hecho pasar de la esclavitud a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. Él es la Pascua de nuestra salvación».

jueves, 2 de abril de 2015

JUEVES SANTO. MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR, DÍA DEL AMOR FRATERNO. CICLO B

Esta tarde, nos reunimos para celebrar el Jueves Santo, Día del Amor Fraterno. Un amor que se expresa en el servicio humilde y gratuito. Jesús, en un día como éste, sabiendo cercana su muerte, quiso reunirse con sus amigos para celebrar la Pascua judía, y para mostrarnos, en esta cena, cómo ha de ser la vida de quienes queremos seguirle. Jesús se ha despojado de su manto, como signo de entrega y del despojo de su misma dignidad, que se llevará a cabo en la Cruz, y lava los pies de sus discípulos, además en esta misma Cena, Jesús instituye el Sacerdocio.

En este Jueves Santo, el Señor nos regala la Eucaristía: presencia amorosa de Jesús en medio de nosotros. Nos lava los pies, con este gesto, nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrar nuestra fe en Él. Debemos vivir como servidores unos de otros.


...Pues si yo, el señor y el maestro, os he lavado los pies, también vosotros os los debéis lavar unos a otros. Yo os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros lo mismo que he hecho yo. (Jn 13 1-15)

Las lecturas que vamos a escuchar nos evocan la cena de la Pascua de los judíos que recordaba la liberación del pueblo del dominio del faraón. San Pablo nos recuerda que el pan y el vino son el nuevo alimento para los cristianos y que nos hace presente la salvación que hemos tenido por la muerte y resurrección de Jesús. Finalmente, en el Evangelio, Jesús, según narra Juan, en la escena del lavatorio de los pies lo que hace es ofrecer amor sin límite y quiere decirnos algo nuevo a nosotros que nos hemos reunido con Él para celebrar la pascua. 

La Primera Lectura (Éx 12, 1-8. 11-14) es el relato de la última cena del pueblo de Israel en tierra de Egipto y antes de su liberación. Nos habla de las prescripciones que Moisés dio a los judíos para celebrar la Cena Pascual y donde se da especial importancia a la “Víctima sin mancha” profetizando así Moisés sobre Jesús.

El Salmo (115) " El cáliz de la salvación es la comunión con la sangre de Cristo"
es un cántico de alabanza para el Señor que nos ha salvado. Originariamente los judíos lo utilizaban como plegaria de acción de gracias por las enfermedades curadas. Nosotros hoy debemos esperar la curación de manos de Jesús que ha instituido la Eucaristía para nuestra salud eterna.

En la Segunda Lectura (1 Co 11, 23-26) el apóstol Pablo, que ha tenido una experiencia personal y singular de Jesús, su Maestro y Señor, explica el sentido de la Cena del Señor: además de ser una tradición recibida y que procede del mismo Jesús, es la expresión de su vida entregada por la salvación de la humanidad. 

En el Evangelio (Jn 13, 1-15) Juan, el “discípulo amado”, en este momento de la despedida de Jesús en la última Cena, nos brinda el gesto del lavatorio de los pies por parte de Jesús a su comunidad. En la escena del lavatorio de los pies lo que hace es ofrecer amor sin límite y quiere decirnos algo nuevo a nosotros que nos hemos reunido con Él para celebrar la pascua. “Mirad, yo no sólo vine para dar pan a los hambrientos, he venido a ser pan para todos; por eso quiero hacerme pan, para entrar en cada uno de vosotros a daros fuerza para que no os desborde lo que vendrá mañana." Al mundo de hoy todo esto le resulta difícil entenderlo, pero sólo éste es el verdadero amor. Para amar en serio hay que despreciar los puestos de honor, hay que doblar las rodillas para servir, hay que levantar las manos para dar. “Sabed que Yo os he amado hasta el extremo. Haced vosotros lo mismo”. 


Este gesto es, desde su punto de vista, mucho más que un simple gesto de purificación ritual. Más bien, es un signo de servicio y de amor en favor de sus amigos. Para nosotros es una invitación a seguir el ejemplo y el estilo del mismo Jesús.